El glaucoma infantil más frecuente es congénito y la intervención quirúrgica es necesaria lo antes posible, puesto que puede derivar en ceguera de manera precoz. Sin embargo, en bebés y en niños no siempre es fácil diagnosticarlo, dado que los exámenes visuales son más difíciles en ellos que en un adulto, tal y como indica el Dr. Javier Hurtado Ceña, oftalmólogo pediátrico en el Instituto Nacional de la Visión. ¿Cómo detectarlo entonces? ¿Qué opciones de tratamiento tienen los niños con glaucoma? El especialista aclara todas las dudas al respecto.
¿Qué es el glaucoma?
Para que se entienda bien: dentro del ojo hay una fuente que produce agua y esta última sale del ojo por unos desagües naturales. El equilibrio entre la salida y la entrada mantiene el tono del ojo. Si cierras el ojo y te lo tocas a través del párpado, esa dureza es la tensión ocular y es lo que medimos en la consulta con unos aparatos especiales. Es como si tocas un balón más o menos inflado.
Si los desagües están atascados o no funcionan correctamente, no sale bien el agua del ojo y aumenta la presión intraocular. El ojo se pone más duro, se daña el nervio óptico y el agua busca formas de salir del ojo.
Cuanto antes aparezca el glaucoma, peor es el pronóstico
En un niño, lo más frecuente es el glaucoma congénito que es casi como una malformación en la que los desagües no están bien desarrollados. Ocurre desde el nacimiento en uno de cada 45.450 nacidos vivos en Europa, es más frecuente en varones, el 75 % son bilaterales y hay un componente familiar en el 10 % de los casos.
Entre el nacimiento y los 35 años pueden aparecer otras formas de glaucoma que se engloban bajo el nombre de glaucoma infantil y que pueden asociarse a otras enfermedades generales u oculares no congénitas: traumatismos, inflamaciones, enfermedades del metabolismo o del tejido conectivo, cirugías oculares, abuso de corticoides…
¿De qué manera afecta a la visión? ¿Pueden perderla por completo?
Cuanto antes aparezca el glaucoma, peor es el pronóstico. El daño en el nervio provoca pérdida de visión desde los lados hacia el centro y el daño en la córnea provoca visión de niebla. Ambos son irreversibles cuando no se tratan a tiempo.
El problema en los niños es que los exámenes visuales son más difíciles que en un adulto: tomar tomar la tensión ocular, medir el daño en el nervio óptico y comprobar la afectación del campo visual son un auténtico reto y a veces hay que recurrir a la anestesia general para examinar el ojo.
Algunos portátiles que miden el nervio óptico, la tensión ocular o el campo visual con realidad virtual han conseguido reducir el número de exámenes bajo anestesia general en los últimos años.
En los análisis genéticos todavía no hay una buena correlación entre la mutación y la forma de manifestarse la enfermedad, con lo que son clínicamente poco prácticos.
Cuando el glaucoma infantil es congénito o se presenta en niños de muy corta edad, ¿cómo pueden los padres reconocer los primeros síntomas para llevar a su hijo al oftalmólogo?
El recién nacido tiene lagrimeo, le molesta mucho la luz, parpadea frecuentemente, se frota mucho los ojos o tiene los ojos muy grandes o blanquecinos. Estos síntomas van siempre a peor, si no se trata. Otros niños tienen media cara rojiza, síndromes sistémicos…
Una vez detectada la enfermedad, ¿es posible evitar que siga evolucionando y que el niño pierda más visión?
El objetivo principal para que el glaucoma no progrese es bajar la presión intraocular, es decir, que el ojo esté más blando. Cuanto antes se consiga, mejor porque evitará que siga evolucionando. A veces se trata de una carrera contra el reloj.
La mayoría de los niños va a necesitar cirugía de glaucoma en algún momento de su vida. Los tratamientos con gotas bajan la tensión ocular menos que en los adultos y los efectos secundarios son mayores en los niños.
¿Cómo se trata? ¿En qué casos es preciso operar?
De entrada, la cirugía es el tratamiento más indicado en el glaucoma congénito una vez detectado. La técnica puede varias en función de la edad del niño, de la transparencia del ojo, del daño que tenga o de la experiencia del cirujano, pero normalmente la primera cirugía que se haga es la que más éxito va a tener.
Las técnicas quirúrgicas consisten en: abrir el desagüe del ojo con un corte (goniotomía o trabeculotomía externa), quitar las zonas del desagüe que están estorbando (trabeculectomía), poner un tubo que saque líquido del interior del ojo (implantes de drenaje) y facilitar la salida del líquido del ojo por otras vías (cirugía mínimamente invasiva; MIGS).
Siempre habrá que intentar la técnica menos cruenta y que respete mejor los tejidos pensando en que puede que se necesite otra cirugía en el futuro.
¿A partir de qué edad puede intervenirse quirúrgicamente a un niño con glaucoma?
No hay una edad a partir de la cual se pueda o no operar. Un glaucoma congénito es un problema que puede conducir a la ceguera en poco tiempo, así que se opera en el momento en que se detecta.
¿Cómo evolucionan estos niños cuando son adultos? ¿Se agravan los síntomas de la enfermedad?
Una vez controlada la tensión ocular y el daño en el nervio, no es tan frecuente la evolución en la etapa adulta. Será necesario un seguimiento y probablemente haya que ajustar los tratamientos a lo largo de la vida, pero el pronóstico futuro lo marca el daño en la infancia. En conjunto, uno de cada 3 casos verá un 40 % o menos a pesar de un tratamiento correcto.
El problema en los niños es que los exámenes visuales son más difíciles que en un adulto: tomar tomar la tensión ocular, medir el daño en el nervio óptico y comprobar la afectación del campo visual son un auténtico reto
No es solo el daño por la tensión ocular, sino también el ojo vago asociado y la necesidad de gafas. El glaucoma congénito no está entre las causas más frecuentes de ceguera en el mundo porque es muy poco frecuente, pero tener esta enfermedad es algo grave que supone con mucha frecuencia una gran discapacidad visual.
A esto siempre hay que añadir la afectación psicológica durante la adolescencia por tener problemas visuales, un ojo más grande que el otro, un ojo blanco o desviado, ojos que bailan hacia los lados (nistagmo)…
¿Cómo ayudar a los menores con glaucoma infantil a llevar una vida lo más independiente y plena posible?
Proteger el ojo con gafas siempre va a ser recomendable, puesto que el ojo con glaucoma es más fino y sensible ante cualquier golpe. Estos golpes son más frecuentes en personas con baja visión.
Las ayudas visuales suelen ser muy importantes para conseguir realizar determinadas tareas: lupas, luces, gafas con filtros, telescopios, gafas especiales… Mi recomendación suele ser que acudan a un centro de baja visión. Hay asociaciones de personas con glaucoma congénito que pueden ayudar en esos aspectos en los que la medicina no llega.