Uno de cada cinco estudiantes entre 14 y 18 años en España, es decir, casi el 20%, ha consumido pastillas hipnosedantes alguna vez en su vida. De ellos, el 14,8% lo ha hecho en el último año, y el 8,2%, en el último mes. Son datos de la encuesta ESTUDES, que ponen de manifiesto el alcance de un consumo que se ha generalizado y que ha crecido en los últimos años de manera sostenida, como advierten desde Fad Juventud.
Además, estas cifras ponen encima de la mesa que es un problema que afecta especialmente a esta generación, ya que si comparamos el consumo general en el conjunto de la población, este está por debajo. En la población general, una de cada ocho personas (12,3%) ha consumido hipnosedantes en el último año, mientras que en la adolescencia ese porcentaje es dos puntos superior.
Desde Fad Juventud insisten en que el hecho de que ese consumo no deje de aumentar evidencia "un patrón preocupante en la forma en que se aborda el malestar emocional en la adolescencia". "La tendencia nos indica que parece normalizarse una medicalización de los malestares a edades cada vez más tempranas", añaden. Una apreciación con la que coinciden otros expertos que han evidenciado la falta de recursos de los adolescentes actuales para enfrentarse a situaciones menos agradables del día a día.
La sobremedicación no es un fallo individual, sino el reflejo de un modelo de salud que sigue dejando a un lado la prevención, la escucha, la educación emocional y la atención a las causas sociales del malestar
El problema de la falta de seguimiento
Aunque la mayoría de los adolescentes llegan a los hipnosedantes a través de una prescripción médica, los expertos de Fad Juventud destacan cómo "en muchos de ellos no hay un seguimiento continuado ni alternativas terapéuticas paralelas". Así, "lo que debería ser un recurso puntual se convierte en un mecanismo automático para calmar la ansiedad, el insomnio o la tristeza".
Pero hay otro problema, y es que uno de cada diez adolescentes acceden a esta medicación sin receta médica. ¿Cómo llegan a estos fármacos? A través del botiquín familiar o de otros amigos o personas cercanas, quedando fuera de todo control sanitario.
Más frecuente en las chicas que en los chicos
En este consumo de hipnosedantes hay otro dato que llama la atención: las chicas adolescentes los consumen en una proporción casi el doble que los varones adolescentes. Y es una tendencia que aumenta con los años, ya que entre 2021 y 2023, las adolescentes consumieron más y los adolescentes redujeron su consumo.
Esta diferencia no solo se explica porque entre ellas pueda haber más síntomas ansiosos o de tipo emocional. Tal como señala el Grupo de Trabajo sobre Género (CEDOA) del Consejo Español de Drogodependencias y Adicciones, "detrás de muchas recetas hay respuestas precipitadas al estrés de los cuidados, la sobrecarga emocional o las violencias cotidianas que atraviesan sus vidas, lo que refleja una medicalización estructural del desgaste femenino".
Ese problema estructural también es señalado por Fad Juventud: "Estamos enseñando a las nuevas generaciones —especialmente a las mujeres jóvenes— que la única forma de afrontar el sufrimiento es silenciarlo".
Una reflexión necesaria
“Debemos reflexionar como profesionales, como padres y madres, y como sociedad en general, si el aumento en la dispensación de hipnosedantes debe ser la medida principal para tratar siempre el malestar emocional adolescente", afirma Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud. Y añade: "Quizá, antes de medicar, en algunos casos, sea necesario proporcionar estructuras de acompañamiento emocional accesibles, espacios de escucha, prevención y cuidado colectivo. No sería recomendable para nuestra salud colectiva que la medicación —y mucho más la automedicación sin receta— sea una salida rápida ante problemas mucho más complejos, o una forma de silenciar síntomas”.
Para la experta, no se trata de cuestionar el recurso médico a estos fármacos, que en algunas situaciones son necesarios para los adolescentes. Pero sí cuestiona su uso "como única respuesta al malestar emocional y los problemas de salud mental, en muchos casos sin acompañamiento psicológico ni espacios donde hablar de lo que duele o produce malestar."
"La sobremedicación no es un fallo individual, sino el reflejo de un modelo de salud que sigue dejando a un lado la prevención, la escucha, la educación emocional y la atención a las causas sociales del malestar”, concluye Beatriz Martín Padura.
Su apuesta es dar un enfoque comunitario y preventivo a estos problemas, de forma que el bienestar emocional de los adolescentes se base en la familia, las amistades, el sistema educativo, los servicios públicos y la sociedad en su conjunto. "Solo así podremos ofrecer a niñas, niños, adolescentes y personas adultas herramientas reales para afrontar el malestar sin tener que anestesiarlo".