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Psicología

La anorexia o la bulimia comienzan ya a detectarse en niñas de entre 8 y 10 años

¿Cómo afecta al desarrollo de estas niñas un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)a tan corta edad? ¿Qué consecuencias añadidas tiene?


1 de febrero de 2024 - 18:38 CET

Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como la anorexia o la bulimia se asocian tradicionalmente a la adolescencia, etapa considerada de mayor riesgo para que den comienzo este tipo de trastornos. Sin embargo, cada vez se detectan a edades más tempranas: “efectivamente, observamos que hay un incremento de casos con trastornos de conducta alimentaria en menores de 12 años”, advierte Marta Gago Coira, psicóloga especialista en TCA y directora asistencial del Centro Maradam de Madrid (www.maradam.com). “En la práctica clínica cada vez nos llegan más casos y hay un claro aumento de la incidencia en TCA. Después de la pandemia se triplicó la incidencia de casos”.

Se detectan cada vez más casos de trastornos alimentarios incluso entre niñas de 8 ó 9 años, según datos recavados por la ACAB (Asociación Contra la Anorexia y la Bulimina de Cataluña). ¿A qué se debe este adelanto tan brusco en la edad? ¿Qué repercusiones añadidas puede implicar para estas niñas precisamente por su corta edad?

Causas por las que los TCA cada vez se dan a edades más tempranas

“Probablemente sea multicausal”, apunta la psicóloga especialista en TCA. “La aparición de trastornos alimentarios en edades cada vez más tempranas puede ser el resultado de una combinación de factores complejos y multifactoriales”. Entre ellos, no hay que olvidar un hecho que se viene dando de unos años para acá y que tiene que ver con una cuestión biológica, como es el adelanto de la etapa adolescente. Junto a este aspecto, Gago añade estos otros posibles factores y explica su papel en la existencia de esta tendencia:

  • Presiones socioculturales: a sociedad actual a menudo promueve estándares de belleza poco realistas y presiones para alcanzar ciertos ideales físicos. Las niñas y niños pueden sentir una presión creciente para cumplir con estos estándares, lo que podría contribuir al desarrollo de trastornos alimentarios.
  • Exposición a la imagen corporal idealizada en los medios de comunicación: la omnipresencia de imágenes de cuerpos delgados y estereotipos de belleza en los medios de comunicación puede influir en la percepción que tienen los niños sobre sus propios cuerpos y alimentación desde una edad temprana.
  • Factores familiares y personales: factores familiares, como la dinámica familiar, las actitudes hacia la comida y el cuerpo, así como experiencias personales, pueden desempeñar un papel en el desarrollo de estos trastornos.
  • Presiones académicas y sociales: las demandas académicas y sociales pueden aumentar la carga de estrés en los niños, y algunos pueden recurrir a la alimentación como una forma de controlar aspectos de sus vidas.
  • Acceso a la información: la accesibilidad a la información sobre dietas y métodos para modificar la apariencia física a través de internet y las redes sociales puede influir en la toma de decisiones en relación con la alimentación y el cuerpo.
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Consecuencias de padecer un TCA antes de llegar a la adolescencia

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria tienen graves repercusiones en todo individuo que lo padece, pero ¿qué ocurre cuando la anorexia, la bulimia o cualquier otro trastorno relacionado con la alimentación llega antes que la adolescencia? ¿Puede da lugar a repercusiones más graves en el desarrollo de las niñas y los niños que los padecen? “Los trastornos alimentarios en edad temprana tienen consecuencias que abarcan desde la salud física hasta la calidad de vida emocional y social de los niños afectados”, indica la directora del Centro Maradam.

“Es crucial abordar estos problemas de manera integral para prevenir complicaciones a largo plazo y promover una recuperación completa”. En general, estas son las consecuencias directas:

  • La salud. “En primer lugar, a nivel físico, la restricción extrema de la ingesta de alimentos puede llevar a problemas como desnutrición, afectando el desarrollo normal y causando deficiencias nutricionales”, advierte. “Esto, a su vez, puede afectar la salud general y provocar problemas gastrointestinales, hormonales, entre otros”. Si, además, el trastorno de la conducta alimentaria permanece en el tiempo y si no se tratan adecuadamente, a largo plazo “pueden causar daños físicos y psicológicos irreversibles, aumentando el riesgo de enfermedades como osteoporosis y problemas cardíacos”.
  • En el ámbito emocional y psicológico, estos trastornos suelen estar vinculados a la baja autoestima y problemas de imagen corporal. “La lucha constante con la comida y la preocupación por el peso pueden contribuir al desarrollo de condiciones como la depresión y la ansiedad”. A esto habría que sumar que los niños afectados “también pueden experimentar aislamiento social debido a la vergüenza o la incomodidad relacionada con la comida, lo que impacta en su bienestar emocional y en su capacidad para relacionarse con los demás”.
  • A nivel cognitivo, “la desnutrición puede afectar la concentración y el rendimiento académico, lo que puede generar dificultades de aprendizaje”.
  • En el ámbito social. “Estos trastornos imponen restricciones significativas en la vida diaria de los niños, limitando su participación en actividades sociales, escolares y familiares normales”. De ahí la necesidad, en muchos casos, de que el tratamiento sea a largo plazo para la recuperación completa, pues afecta a muchas áreas de la vida del niño; sería preciso, por tanto, involucrar “intervenciones médicas, psicológicas y nutricionales”.

El tratamiento de la anorexia y la bulimia en niñas, ¿es diferente al tratamiento en adultos?

Para dar respuesta a esta pregunta, lo primero que la especialista en TCA recalca es que “cada individuo es único, y la interacción de múltiples factores puede contribuir al desarrollo de trastornos alimentarios”. Y, del mismo modo que los factores que den lugar al trastorno alimentario pueden ser diferentes en cada caso, “el abordaje de estos problemas requiere un enfoque multidisciplinar que involucra a profesionales de la salud mental, médicos, nutricionistas y otros expertos”. Expone cuáles son, en términos generales, las similitudes y las diferencias en el tratamiento de Trastornos de la Conducta Alimentaria en menores y en adultos:

-Similitudes con el tratamiento en adultos:

  • Terapia Psicológica: tanto en menores como en adultos, la terapia psicológica, es un componente central del tratamiento. Ayuda a abordar las creencias y patrones de pensamiento disfuncionales relacionados con la alimentación y la imagen corporal.
  • Supervisión médica y nutricional: ambos grupos requieren supervisión médica y nutricional. La restauración de un patrón alimentario saludable y la monitorización de la salud física son elementos clave en el proceso de tratamiento.
  • Apoyo a la autoaceptación: fomentar la aceptación y el amor propio es esencial en ambos casos. Trabajar en la construcción de una imagen corporal positiva y en la aceptación de uno mismo es un objetivo común.

-Diferencias claves en el tratamiento en menores:

  • Enfoque familiar en menores: la necesidad de incluir a la familia en el proceso de tratamiento es de vital importancia en menores, reconociendo la importancia del sistema familiar en el proceso de recuperación. “Los padres y cuidadores a menudo son parte integral del proceso de tratamiento, ya que pueden proporcionar un apoyo esencial y ayudar en la creación de un entorno propicio para la recuperación”.
  • Adaptación de estrategias terapéuticas: las estrategias terapéuticas y educativas deben adaptarse al nivel cognitivo y emocional de los menores, utilizando métodos más creativos y lúdicos.
  • Intervención temprana: dada la vulnerabilidad de los menores, la intervención temprana es clave. Detectar y abordar los trastornos alimentarios en una etapa temprana puede prevenir complicaciones a largo plazo.
  • Adaptación a la edad: los enfoques terapéuticos y educativos deben adaptarse a la edad del niño. Terapias creativas, juegos y métodos de comunicación apropiados para la edad son comúnmente utilizados.