El dibujo infantil puede plasmar muchos aspectos acerca de las emociones y de los sentimientos de los niños. Mediante sus trazos y sus garabatos, los pequeños plasman sus experiencias, su imaginación, su manera de entender el mundo... y aquello que les preocupa o que les causa malestar o sufrimiento. ¿Qué significa que un niño siempre coloree de oscuro? ¿Que en sus dibujos siempre predomine el negro o el gris? Se lo hemos preguntado a Sonia Martinez, psicóloga y directora de Crece Bien y nos lo ha explicado en detalle.
¿Qué significa que un niño coloree siempre con colores oscuros?
Cuando un niño utiliza de forma repetida colores oscuros como el negro, el gris o el marrón, lo primero que debemos hacer es observarlo con curiosidad, no con alarma. Estos colores pueden reflejar diferentes emociones dependiendo del contexto: tristeza, enfado, miedo o simplemente una preferencia estética. Lo importante no es solo el color en sí, sino cómo lo utiliza, con qué intensidad, en qué parte del dibujo y si hay otros elementos que acompañan esa elección.
El dibujo es un reflejo muy fiel del mundo emocional del niño
Por ejemplo, un niño que dibuja con negro todo el folio y no deja espacio para otros colores podría estar expresando una sensación de agobio o bloqueo emocional. En cambio, otro que usa negro para dibujar una tormenta dentro de una escena más amplia puede estar representando algo puntual, una emoción concreta en una historia.
¿Cómo darnos cuenta de que el color que más emplea el niño refleja un estado emocional?
Una pista clara es la constancia: si el niño recurre al mismo color oscuro en muchos dibujos seguidos, sin variar, podría estar reflejando un estado emocional sostenido. También es importante observar el tono general del dibujo: si está hecho con trazos muy fuertes, repetitivos, y sin presencia de otros colores, puede estar expresando emociones intensas o difíciles de manejar. Ahora bien, si lo hace un día puntual, o lo combina con otros colores, probablemente sea solo una forma de experimentar. Por eso en Crece Bien siempre insistimos en mirar el dibujo como una parte más del conjunto emocional del niño, no como un diagnóstico en sí mismo.
¿Qué hacer para cambiar la situación, para ayudar a nuestro hijo?
Lo más importante es no forzar ni corregir su forma de dibujar. En lugar de decirle “usa otros colores” o “no pintes tan oscuro”, es más útil acompañarlo con preguntas abiertas como: “¿Qué está pasando en este dibujo?” o “¿Qué te hizo elegir ese color?”. Eso permite al niño conectar con su emoción sin sentirse juzgado. También podemos ofrecerle materiales variados y proponer actividades que incluyan el juego simbólico, la música o la lectura, que le ayuden a expresar lo que siente de distintas maneras. A veces, dibujar juntos puede ser una puerta preciosa para hablar de emociones sin tener que ponerlo todo en palabras.
¿Cuándo es recomendable buscar ayuda profesional?
Cuando notamos que el uso excesivo de colores oscuros se mantiene en el tiempo y se acompaña de otros signos: tristeza constante, aislamiento, cambios bruscos de conducta, dificultades para dormir o pérdida de apetito, por ejemplo. El dibujo puede ser un primer aviso, pero siempre debemos observar cómo se encuentra el niño en el día a día.
Si algo nos hace sentir que “no es solo una fase”, pedir ayuda es un acto de cuidado, no de dramatismo. En Crece Bien trabajamos mucho con niños que no saben decir lo que sienten, pero lo muestran claramente en sus juegos, dibujos o silencios.
¿Podemos darnos cuenta de que un niño está superando un problema de índole emocional por la evolución de sus dibujos?
Sí, muchas veces el dibujo es un reflejo muy fiel del mundo emocional del niño. Cuando empieza a sentirse mejor, es común que aparezcan colores más variados, escenas más abiertas, figuras más detalladas o expresivas. No es que usar colores claros sea sinónimo de felicidad absoluta, pero ver una mayor diversidad cromática suele indicar una mayor apertura emocional y una sensación de seguridad.
Ver cómo un dibujo cambia con el tiempo puede ser una forma preciosa de acompañar su evolución emocional. Es como si nos dijeran, sin palabras: “me estoy sintiendo un poco mejor”.
Además del color, ¿los dibujos, los trazos, pueden dar información acerca de las emociones de los niños?
Muchísima. Los dibujos nos hablan a través de muchos elementos: el tamaño de las figuras, el espacio que ocupan, el lugar donde están en el papel, la fuerza del trazo, la proporción entre los personajes… Todo eso refleja aspectos del estado emocional del niño.
Si el dibujo está hecho con trazos muy fuertes, repetitivos, y sin presencia de otros colores, puede estar expresando emociones intensas o difíciles de manejar
Por ejemplo, un niño que dibuja figuras muy pequeñas en una esquina puede estar expresando inseguridad o miedo. Uno que rellena toda la hoja con trazos muy marcados podría estar sacando fuera una emoción intensa, como enfado o agobio. No hace falta ser experto para notar cuándo un dibujo “cambia de tono”; lo importante es observar con atención y sin prejuicios.
¿Podemos interpretar o reconocer rasgos de personalidad de los niños por su manera de colorear o de dibujar?
Sí, aunque siempre con cuidado y sin sacar conclusiones rápidas. El dibujo puede reflejar si un niño es más detallista, creativo, impulsivo, inseguro, curioso… Pero siempre debemos mirar más allá del dibujo aislado y observar el conjunto de su comportamiento. Por ejemplo, un niño que dibuja con muchos colores, formas libres y movimiento, puede tener un carácter más abierto o imaginativo. Uno que repite los mismos esquemas y estructuras con mucha precisión, puede ser más metódico o tener necesidad de control. No se trata de encasillar, sino de entender mejor cómo vive y siente el niño por dentro.
En el caso de que lo que llame la atención en el dibujo de un niño sea que no evoluciona con el tiempo, es decir, que no va dibujando mejor, acorde a lo que se espera por su edad, ¿puede ser también indicativo de algo?
Sí, puede ser una señal de que algo necesita atención. La evolución del dibujo infantil suele ir ligada al desarrollo cognitivo y emocional. Si un niño no avanza en la forma de dibujar (por ejemplo, sigue haciendo garabatos muy básicos a los 7 años), puede estar indicando algún tipo de dificultad, ya sea a nivel madurativo, motriz, emocional o incluso relacionado con el entorno.
No se trata de comparar con otros niños, sino de observar si su desarrollo gráfico se estanca durante mucho tiempo. En esos casos, es recomendable consultar con un especialista que pueda valorar de forma global si hay algo que necesita ser trabajado o simplemente si requiere un acompañamiento diferente.