Aina Buforn, orietadora especializada en familias enlazadas, y Berta Capdevila, terapeuta especializada en ese mismo ámbito, son las autoras del libro Manual para la madrastra moderna (Ed. Alfaguara). Se trata de una obra que da las claves para vivir en una familia reconstituida de la mejor forma posible. Ambas son madrastras y fueron hijastras y de ese conocimiento propio crearon la cuenta de Instagram @ser_madrasta porque hay pocos roles que conciten tantas malas opiniones y tantas exigencia socialmente. Y ellas quieren desterrarlos.
Al principio nadie quiere verse a sí misma como madrastra, pero tener una palabra propia nos ayuda a definir nuestro lugar en casa, a conectar con otras mujeres en la misma situación y a darnos cuenta de que vivimos dificultades muy parecidas que debemos transformar como sociedad
El término madrastra ha tenido tradicionalmente una connotación negativa que perdura hoy. ¿Habría que cambiarlo o las generaciones avanzan hacia otro concepto más bondadoso?
Aunque cada madrastra encuentra la forma en que le gusta ser llamada, no queremos renunciar al término, sino apropiarnos de él. Es cierto que al principio nadie quiere verse a sí misma como madrastra, pero tener una palabra propia nos ayuda a definir nuestro lugar en casa, a conectar con otras mujeres en la misma situación y a darnos cuenta de que vivimos dificultades muy parecidas que debemos transformar como sociedad.
Por este motivo nos hemos sacudido los complejos y hemos decidido nombrarnos como madrastras. ¡Y es increíble cómo están cambiando las cosas! Cada vez más mujeres muestran este título con orgullo, y más hijastras e hijastros lo están normalizando.
Además, la verdad es que nos sentimos mucho más vinculadas si hablamos de “mi hijastro” que si hablamos del “hijo de mi pareja”.
Habéis sido hijastras, ¿cómo influye esta experiencia de vida cuando os convertís en madrastras?
La madrastridad nos pilló totalmente por sorpresa, como a la mayoría de mujeres. Pero el hecho de haber sido hijastras nos ayudó a distanciarnos de las voces que plantean la separación y la formación de nuevas parejas como si fuera una desgracia y un motivo de sufrimiento para los niños. Sabíamos por experiencia que tener una familia enlazada puede ser una gran fuente de experiencias y de amor, incluso cuando las relaciones no son perfectas.
Además, haberlo vivido como niñas y como adultas nos da una perspectiva amplia para comprender las emociones de todas las partes implicadas: los niños, las madres y padres separados, las nuevas parejas, la familia extensa… Es una gran ayuda en nuestro trabajo para acompañar a las familias a comprender su modelo familiar, afrontar los retos que plantea y valorar toda la riqueza que puede aportar.
¿Cuál debería ser, idealmente, el papel de una madrastra con los hijos de su pareja?
Debemos tener en cuenta que la relación de la madrastra con sus hijastros no depende solo de ella: los niños están haciendo su proceso, los padres están gestionando la separación, la familia extensa (abuelas, tíos, amistades, etc.) tienen un papel importante, y la propia madrastra se encuentra en un rol nuevo que debe encajar, poco a poco, con su situación vital. Todos estos elementos tienen un gran peso. Por ejemplo, si los padres hacen un buen cierre de la separación y ambos elaboran su duelo por este cambio, la relación entre madrastras e hijastros suele hacerse mucho más sencilla y fluida.
Por todos estos motivos, partir de que hay una forma 'ideal' de ser madrastra pone demasiado peso en una sola persona y causa malestar tanto en ella como en el resto de la familia, porque no permite la flexibilidad necesaria para adaptarse a tantos condicionantes. De ahí la necesidad de dejar de lado los ideales, desechar viejos estereotipos y apoyar a las madrastras en el proceso de encontrar su manera única de ejercer este rol. ¡Ellas son las mayores expertas en su dinámica familiar!
Las familias enlazadas cada vez son más numerosas, ¿están cambiando las dinámicas familiares de antaño o sigue habiendo los mismos problemas?
Las familias están cambiando, pero esta es una realidad que todavía se está asumiendo en nuestra sociedad. Así como ya no se percibe la ruptura de una relación con hijos de forma tan dramática como antes, la llegada de nuevas parejas sigue generando incertidumbre y desconfianza para muchos. ¿Quién será esta persona que llega a la familia? ¿Cómo se llevará con los niños/as? ¿Cómo se tomará la madre la llegada de la madrastra a la familia?
A día de hoy, todavía usamos el referente materno para hacer un baremo del éxito de la madrastra dentro de la familia. Si la madrastra “actúa como una madre” se la percibe de forma positiva porque está esforzándose para encajar en la familia, pero también esto hace que salten las alarmas y rápidamente se le recuerde que no debe ocupar el lugar de la madre. Esto hace que el rol de la madrastra sea tan confuso y contradictorio y que todavía hoy cueste definir qué implica tu papel en la familia.
A las madrastras se les exige que desde el minuto uno que quieran a los hijastros como si fuesen sus hijos, pero a los hijastros no se les pide lo mismo porque nos parece un sin sentido
Comentáis que el libro surge para ayudar a las madrastras con aquello que os hubiera gustado saber cuando os llegó vuestro turno…
Nos habría encantado saber que formar una familia enlazada es una carrera de fondo que puede llevar de 4 a 7 años hasta que se siente como un núcleo seguro y que puede tomar mil formas diferentes: desde relaciones muy intensas parecidas al ideal de la familia normativa a una convivencia respetuosa o incluso a una no convivencia. Al principio quieres asentar enseguida la relación con los hijos de tu pareja o definir muy claramente cuál es tu lugar y a veces pones tanta energía en esto que te olvidas de cuidar el resto de aspectos de tu vida.
Pensar que tu relación de pareja depende de que tengas la relación perfecta con sus hijos desde el minuto cero es un camino directo a la infelicidad y al resentimiento. También hay que prepararse para no sucumbir ante el estereotipo de la madrastra malvada, que va a hacer que te cuestiones constantemente, que otras personas se sientan autorizadas a cuestionarte y que tu autoestima se resienta si no cuentas con un buen apoyo. Especialmente cuando no tienes hijos, es fácil sentirte desplazada en la familia y exigirte ser perfecta o renunciar a tu voz y tus límites para encajar.
Si nos lee alguna nueva madrastra, nos gustaría recordarle que ella es un miembro más de la familia, que no tiene que demostrar nada a nadie, que debe haber lugar para sus ilusiones y necesidades, así como lo hay para las de las demás y que no debe abandonar su vida personal ni fundirse con el nuevo núcleo para que funcione. Nos gustaría transmitirle que su mayor valor, y la manera de ideal de ser madrastra, es ser ella misma.
¿Cuáles son las líneas rojas que no debería sobrepasar la madrastra?
Las del respeto. Y esto engloba dos partes. Por un lado, todas las relaciones deben tener el mismo denominador común que es el respeto. Y nunca, bajo ningún concepto, perderlo. Da igual si no terminamos de llevarnos bien, esta es una línea roja que no podemos sobrepasar. Y, por otro lado, y en relación con el respeto, está la conexión con nosotras mismas. Cuando llegamos a la familia tenemos tantas ganas de encajar, de formar parte, de que nos acepten y de que no nos perciban como la madrastra malvada de cuento que nos entregamos en cuerpo y alma. Nos entregamos tanto que empezamos a poner a todos y a todo en el centro de nuestras prioridades y terminamos descuidándonos nosotras mismas. Por eso, lo primero que debería hacer una madrastra que empieza en esto de la familia enlazada es parar y preguntarse '¿Hasta dónde me quiero implicar?' Y a partir de ahí empezar a construir un lugar que también sea válido para ella.
¿Es diferente la experiencia de ser madrastra de la de ser padrastro?
A pesar de que las dificultades dentro de la familia son parecidas (sentirse parte de la familia, conectar con su pareja, etc.) socialmente a los padrastros se los percibe con menos exigencia que a las madrastras. Un hombre que inicia una relación con una mujer que tiene hijos de una relación anterior, por poco que haga, ya se le considera un héroe.
Cuando hablamos de madrastras y la familia enlazada, el único referente que tenemos es el de la madre, por lo que todavía se sigue esperando de la madrastra que actúe “como lo haría una madre” dentro de la familia, pero si lo hace saltan rápidamente las alarmas porque no debe ocupar nunca ese lugar. Para un padrastro, existe mucha más libertad para hacer o no hacer en su familia enlazada.
¿Qué hacer cuando no hay vínculo positivo posible con los hijastros? ¿Cómo influye en la relación de pareja?
Es importante desterrar el mito de que si la relación con los hijastros no es buena, la relación de pareja no es viable. Porque eso alimenta otro mito que es “si no los quieres como si fuesen tus hijos, esto no puede funcionar”. A las madrastras se les exige que desde el minuto 1 quieran a los hijastros como si fuesen sus hijos, pero a los hijastros no se les pide lo mismo porque nos parece un sin sentido. Los vínculos no pueden forzarse, necesitan de tiempo y que ambas partes estén receptivos a él. Si esto no sucede y la relación con los hijastros es tirante o tensa, no es el fin del mundo.
Hay que despedirse de las expectativas que teníamos en cuanto a lo que nos habría gustado que fuese la familia y es normal sentirse triste por ello. Pero lo bueno de los nuevos modelos familiares es que también son más flexibles en cuanto a las posibilidades de configuración y podemos valorar nuevas formas de convivencia. Lo importante es que exista una comunicación respetuosa y fluida en la pareja para poder llegar a acuerdos y construir un modelo que les funcione. ¡Cada pareja es un mundo!