Las cifras son concluyentes: el 36,1% de los menores en España tienen sobrepeso u obesidad. Son datos preliminares del estudio ALADINO que corresponden al año 2023, el último analizado. Aunque las tasas han bajado desde el 40,6% que se registró en 2019, siguen siendo muy altas y preocupantes.
Pero no es un problema circunscrito a España. En el mundo, las tasas de obesidad infantil también son muy altas, por eso, se ha modificado la forma de tratar este problema y ahora se aboga por una intervención cuanto antes. ¿Cómo se articula el tratamiento? ¿Qué hay que tener en cuenta?
El tratamiento integral tiene que ser multidisciplinar, interviniendo no solo pediatras, sino también nutricionistas, psicólogos, enfermeras, expertos en ciencias de la actividad física y del deporte, y trabajadores sociales
No esperar cuando hay obesidad infantil
La elevada prevalencia de la obesidad entre la población infanto-juvenil hace necesario introducir cambios en la asistencia médica. Así lo explica la Dra. Rosaura Leis Trabazo, coordinadora de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría: "Debemos tener en cuenta las directrices que marcan las nuevas guías de la American Academy of Pediatrics, que aparcan la espera vigilante y el enfoque gradual y por etapas a partir de los 6 años, para pasar a la acción sin demora tras el diagnóstico, introduciendo un tratamiento integral”.
Hay que tener en cuenta que la obesidad se define como una enfermedad compleja y multifactorial, donde entran en juego tanto factores genéticos como factores ambientales. En este sentido, cada vez está más claro el papel de algunos determinantes sociales en el estilo de nutrición. De hecho, los factores socioeconómicos tienen mucho peso, y se observa más prevalencia de obesidad en los grupos más vulnerables. Estar en un ambiente obesogénico, es decir, aquel donde hay disponibles alimentos y bebidas muy atractivas por su sabor, y la publicidad de alimentos no saludables tienen también mucha relevancia a la hora de configurar el mapa de la obesidad infantil.
En el avance del último estudio ALADINO se puso de manifiesto cómo la desigualdad social afecta en gran medida a esta realidad, ya que entre las familias con rentas más bajas se puede observar un desayuno insuficiente, escasez de frutas y verduras en la dieta de niños y adolescentes y demasiadas pantallas, como factores predisponentes al sobrepeso.
Además, "influye también el control insuficiente por parte de sus responsables del seguimiento de hábitos saludables, sumado a la aceptabilidad social de esos hábitos”, apunta la doctora Leis.
La obesidad no es cuestión de voluntad
Por todo ello, las últimas recomendaciones médicas insisten en abordar la obesidad desde el momento en que aparezca, sin esperar. "Tras el cribado en atención primaria, la coordinación con la atención hospitalaria resultará fundamental”, recalca la experta de la AEP. Y debe ser así porque para abordar la obesidad es necesario un tratamiento multidisciplinar, donde se traten simultáneamente la obesidad y sus complicaciones, como alteraciones metabólicas, problemas respiratorios, cardiovasculares, endocrinos, gastrointestinales y musculoesqueléticos, así como los trastornos de salud mental que puede llevar aparejados.
“Ese tratamiento integral tiene que ser multidisciplinar, interviniendo no solo pediatras, sino también nutricionistas, psicólogos, enfermeras, expertos en ciencias de la actividad física y del deporte, y trabajadores sociales”, detalla la Dra. Leis. Y ha de ser así porque estamos ante una realidad compleja que no depende de la voluntad del paciente.
Entrevista motivacional y otras medidas terapéuticas
Para involucrar a los pacientes pediátricos en el tratamiento de la obesidad, los expertos proponen una herramienta que ha dado buenos resultados en otros campos médicos: la entrevista motivacional. "Se trata de un estilo clínico complejo, que pretende obtener la propia valoración del paciente y su familia, así como sus motivaciones para el cambio. El pediatra debe escuchar con empatía, no tanto hablar, y tratar de provocar un cambio de actitud frente al problema, evitando confrontaciones, e implicando al niño o adolescente y su familia en la toma de decisiones, sin imponer soluciones, simplemente recomendando ‘pequeños experimentos", aclara el Dr. Valero Sebastián, miembro del Comité de Soporte Vital de la AEP.
Esta técnica funciona a partir de los ocho o nueve años, porque "a partir de esa edad ya empiezan a darle importancia al aspecto físico y a entender que la obesidad afecta negativamente a su salud. Muchos de ellos, a causa de su obesidad, además sufren acoso escolar, lo que los puede llevar a desarrollar ansiedad y depresión", como advierte. En este sentido, el experto aboga por "ofrecerles mecanismos de respuesta ante las agresiones, evitando que se enroquen, y haciéndoles ver, con preguntas abiertas, que hay maneras de sentirse más confortables con su cuerpo".
Los programas más efectivos para tratar la obesidad infantojuvenil suelen incluir a las familias en las sesiones, pues es necesario acometer un cambio en el estilo de vida, teniendo en cuenta, además, que la mitad de los padres no reconoce la obesidad de sus hijos. En este sentido, hay que involucrarlos con información clara y accesible sobre los riesgos de la obesidad y los beneficios de seguir hábitos saludables.
Tras la entrevista motivacional hay que diseñar la actuación médica que mejor se adapte a las condiciones del menor. Así, esta conlleva intervención nutricional, actividad física, terapia psicológica conductual o incluso la administración de fármacos especializados y el recurso a la cirugía bariátrica en aquellos casos en que hay complicaciones más graves y los niños superen los 12-13 años de edad.