Alojarse con una familia en el extranjero puede ser una gran experiencia, ya que la inmersión lingüística y cultural es total, al convivir en otra lengua y con otras costumbres cada día. Es una modalidad que está indicada para los que busquen esta vivencia o para los más jóvenes, que necesitan de mayor apoyo y seguimiento.
Hablamos con Pablo Martínez de Velasco, presidente de la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (ASEPROCE), para que nos cuente qué requisitos son exigibles en la familia anfitriona y cómo es el proceso de adaptación del niño o el adolescente.
Las familias de acogida en el extranjero deben ofrecer un entorno seguro, acogedor y culturalmente enriquecedor
¿Qué requisitos debe tener la familia que acoge a un estudiante extranjero?
"La convivencia diaria con personas locales permite aprender el idioma de forma natural y adquirir habilidades como la flexibilidad, la autonomía o la capacidad de adaptación. Es una experiencia que fomenta la madurez, el respeto y la apertura de mente, muy valiosas para el desarrollo personal del estudiante", destaca Pablo Martínez de Velasco.
No obstante, es importante que ese ambiente familiar en el que se va a integrar el estudiante sea favorable y cumpla con una serie de requisitos. ¿Cuáles son? "La familia de acogida debe ofrecer un entorno seguro y estructurado. Es fundamental que esté comprometida con la integración del estudiante, que tenga disposición para compartir su cultura y para acompañar al joven durante su proceso de adaptación", señala.
¿Cómo tener garantías de que la familia cumple esos requisitos? "Las organizaciones en destino, con las que colaboran las agencias serias, son las responsables de evaluar previamente a las familias anfitrionas. Este proceso incluye la verificación de antecedentes, motivaciones, condiciones de alojamiento y compatibilidad con el perfil del estudiante, todo ello conforme a estándares de calidad reconocidos, como la Norma ASEPROCE", aclara.
¿Qué pasa si el estudiante no está a gusto con la familia?
A veces esa adaptación deseable entre el estudiante y la familia que lo acoge en el extranjero no se da. Hay que saber que no existe una ley que obligue expresamente al cambio de familia, pero "las empresas serias y acreditadas se comprometen contractualmente a velar por el bienestar del estudiante", señala
En este sentido, "si, tras un periodo razonable de adaptación, se detectan problemas relevantes de convivencia o integración, se activa un protocolo de seguimiento y, si es necesario, se procede al cambio de familia. No hay un número máximo de cambios establecido, pero siempre se busca un equilibrio entre facilitar la adaptación y garantizar la estabilidad del estudiante". En todo caso hay que saber que en algunos programas, por su propia normativa, el cambio puede estar sujeto a restricciones o requerir una evaluación previa más estricta.
¿Cuál es el tiempo medio de adaptación a la familia?
Cada persona y cada entorno familiar son diferentes, por eso resulta muy complicado establecer un tiempo de adaptación de forma global. "En algunos casos, la integración es rápida y natural desde el primer momento; en otros, puede requerirse un poco más de tiempo para que ambas partes se ajusten", comenta el representante de ASEPROCE.
"Lo que sí es fundamental es que las familias de acogida ofrezcan un entorno seguro, acogedor y culturalmente enriquecedor. Deben integrar al estudiante como un miembro más del hogar, involucrándolo en la vida diaria y brindándole apoyo emocional. Además, están obligadas a proporcionar alojamiento adecuado, alimentación completa y mantener una comunicación constante con la organización responsable del programa. Su papel es clave para garantizar que la experiencia de intercambio sea positiva, formativa y plenamente inmersiva", añade.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes que presentan los estudiantes en las familias?
Habitualmente, los problemas que presenta el estudiante que se aloja con una familia tienen que ver con el proceso natural de adaptación. Tengamos en cuenta que es una nueva cultura, un idioma diferente y un entorno distinto. "Es normal que, durante las primeras semanas, el estudiante experimente lo que se conoce como 'choque cultural', una etapa marcada por la frustración, la nostalgia y, en algunos casos, el deseo de regresar a casa. Esto puede deberse a barreras idiomáticas, diferencias en los horarios, los hábitos alimenticios, las normas del hogar o simplemente a una forma de vida distinta a la que está acostumbrado", tranquiliza Pablo Martínez de Velasco.
Este proceso de adaptación suele discurrir por varias fases. En la primera, el estudiante está emocionado por todas las novedades que está viviendo. Siente curiosidad y todo le resulta atractivo e interesante. Pero cuando esa novedad desaparece, comienza la adaptación real, "en la que el estudiante percibe con mayor claridad las diferencias culturales y puede sentirse desubicado o incluso frustrado por no dominar el idioma o por la dificultad de integrarse".
Dándose un tiempo y con el acompañamiento adecuado de la familia y de la agencia, el estudiante va familiarizándose con ese nuevo entorno, a la vez que se maneja mejor en el idioma, hace amigos y se integra en la dinámica familiar. "Esta evolución forma parte esencial de la experiencia y contribuye de manera decisiva a su crecimiento personal, su autonomía y su capacidad para desenvolverse en entornos diversos", concluye el presidente de ASEPROCE.