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Niña autista abraza a un perro de terapia© Getty Images

Neurodesarrollo

Así ayudan los perros a los niños con autismo: la terapia que mejora su día a día

Los perros entrenados especialmente para asistir y acompañar a niños con autismo les ayudan a superar algunas de sus dificultades, especialmente las que tienen que ver con la interacción social


29 de mayo de 2025 - 7:30 CEST

Los niños que se encuentran dentro del espectro autista presentan una serie de dificultades, especialmente en todo lo que tiene que ver con la interacción social y con comportamientos restrictivos e inflexibles. Si bien no todos los niños con autismo presentan las mismas dificultades ni en el mismo grado, sí que todos precisan de atención y terapias especializadas para ayudarles a superar esas dificultades.

Una de las terapias con niños y adolescentes autistas por las que muchas familias y centros están apostado es por la terapia asistida con animales y, en concreto, con perros. El motivo es que los perros poseen una gran capacidad para interpretar la comunicación humana y para responder a las señales humanas. “Estas características sociales del perro facilitan el niño con TEA en su intención comunicativa y le ofrecen la posibilidad de experimentar un vínculo construido a través del contacto y de la reciprocidad corpórea”, explica Caterina Zamburlini, especialista en Intervenciones Asistidas con Perros de la Fundació S'Hort Vell.

“Además, el contacto con los perros puede ayudar a crear un clima de autenticidad emotiva, estimulando, por ejemplo, la dimensión lúdica, corpórea, imaginativa y la expresividad emocional de los pacientes”, añade. “Podríamos decir que, en estos tipos de intervenciones, los perros actúan como facilitadores y mediadores de los procesos terapéuticos”.  

¿Cómo ayudan los perros de terapia a los niños con autismo?

Dadas las características de los perros especialmente entrenados para ello, las terapias asistidas en niños con CEA (Condición del Espectro Autista, como lo denomina la Real Academia Nacional de Medicina de España desde el pasado mes de abril) favorecen la adquisición de conductas sociales por parte de estos niños, que luego podrán trasladarlas posteriormente a su día a día.

“Por ejemplo, en las sesiones podemos fomentar conductas positivas como: estimular la interacción social, promover las conductas de juego, favorecer el uso del lenguaje verbal y no verbal, etc.”, detalla Zamburlini. “En el mismo tiempo, en las intervenciones podemos trabajar para disminuir la frecuencia de conductas negativas, como la agresividad hacia el otro y hacia sí mismo”.

El contacto con los perros puede ayudar a crear un clima de autenticidad emotiva, estimulando, por ejemplo, la dimensión lúdica, corpórea, imaginativa y la expresividad emocional de los pacientes

Caterina Zamburlini, especialista en Intervenciones Asistidas con Perros

Otro aspecto fundamental que los terapeutas pueden trabajar con los menores con la condición de autista en estas terapias es, tal y como nos indica la especialista, potenciar las habilidades propias de los pacientes. Como cabría esperar, “los objetivos que se trabajan en cada sesión se definen previamente a partir de las características y de las necesidades del usuario; es decir, no se trata de improvisar una interacción entre un niño con TEA y nuestro perro de casa”, puntualiza la especialista de la Fundació S'Hort Vell.

“Es importante acordar que la terapia asistida con perros es complementaria a otros procesos terapéuticos (psicoterapia, logopedia, fisioterapia, etc.)”, subraya.

Terapia asistida con perros en niños con autismo© Getty Images

¿Cómo es el entrenamiento de los perros que participan en terapias de niños con TEA?

Los perros de terapia que trabajan con niños con autismo reciben un entrenamiento específico, prolongado y altamente especializado, enfocado tanto en habilidades técnicas como en aspectos emocionales y de comportamiento”, tal y como indica Sònia Sáez, veterinaria y responsable de Comunicación en Purina España. En concreto, se les prepara y adiestra en las siguientes áreas que enumera Sáez:

  • Tolerancia al ruido, al contacto físico y a entornos diversos, garantizando que el perro mantenga la calma en situaciones estresantes o desconocidas.
  • Obediencia avanzada y seguimiento de comandos personalizados, adaptados a las rutinas de los niños y actividades a desarrollar en las sesiones.
  • Capacidad de generar interacción y estimular la comunicación, fomentando el contacto visual, el juego compartido y la expresión emocional.
  • Control de conductas de fuga, mediante técnicas de anclaje que permiten al perro actuar como barrera de seguridad física si el niño intenta huir o escapar ante una situación estresante.
  • Convivencia y apego emocional, favoreciendo el desarrollo de un vínculo fuerte, estable y protector.
  • Aprendizaje de habilidades específicas, enfocadas a cubrir las necesidades de las personas con las que van a trabajar, o a aprender actitudes que ofrezcan beneficios cuando interactúen con personas en espacios terapéuticos.

Los perros de terapia que trabajan con niños con autismo reciben un entrenamiento específico, prolongado y altamente especializado, enfocado tanto en habilidades técnicas como en aspectos emocionales y de comportamiento

Sònia Sáez, veterinaria

La veterinaria especializada de Purina nos explica que el proceso de formación puede durar alrededor de 12 a 18 meses, “una vez el animal esté correctamente socializado y entrenado en competencias básicas”. En este entrenamiento tan específico participan de manera activa profesionales expertos en comportamiento canino y terapeutas especializados, “quienes trabajan conjuntamente para asegurar que el perro esté preparado para integrarse plenamente a la plantilla de perros de terapia que van a dar soporte en planes terapéuticos concretos”.

¿Cómo son los perros que participan en las terapias para niños con TEA?

No cualquier perro puede formar parte de una terapia asistida para niños con CEA. En contra de lo que se pueda creer a priori, ni la raza ni la edad son determinantes a la hora de elegir a un perro para una terapia de este tipo; lo que se busca es que cumpla una serie de características, que enumera Sònia Sáez:

  1. Sociables y amigables con las personas. “Los perros de terapia deben tener una inclinación innata a relacionarse con humanos, especialmente con niños” y es importante, además, que muestren una tendencia natural a complacer a las personas.
  2. Carácter predecible. “No deben tener comportamientos impulsivos e imprevistos, como saltar repentinamente o reaccionar de forma agresiva o nerviosa ante una caricia torpe o cualquier otro estímulo”, puesto que esto podría asustar en exceso al niño.
  3. Ni excesivamente tranquilos ni demasiado activos. “Los perros de acompañamiento en hospitales no pueden tener un carácter muy nervioso, pero tampoco es bueno que sean demasiado calmados. Como casi siempre, lo ideal es un término medio”.
  4. Obedientes. Estos perros deben tener un carácter dócil y, como no podía ser de otro modo, deben ser capaces de responder bien a las órdenes y comandos de sus entrenadores.
  5. Capacidad de concentración. “Todos los perros que ayudan a personas en hospitales deben estar centrados en su trabajo”, subraya la veterinaria. “Por eso, es fundamental que no se despisten ante cualquier distracción del entorno, especialmente en un hospital lleno de distracciones”.
  6. Tolerantes con todo tipo de personas. “Es importante que los perros de terapia se lleven bien con personas de todas las edades y que, por ejemplo, no se pongan nerviosos ni muestren ansiedad con niños muy pequeños”.
  7. Adaptables. Los perros de ayuda en hospitales cambian de entorno habitualmente y están en contacto con diferentes pacientes de forma regular. “Por eso, es fundamental que sean capaces de adaptarse a estos nuevos escenarios sin mostrarse asustados o ansiosos”.
  8. Inteligentes. Los perros que acompañan en hospitales son animales entrenados para ayudar a las personas. Para ello, pasan por un adiestramiento que se focaliza en desarrollar habilidades como la obediencia y la socialización, como hemos señalado anteriormente. “Además, aprenderán una serie de comandos básicos que deben interpretar y obedecer en todo momento”.
  9. Les gusta ser acariciados. “Del mismo modo que les ocurre a las personas, no a todos los perros les gusta que les acaricien”, recuerda Sáez. “Aunque tengan todas las demás cualidades que estamos viendo, es muy importante que no reaccionen de forma no deseada ante una caricia”.
  10. Saludables física y psicológicamente. Es necesario que los perros estén saludables, ya que van a desarrollar su trabajo en hospitales o con personas con problemas de salud. “Pero lo más importante es que disfruten de lo que están haciendo, y se les asegure unos períodos de descanso adecuados para que cojan fuerzas antes de las siguientes sesiones”.

Los perros, más allá de las terapias con niños autistas

Además de los perros que participan en las terapias, muchos de estos animales se convierten en perros de asistencia, que acompañan a niños con autismo en su día a día (y que también han sido especialmente entrenados para ello). Estos perros de asistencia son “compañeros leales y estables, capaces de transformar su entorno emocional”, asegura la veterinaria. “No solo ofrecen compañía, sino que también favorecen el desarrollo de habilidades sociales y mejoran la autoestima del niño, ya que se sienten aceptados, comprendidos y no juzgados”. 

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