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Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo© Fundación Querer

Neurodesarrollo

Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo en Harvard: ‘Hemos desarrollado técnicas no invasivas para leer la actividad cerebral y modificarla’

Estas técnicas buscan mejorar síntomas del autismo y de trastornos del aprendizaje, como TDAH, dislexia o discalculia


11 de junio de 2025 - 7:30 CEST

Ya sabemos que el autismo no se cura, como tampoco se cura el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) ni la dislexia, pero la Ciencia permite ya, en la actualidad, reducir algunos de los síntomas más limitantes, como los problemas de atención o la impulsividad, entre otros. Se consigue mediante estimulación cerebral no invasiva, es decir, colocando electrodos en el cráneo del niño en puntos estratégicos para reducir una sintomatología en concreto.

“Parece ciencia ficción, pero es real”, nos dice el Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo, profesor de Neurología de la Harvard Medical School e impulsor del Centro Nacional de Neurotecnología. El objetivo es hacer que el cerebro funcione de otra manera y ayudar al niño a tener una mayor calidad de vida. Y, en algunos casos, al reducir de manera significativa el síntoma, parece que se curan (aunque el trastorno en cuestión siga ahí). Pero no es la panacea, advierte el propio Pascual-Leone: aunque esta técnica ha avanzado mucho desde que se pusiera en marcha en los años 60, hay mucho aún que investigar y hay que tener en cuenta que pueden producirse efectos no deseados.

Por eso es necesario, tal y como recalca el profesor de Neurología de Harvard, consultar antes con un neuropediatra o psiquiatra pediátrico, que será quien valore el riesgo-beneficio en cada niño, de manera individualizada, y podrá guiar acerca del lugar al que acudir para recibir esta terapia.

Hemos hablado con el Dr. Pascual-Leone con motivo de la celebración de las VI Jornadas Neurocientíficas y Educativas de la Fundación Querer, el 10 y el 11 de junio, y sus palabras resultan reveladoras.  

Con el tratamiento, lo que intentamos hacer es alterar cómo funciona todo el cerebro y que eso se traduzca en un beneficio, haciendo funcionar de forma mejor ensambles, circuitos de neuronas

Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo

¿En qué consiste exactamente la estimulación cerebral no invasiva en trastornos del aprendizaje y autismo?

Déjame que empiece por lo más básico. El cerebro está compuesto por neuronas muy especializadas, y esas células especializadas forman parte de redes neuronales. Y esos ensambles son esos equipos de neuronas que se comunican a través de electricidad y sustancias químicas que permiten pasar la información de una neurona a la otra. Cada ensamble, cada equipo de neuronas, es responsable de cualquier cosa que seamos capaces de hacer, de sentir, de pensar, etc. Son la unidad funcional de nuestro cerebro en el contexto de enfermedades.

La actividad en esos grupos, en esos equipos o circuitos de neuronas se alteran y, al alterarse, da lugar al trastorno, o sea, a síntomas de enfermedad o problemas. Con el tratamiento, lo que intentamos hacer es alterar cómo funciona todo el cerebro y que eso se traduzca en un beneficio, haciendo funcionar de forma mejor ensambles, circuitos de neuronas. Pero sería más específico, directo y preciso identificar dónde está ese circuito alterado, ese patrón alterado de actividad, y modificarlo de forma selectiva. Yo a veces pienso en la idea de que si quieres rellenar el vaso de agua que tienes en un cuarto, lo ideal sería saber exactamente donde está el vaso y llenarlo con la cantidad que quieres. En vez de eso, tradicionalmente, lo que se hace es abrir el tejado y dejar que llueva en el cuarto; llenamos el vaso, pero causamos muchos otros trastornos y problemas que llamamos efectos secundarios.

Frente a eso, este tratamiento es de precisión, de poder modificar la actividad alterada en circuitos concretos. Eso con frecuencia requiere tecnologías que permitan medir con precisión, identificar la alteración y modificarla. Tradicionalmente eso ha sido posible de forma invasiva, haciendo cirugía para medir la actividad y poniendo un electrodo en el sitio correcto para modificar la actividad de ese sitio. Pero eso supone una operación, tiene riesgos. Nosotros, y otros, hemos desarrollado técnicas no invasivas; o sea, técnicas para poder hacer eso mismo, leer la actividad cerebral y modificarla, pero sin necesidad de cirugía y a través del cráneo, usando trucos, por así decirlo. Usando la física para poder inducir la corriente en el cerebro de forma precisa y sin alterar la actividad o la destrucción de otras áreas y sin causar molestias ni dolor.

En trastornos de aprendizaje, ese tipo de técnicas que aplican corriente de forma directa sobre la cabeza, de manera que se induzca una cantidad muy pequeñita y muy precisa en distintas zonas del cerebro, se pueden usar esas técnicas para fomentar la actividad de una red y acelerar el aprendizaje.

Es un poco ciencia ficción, pero es una ciencia ficción real y a nivel práctico. Vale la pena destacar que lo que supone es una especie de registro; hay electrodos que registran la actividad cerebral. Entonces, una vez registrada, la actividad se invierte y se induce, se inyecta una cierta cantidad de electricidad dirigida específicamente a ciertas áreas de las estructuras del cerebro.

¿Cómo es el proceso a seguir en la estimulación cerebral con un niño con autismo o con cualquier trastorno de aprendizaje?

Primero hay que medir el de forma precisa dónde está la alteración de ese circuito y el patrón de actividad alterado. Nosotros hablamos de un patrón espacio temporal porque tiene cierta distribución espacial. Tienes que saber qué áreas están involucradas y ciertos patrones de temporal y alteraciones en una tanda concreta de actividad. Si puedes determinar el patrón espacio temporal alterado, entonces tienes la causa próxima a los síntomas que presenta. 

Es decir, no es que tengas un patrón que normaliza el patrón de todo el problema del autismo; se va la impulsividad o la falta de emotividad o la dificultad en encontrar palabras o la falta de empatía. O sea, lo que estamos aquí abordando son más síntomas y discapacidades que trastornos, por así decirlo. Pero el resultado es que, al normalizar el patrón de actividad alterado, reduces los síntomas de discapacidad y, a la postre, haces que el individuo esté funcionalmente mejor.

El autismo es mucho más complejo que un trastorno de aprendizaje como el TDAH; si en niños que tengan más afectada la atención (que tengan TDAH de subtipo inatento), por ejemplo, se aborda justo eso, la atención. ¿Podríamos decir que, en cierto modo y muy entrecomillado, se curan?

Sí, exacto. Esa es exactamente la idea. Se curan en el sentido de que le quitas el trastorno comportamental,no necesariamente en el sentido de que subsane la alteración subyacente que dio lugar al trastorno, pero hace que el sistema funcione de forma normal, con lo cual, funcionalmente, entre comillas, los curamos, solventado el problema.

¿Esta estimulación cerebral no invasiva suplanta la medicación o la psicoterapia?

Yo creo que lo que ofrece es la posibilidad de plantear la terapia como una combinación de intervenciones, donde lo que se plantea es qué combinación o qué uso de medicaciones puede aumentar la eficacia de estas intervenciones, que, a la postre, generalmente lo que significa es que muchas de las medicaciones que usamos no las necesitas, pero ¿necesitas otras?

Niña con electrodos en la cabeza© Getty Images

Los niños que acceden a esta terapia de estimulación cerebral no invasiva, ¿necesitarán sesiones de por vida o un número determinado de sesiones en función de sus necesidades individuales?

Muy buena pregunta. Yo creo que hay muchos aspectos que, sinceramente, no conocemos todavía. Estamos en la punta del iceberg de estas técnicas; es decir, se pueden aplicar y pueden mejorar el estado de niños y su condición, pero no son tratamientos establecidos en ese sentido.

Hay mucho que tenemos que aprender todavía, pero en principio lo que parece es que se puede aplicar y hacer que el sistema funcione bien, funcione mejor. Pero probablemente hay que reaplicarlo, hay que continuar aplicando el tratamiento para mantenerlo funcionando de la forma adecuada.

Una de las preguntas que no sabemos todavía es, si se hace ese tipo de intervención pronto y a tiempo y de forma eficaz, si es posible que el cerebro y el sistema nervioso, gracias a su propiedad de plasticidad, de alterarse, pueda ser cambiado, pueda aprender a funcionar de una forma distinta y pueda, al final, solventar el problema sin necesidad de más estimulación.

Este tratamiento es de precisión para poder modificar la actividad alterada en circuitos concretos

Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo

Hay una persona adulta, no un niño, una persona adulta con trastorno del espectro autista que ha escrito un libro que se llama Switched On (Conectado). John Robinson es el autor, quien describe, en el libro, su propia experiencia con estas técnicas. Y, básicamente, lo que él describe es que la estimulación le permite ver de forma distinta lo que significa la expresión facial y el tono de voz de la gente. Y, gracias a haber sido capaz de comprender eso, aunque el efecto de la estimulación deja de estar al cabo de un tiempo, él puede, a partir de ahí, entrenarse de forma distinta y acabar superando las dificultades que tenía.

Creo que, tal y como tú dices, vamos a ir aprendiendo y va a haber que combinar la estimulación con intervenciones para que se solidifique el efecto, para que se mejore el pronóstico, para que no sea dependiente del tratamiento.

Una familia con un hijo con autismo o con un trastorno de aprendizaje que esté leyendo esta entrevista y quiera probar esta terapia. ¿Dónde puede acudir? Porque cada vez son más los supuestos profesionales que ofrecen técnicas de estimulación cerebral

Uno de los riesgos de este tipo de avances tecnológicos y de las combinaciones de apps y de programas de computación con estimulación cerebral es que, como padres, tenemos tal deseo de ayudar a nuestros hijos que nos pueden vender aceite de serpiente, que dicen en inglés, gato por liebre. El detalle importa y hay muchas cosas que no sabemos. O sea que hay que tener juicio y cuidado y hacerlo de forma ética y controlado. Lo que sugeriría es que consultaran con un especialista, con un neuropediatra o con un psiquiatra pediátrico, para ver realmente qué hay y qué se puede aplicar.

Creo que se puede ayudar a los niños y seguir aprendiendo, pero hay que hacerlo de forma adecuada. No es una cura milagrosa, es un proceso experimental en gran medida todavía, donde lo mejor sería participar en estudios de investigación. Los hay en marcha. Hay empresas españolas que lo están haciendo, como Neuroelectrics, hay empresas internacionales, como Ascen, que ha hecho un estudio con una de esas técnicas en autismo; Neuroelectrics ha completado un estudio con una app para la atención, combinando con estimulación cerebral. Pero creo que lo adecuado en este momento todavía es, por lo menos, explorar las posibilidades de estudios y, en cualquier caso, hacerlo en centros con buena reputación y con controles adecuados. Y creo que una de las cosas que la Fundación Querer quiere es precisamente el crear un ecosistema que potencie la identificación de sitios donde se haga esto bien e implantarlo y ofrecerlo a los niños. Creo que tiene mucho valor.

¿Cuál puede ser el efecto de acudir a un sitio inadecuado para la estimulación cerebral?

El riesgo de esto es que no es el tipo de cosas que dices “pues pruebo y, si no funciona, no pasa nada”, “si no le ayudan, no le va a hacer mal”. Eso es ciencia ficción; estas técnicas tienen la capacidad de modificar la actividad cerebral. Si modificas la actividad cerebral inadecuada, puedes causar problemas.

Con lo cual creo que es importante darse cuenta de que muchas cosas que podemos hacer y muchas cosas que sabemos, pero también hay vacíos de conocimiento. Hay cosas que no sabemos todavía y, por lo tanto, hay que hacerlo con las protecciones y controles adecuados, porque si no el riesgo no es simplemente que no funcione, es que puede causar más problemas.

Niña con electrodos en la cabeza© Getty Images

¿Pueden todos los niños con autismo o con un trastorno de aprendizaje someterse a la estimulación cerebral no invasiva o necesitan cumplir una serie de requisitos o características?

Es importante saber que esto no es una panacea que quite todos los problemas. Requiere que sepamos suficiente acerca de cuál es la alteración responsable de los problemas que presenta cada niño. Es ese tipo de previsión individualizada. Eso es muy bueno, pero también quiere decir que es posible que un niño no sea un candidato para estas técnicas en este momento por la severidad del problema, por lo extenso de la alteración.

Luego también hay aspectos que hacen que las secuelas puedan ser más peligrosas. Por ejemplo, si un niño ha tenido cirugía previa o tiene una derivación del músculo peritoneal, eso crea un defecto en el cráneo que puede alterar el flujo de la corriente. O sea, puede haber mil razones por las cuales uno no sea un candidato apropiado todavía, dado lo que sabemos.

¿Es entonces más fácil de emplear en niños con problemas más leves asociados al trastorno?

Quizás. Yo creo que sí. De nuevo, depende de la diana. Por ejemplo, uno puede coger y plantear que que lo que más causa discapacidad en un niño con un grado más severo del espectro autista es su impulsividad y su tendencia a autolesionarse, a comportamientos agresivos. Y eso lo podemos mejorar. Lo que no hacemos es quitar todo lo demás; sigue habiendo aspectos alterados en el comportamiento, pero puedes identificar el sustrato de ciertos síntomas y mejorar esos.

¿Cómo identifican esa diana de la que habla, cómo saben al lugar del cerebro al que tienen que dirigir esa estimulación?

Tenemos técnicas de neuroimagen (por ejemplo, la resonancia magnética cerebral) y técnicas de neurofisiología (por ejemplo, la halografía de alta densidad que nos permite medir con precisión dónde y cómo está alterada una cierta función). Yo pienso en ello como leer el cerebro; es decir, tenemos técnicas para leer el cerebro en el contexto de querer hacer ciertas cosas. Si esas técnicas permiten identificar el sustrato alterado en un niño, entonces tenemos técnicas para para normalizar o para cambiar ese sustrato.

Pero tal y como dices, la pregunta es pero ¿cómo hay que normalizarlo?, ¿en qué dirección lo cambiamos? Eso se convierte en una pregunta experimental, en un nivel muy simple. Al fin y al cabo, lo que estamos diciendo es: “esto está funcionando mal y da lugar a estos síntomas; vamos a hacer que funcione de una forma distinta y a ver si eso quita esos síntomas”. Tenemos hipótesis de cómo es más probable que haya que hacer que funcione distinto, pero lo que necesitamos es medir cómo se ha cambiado y ver si eso se traduce en el beneficio que queremos.

A veces la hipótesis resulta ser correcta, pero a veces la hipótesis resulta que es falsa y lo que necesitamos hacer es cambiarlo de una forma distinta a su vez. Es decir, es un componente todavía experimental en el sentido de decir “esto probablemente es como hay que cambiarlo, pero vamos a ver si, al cambiarlo así, en Pedro o en María, se traduce en el cambio que queremos”.

¿Me puede hablar de algún niño, de algún caso real con el que hayan trabajado (sin dar datos de él, claro) con el que hayan trabajado y que las familias le hayan hecho saber que ha mejorado notablemente en algún aspecto?

El ejemplo que te he dado es de el un niño en concreto que tiene un trastorno del espectro autista y sabemos, incluso, qué gen está alterado, que produce alteraciones y para el que todavía no hay un abordaje de modificación del gen para solventar la patología. Parte de los síntomas que tenía eran mucha tendencia a comportamientos autolesivos; cuando se ponía muy emocional, para bien o para mal, enfadado o contento, se pegaba y se hacía daño y pegaba a otros, se ponía muy agresivo. Identificar todo eso y comprobarlo permite que sea mucho más fácil ahora, al ayudarle con otras técnicas, y que además no se se lesione a sí mismo.

Y ese es un caso en el cual la estimulación le ha ayudado, y mantener la estimulación periódicamente en casa, con los padres, con la supervisión adecuada, permite que continúe de una forma más estable, pudiendo trabajar en los otros aspectos de la enfermedad que tiene.

No es una cura milagrosa, es un proceso experimental en gran medida todavía, donde lo mejor sería participar en estudios de investigación

Dr. Álvaro Pascual-Leone, neurólogo

Otro ejemplo son los niños que tienen trastornos de atención más severos pero más específicos, donde podemos identificar el sustrato de la regulación de la atención y ayudar a normalizarlo. Y luego, con el apoyo psicológico adecuado, el mantener y seguir aprendiendo y funcionar adecuadamente.

Un tercer aspecto es que podemos hacer una intervención para dislexia, por ejemplo, o para discalculia, dificultades de lenguaje y para poder adquirir conceptos matemáticos y acelerar la recuperación que se puede conseguir con ello, combinando la estimulación con el abordaje terapéutico del comportamiento.

Y todo eso son casos concretos. Un último caso son los niños cuyo trastorno del aprendizaje está causado por una alteración relacionada con la epilepsia, descargas epilépticas en el cerebro. No da lugar a crisis, pero son descargas epilépticas las que alteran la función del circuito. Y podemos quitar esas descargas epilépticas, reduciendo la cantidad de medicación que necesita, haciendo que estén globalmente mejor y que esa alteración epiléptica ya no sea activa o no sea tan activa y, por lo tanto, que puedan aprender y recuperar funciones de una forma más eficaz.

Creo que son herramientas que prometen de forma muy específica, personalizada y precisa solventar el problema subyacente o, por lo menos, parte del problema subyacente, y mejorar la condición de los niños y, por lo tanto, su recuperación. Y, ya te digo, creo que se puede ayudar a niños hoy, mientras seguimos aprendiendo y mejorando estas técnicas.

Dado que algunos psicólogos señalan que existe un sobrediagnóstico del TDAH, me gustaría saber: ¿las técnicas de neuroimagen y neurofisiología actuales permiten determinar con precisión si los síntomas de hiperactividad y falta de atención en un niño se deben realmente al TDAH o tienen otros orígenes? Y en caso de que estas técnicas puedan hacer esta distinción, ¿el tratamiento sería diferente según la causa identificada?

Una de las primeras cosas en el planteamiento que estoy describiendo es medir la alteración, modificar esa alteración y ver si cambia el comportamiento de la forma deseada. Si lo planteas así, entonces la primera cosa que aprendemos es, en ese niño concreto, ¿cuál es la relación causal de la alteración identificada y del comportamiento? Y te encuentras que no hay una relación causal, sino que cambias esa alteración y el comportamiento sigue estando alterado. O sea que el problema es otro. Lo primero es establecer esas relaciones causales que, en gran medida suponemos, pero que hasta hasta hace muy poco no podíamos poner a prueba.

Creo que vale la pena destacar, como última cosa, que a parte de lo que estamos hablando, hay un componente llamemos “ético” importante porque lo que estamos haciendo, al fin y al cabo, es expedir un patrón de actividad y cambiar literalmente cómo funciona ese cerebro. Y, como estamos hablando, el resultado puede ser justo el deseado, pero puede hacer que haya aspectos no anticipados o no deseados y, por lo tanto, el poner el balance de riesgo-beneficio (riesgo en el sentido de las cosas que conocemos, pero también las que no conocemos), contra el beneficio de quitar síntomas que limitan al individuo, al niño. Creo que es muy importante. 

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