Los ultraprocesados son ampliamente cuestionados dentro de una dieta saludable. Sin embargo, su consumo sigue siendo alto para gran parte de la población, entre la que se encuentran niños y adolescentes.
Un nuevo estudio de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) pone el foco en su efecto sobre enfermedades respiratorias como el asma. ¿Cuál es el mecanismo por el que afecta en este sentido?
¿Cuándo hay un consumo alto de ultraprocesados?
La probabilidad de desarrollar asma entre la población infantil aumenta hasta cuatro veces cuando hay un consumo alto y continuado de ultraprocesados, según el citado estudio de la CUN. Los investigadores analizaron los hábitos alimenticios de más de 1.500 niños entre los años 2015 y 2024 para ligar este dato a la aparición de enfermedades respiratorias y alérgicas, y su conclusión fue la expuesta.
Los alimentos ultraprocesados tienen un efecto inflamatorio en el organismo por su alto contenido calórico y nivel de procesamiento
“El primer paso ha sido cuantificar el número de calorías que representan los alimentos ultraprocesados en la dieta de los niños. Hemos concluido que, si su ingesta supera el 30% de su dieta, el riesgo de sufrir estas enfermedades respiratorias en el futuro aumenta hasta casi cuatro veces”, destaca el Dr. Octavio Galindo, especialista en Pediatría.
Pero ¿por qué se relaciona la alta ingesta de estos productos con el asma? “Los alimentos ultraprocesados tienen un efecto inflamatorio en el organismo por su alto contenido calórico y nivel de procesamiento. Puesto que el asma es una enfermedad respiratoria crónica, controlar otros factores ambientales, como llevar una alimentación saludable, puede ser una estrategia eficaz para prevenir la aparición de dichas enfermedades en la población infantil”, explica la Dra. María José Goikoetxea, del Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra.
Otros problemas asociados al consumo de ultraprocesados
Esta investigación se enmarca dentro del proyecto SENDO, un estudio de investigación cuyo objetivo es analizar el efecto de la dieta y los estilos de vida sobre la salud del niño y del adolescente. En este sentido, para la Dra. Nerea Martín Calvo, profesora del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina e investigadora principal, "la dieta mediterránea y la actividad física se han asociado a una reducción del riesgo de ciertas enfermedades como la obesidad, que están asociadas al desarrollo de otros problemas de salud. Es importante insistir y concienciar a la población para aprender a comer sano y hacer ejercicio desde la infancia”.
Son los adultos responsables lo que, empezando por hacer una compra donde prevalezcan los alimentos frescos, deben canalizar la dieta de los menores desde los primeros años de vida, para alejarlos lo máximo posible de productos poco recomendables.
La relación entre la obesidad, el dolor de piernas y el sedentarismo
Cada vez hay más evidencias de los distintas alteraciones que conlleva el exceso de peso y la mala alimentación desde etapas tempranas de la vida. Otro estudio desarrollado por distintas universidades españolas, en colaboración con el Hospital Universitario Virgen de la Victoria, de Málaga, destaca cómo un 38% de los niños entre 9 y 12 años con sobrepeso u obesidad sufre dolores en las piernas y en los pies. La obesidad actúa como factor de riesgo que multiplica ese dolor musculoesquelético en múltiples áreas del cuerpo.
Tal como advierten desde la Copa COVAP y el Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía (COPOAN), el deterioro sufrido conlleva fatiga, molestias y dificultades para caminar, o que puede derivar en una aversión hacia los deportes y en la adopción de un estilo de vida sedentario. El sobrepeso infantil "repercute negativamente en la calidad de vida y limita la participación de los y las menores en actividades físicas", alerta Elena García, especialista en Podología infantil y miembro del COPOAN.
El peso excesivo altera la fisonomía del pie, aplanándolo y reduciendo su funcionalidad, ya que ligamentos y articulaciones soportan una carga excesiva, debilitándose progresivamente y dificultando que los pies cumplan su función de forma adecuada. Así lo explica la experta: "La falta de funcionalidad de los pies no solo limita la movilidad, sino que también afecta a la autoestima del los niños y niñas, que pueden sentirse menos competentes en ciertas actividades deportivas, optando por alternativas sedentarias que perpetúen el ciclo de obesidad".