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Niña triste víctima de acoso sentada en la ventana© Adobe Stock

Todo un reto: cómo recuperar la autoestima cuando un niño ha sido acosado

El acoso o la discriminación son situaciones traumáticas durante la infancia y la adolescencia, que tienen intensas implicaciones en la vida emocional del menor. ¿Cómo reparar sus efectos? ¿De qué manera influye en sus relaciones a partir de ese momento?


3 de junio de 2025 - 17:00 CEST

Ser víctima de acoso o de discriminación es una experiencia sumamente dura para las víctimas. Se genera un trauma con muchas aristas en lo personal y en lo emocional que debe ser tratado. Una de las implicaciones más claras es sobre la autoestima del niño o adolescente que ha vivido estas situaciones.

Hablamos son Irene López, psicóloga y directora del centro Anda Conmigo, de Boadila del Monte (Madrid), para que nos explique el alcance que tiene y cómo recuperar la confianza en sí mismos y restaurar su autoconcepto.

Las víctimas pueden llegar a interiorizar los mensajes de rechazo, generando una identidad marcada por el miedo, la vergüenza o el desvalor

Irene López, psicóloga

Autoestima: por qué se daña tanto tras el acoso

El impacto sobre la autoestima tras haber sufrido estas experiencias es profundo y duradero. "La autoestima, entendida como la valoración que hacemos de nosotros mismos, se construye en gran medida a través del espejo social: cómo nos ven, nos tratan y nos validan los demás. Cuando ese reflejo está lleno de rechazo, burlas, aislamiento o desprecio, el menor puede empezar a verse a sí mismo como alguien inadecuado, defectuoso o poco valioso", explica la experta.

Estos sentimientos se arraigan en el menor, generando inseguridad, miedo al juicio ajeno, dificultades para confiar en los demás e incluso una actitud de autocensura, como detalla la psicóloga. Todo ello sin olvidar cómo afecta al rendimiento académico, a la motivación y a las relaciones sociales que mantiene la víctima: "Algunos niños se vuelven más retraídos y evitan situaciones sociales, mientras que otros pueden desarrollar conductas desafiantes o agresivas como mecanismo de defensa".

Todo ello se ve influenciado además porque las víctimas suelen sentirse culpables de lo que ha pasado o, de algún modo, merecedores de ese trato. "Los niños y adolescentes están en pleno desarrollo de su identidad y autoconcepto, por lo que tienden a interpretar las experiencias negativas como una validación de sus 'defectos'. Frases como 'es que yo soy raro', 'si no hablara así, no se meterían conmigo' o 'no le gusto a nadie' reflejan una autoestima dañada que ha sido construida sobre el rechazo recibido", advierte Irene López. 

Este fenómeno, conocido como 'culpabilización de la víctima' suele producirse sobre todo cuando el acoso ha sido prolongado, sutil o cuando el afectado no ha tenido una respuesta clara de protección por parte de los adultos.

Niño con mensaje pintado en las manos de STOP Bullying© Adobe Stock

Ante el acoso, pedir ayuda cuanto antes

Cuando el menor es víctima de acoso o discriminación y comienza a ofrecer señales persistentes de malestar es el momento de buscar ayuda. ¿Cómo detectarlo? "Si el niño muestra cambios bruscos en el estado de ánimo, retraimiento social, pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba, alteraciones del sueño o la alimentación, quejas físicas frecuentes sin causa médica (como dolores de cabeza o de estómago), ansiedad, bajo rendimiento académico o expresiones de autodesvalorización, es esencial intervenir", destaca la especialista.

Igualmente es aconsejable pedir ayuda cuando los padres o los docentes ya no tienen herramientas para acompañar a ese niño o adolescente. También cuando se ven afectadas distintas áreas de su vida, o cuando estamos ante una situación prolongada de este tipo. Y es que la experiencia del acoso o la discriminación tiene consecuencias más allá del plano emocional, pues afecta a nivel psicológico, social, académico o incluso físico.

"Es frecuente observar síntomas de ansiedad, depresión, trastornos del sueño, fobias escolares o trastornos psicosomáticos (dolores de cabeza, problemas digestivos, etc.). También pueden desarrollar baja tolerancia a la frustración, sensación de indefensión aprendida o incluso ideación suicida en los casos más graves y sostenidos en el tiempo. En el plano social, estas víctimas suelen aislarse o tener serias dificultades para establecer relaciones de confianza, lo que perpetúa un sentimiento de soledad e incomprensión. Además, pueden llegar a interiorizar los mensajes de rechazo, generando una identidad marcada por el miedo, la vergüenza o el desvalor", señala Irene López.

En el plano académico, suele haber desmotivación, descenso del rendimiento, absentismo y incluso abandono escolar, porque un entorno que debería ser seguro se convierte en amenazante. "Por todo esto, es fundamental actuar de forma rápida, coordinada y empática, asegurando que el niño o adolescente cuente con apoyo emocional, redes de protección y espacios de validación donde pueda reconstruirse desde la dignidad y la confianza", insiste.

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El papel de la familia para recuperar el bienestar emocional

La familia tiene una importancia clave en la recuperación anímica y emocional del menor, especialmente en la recuperación de su autoestima y su confianza en los demás. ¿Qué deben hacer los padres? "Lo primero es validar su experiencia: escuchar sin juzgar, sin minimizar lo ocurrido y transmitir con claridad que nada justifica el daño recibido. Es crucial que el menor se sienta creído y protegido".

"Además, es importante crear un entorno familiar seguro, predecible y afectuoso, donde el niño pueda expresarse con libertad y sin miedo a ser juzgado. Promover actividades que fortalezcan su autoestima, como deportes, arte o voluntariado, le permitirá experimentar logros y sentirse competente de nuevo. También es recomendable fomentar relaciones positivas fuera del contexto en el que ocurrió el acoso, ayudándole a conectar con nuevos grupos o amistades donde pueda sentirse valorado", recomienda la experta del centro Anda Conmigo.

El niño debe recibir por parte de su familia este mensaje: “Esto que viviste no define quién eres. Tienes derecho a ser tratado con respeto y mereces sentirte bien contigo mismo".

sabes hacer escucha activa con tu adolescente © AdobeStock

Volver a tener relaciones sanas de amistad

Hay que tener en cuenta que reconstruir las relaciones de amistad tras estas nefastas experiencias no es sencillo, por lo que es importante no forzar la socialización, sino permitir que se dé de forma progresiva. 

"Desde un enfoque terapéutico, se puede trabajar en habilidades sociales básicas, como aprender a poner límites, identificar señales de respeto y respeto mutuo, asertividad y resolución de conflictos. También es útil enseñarles a detectar señales de relaciones tóxicas o desequilibradas, y fomentar el criterio propio a la hora de elegir con quién compartir su tiempo", destaca Irene López.

Con respecto a la familia, "puede colaborar ofreciendo espacios de socialización saludables (como actividades extracurriculares en entornos seguros), escuchando sin juzgar sus experiencias, y promoviendo la autoestima del menor desde lo cotidiano: reconociendo sus fortalezas, animándole a expresar lo que siente y mostrándole que merece ser tratado con dignidad y afecto".

El menor debe saber que no todas las relaciones son iguales, y que hay personas con las que sí se pueden establecer vínculos basados en el respeto, la empatía y la confianza. "A través de este acompañamiento, el menor podrá reconstruir su seguridad relacional sin vivir desde el miedo", tranquiliza la experta.

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