La tradición navideña de Papá Noel y los Reyes Magos es una de las más asentadas en nuestra sociedad, independientemente de si se es o no religioso. La ilusión de ver a los niños esperando con emoción desmedida el gran día, de sus nervios al abrir los regalos, de su alegría si ven alguna señal especial (una carta, una huella o encontrar vacío el vaso de leche que les han dejado)… todo eso hace no solo a los niños, sino también a los adultos, vivir la Navidad con entusiasmo. ¿Cómo no hacer a nuestros hijos partícipes de todo eso, de todo ese mundo mágico en el que todo es posible en fechas navideñas? Sin embargo, hay quien se plantea lo contrario: ¿es correcto hacerles creer que es real? Grandes maestros del mundo de la pedagogía y la mente infantil como la Dra. María Montessori abogan por no introducir la fantasía antes de los 6 años para evitar confusión en los más pequeños.
Teniendo en cuenta que el método Montessori es uno de los más respetados, admirados e incluso, seguidos por miles de familias, ¿qué propone su creadora en torno a la Navidad y los niños? ¿Cómo hacerlos partícipes de la tradición de Santa Claus y los Reyes Magos de manera respetuosa? ¿Es esto posible? Acerca de todo ello hemos hablado con Bei, asistente y guía Montessori y experta en disciplina positiva (educandoenconexion.es), quien manda a los padres un mensaje tranquilizador y aporta información de lo más interesante:
¿Cómo se debe vivir la Navidad con niños según Montessori? ¿Qué decía al respecto la Dra. María Montessori?
Partimos de la base de que la Dra. Montessori era una persona católica, con una profunda fe y espiritualidad, para la que la Navidad era la forma de celebrar el Nacimiento del Niño Jesús. La Nochebuena, para ella, era un momento de profunda espiritualidad y consideraba que cualquier otro elemento ajeno a la fe religiosa en ese momento no procedía, pero era una persona abierta a que estas celebraciones pudieran darse en otro momento.
En esta línea, la Catequesis del Buen Pastor es la forma que ideó, junto con sus colaboradoras, para transmitir a los niños y niñas la fe cristiana; para ello hay una serie de materiales, presentaciones y parábolas que se transmiten a los niños en un espacio específico de trabajo que se llama atrio, en el que, en un clima de silencio y trabajo, pueden orar (que para ella era comunicarse con Dios).
Sin embargo, aunque María Montessori era católica, su método (o como a ella le gustaba llamarlo, “ayuda para la vida”) ha traspasado su propio pensamiento para adaptarse a todo tipo de contextos y situaciones plurales, y es válido para entornos laicos. El método Montessori no es un método solo ideado para las escuelas católicas, sino que se abre al resto de cultos y religiones desde el respeto y la curiosidad. No todas las familias son católicas y, sin embargo, la inmensa mayoría de familias en nuestro país se unen a las festividades en torno a la Navidad .
Desde este punto de vista, para la Dra. Montessori, mostrar a los niños y niñas la cultura era muy importante y las fiestas de Navidad son parte de la cultura, así que por supuesto que tendrían que estar incluidos en las celebraciones. Más que lo que se debe o no hacer en Navidad, en Montessori apostamos por mostrar a los niños y niñas las tradiciones y aprovechar la oportunidad de vincularlas con otros aspectos, tanto desde el punto de vista de la naturaleza, como de la historia de la humanidad, así cómo realizar juntos tareas que denominamos vida práctica (la gracia y la cortesía – modales y valores-, cocinar juntos, adornar la casa, realizar manualidades, etc…)
Personalmente, como guía Montessori y madre, para mí es importante tener todo esto en cuenta a la hora de reflexionar cómo vivir estas fiestas. Como persona no cristiana, me gusta propiciar en estas fechas espacios de consciencia, tomando como punto de partida los ritmos de la naturaleza, recordar las distintas formas de celebrar el solsticio de invierno en diferentes culturas, recordar la historia de Jesús y el impacto que tuvo en las vidas de tantas personas, descubrir otras religiones y festividades, y lo que todas tienen en común, y procurar que (esta es la parte más difícil de conciliar con la vida social típica del mes de diciembre) el tiempo de Adviento sea, lo más posible, de recogimiento y gratitud.
¿Debemos hacer partícipes a los niños de la tradición de Papá Noel y los Reyes Magos o se considera una manera de engañarlos?
Contrario a lo que muchas personas piensan, la Dra. Montessori no estaba en contra de esta tradición, lo que sí sucede es que en su forma de entender el desarrollo humano (que divide en cuatro etapas o planos del desarrollo), se prefiere que en la primera infancia (los primeros seis años de vida) tengan más contacto con experiencias reales que con la fantasía (considera la fantasía algo extrínseco al niño, que traemos las personas adultas, diferente de la imaginación y creatividad que sí es intrínseco al niño y muy deseable su desarrollo).
La Dra. Montessori nunca habló de prohibir los cuentos de hadas (de hecho, le encantaba este tipo de literatura), sino de que, en su experiencia, en la primera infancia era preferible el trabajo o uso de materiales manipulativos a las historias fantasiosas, y era este tipo de juego el que les permitía “normalizarse” (estar tranquilos y adaptados, con pertenencia y propósito). En estos primeros años, se promueven las experiencias reales y manipulativas con el mero objetivo de acompañarlos a comprender y ordenar el mundo al que han venido a adaptarse. Dicho esto, también somos muy conscientes de que la cultura es importante y que meter en una burbuja a los niños y niñas no es posible.
En el segundo plano de desarrollo (de seis a doce años), por supuesto, todas estas historias de fantasía y cuentos de hadas son bienvenidas y son propicias para acompañar la necesidad de este momento: desarrollar el sentido de la moralidad y la justicia. Además, existen unas fábulas científicas con las que, en forma de cuentos de hadas, se les transmiten conocimientos complejos a los niños. Lo llamamos Grandes Lecciones .
Respecto a la tradición de Papá Noel y Reyes Magos, en concreto, me remitiré directamente a una cita de la Dra. Montessori en sus conferencias de Londres de 1948 (un par de años antes de su muerte): “Hagan lo que quieran con Papá Noel (esa idea finalmente se pasa), pero si dicen mentiras en asuntos religiosos reales, ofenderán el alma del niño. Procuren con el mayor cuidado ser sinceros y no desestimen los sentimientos de los niños sobre estos asuntos”. En este mismo libro, hablaba de que la tradición de la Befana, que viene en la víspera de la Epifanía en su Italia natal, la llenaba de alegría.
Para ella, como católica devota, era importante separar la fiesta mundana de la fiesta religiosa y que la tradición de Papá Noel no coincidiera con la celebración religiosa de Nochebuena y Navidad porque consideraba que esto podía confundir a los niños y distraerlos del objetivo de la fiesta religiosa. Y, mucho más allá de todo esto, se refería a la coherencia y honestidad con la que transmitir los principios cristianos o de buena voluntad.
De nuevo, hoy en día, la Navidad en muchos hogares ya no es una fiesta religiosa y cada familia, también las familias creyentes, tendrá que adecuar sus deseos y tradiciones a estas fiestas.
Para muchas personas estos ritos de Papá Noel y Reyes Magos son una forma de jugar con los niños y niñas, para muchas otras es una forma de mentir y socavar la confianza de nuestros hijos e hijas, pero realmente la Dra. Montessori no se posicionaba en este sentido.
Cada figura parental tendrá que tomar consciencia de qué es lo adecuado para su familia, reflexionar para no seguir sin más lo que se ha hecho siempre, sea cual sea el resultado de la reflexión. Elegir desde un lugar de más consciencia también nos otorga mayor responsabilidad y esto nos ayuda también a educar en valores.
¿Es posible seguir en casa la filosofía Montessori y, al mismo tiempo, participar en la ‘magia’ de la Navidad, en lo que a Papá Noel y los Reyes Magos se refiere?
Muchas familias eligen contar a sus hijos que los regalos los hacemos sus familiares, otras prefieren hablar de estos seres mágicos, y, otras, prefieren no posicionarse de una forma muy firme e ir acompañando según surjan preguntas y necesidades, escuchando y validando estas creencias que empiezan a desarrollar fruto de sus interacciones sociales.
Personalmente, en mi casa seguimos la necesidad de nuestras hijas y desde el “no alimentar, no negar” (es decir, ni les contábamos historias fantasiosas, ni les decíamos que era mentira cuando ellas lo traían de fuera), fuimos creando rituales más allá de los regalos de estos seres mágicos.
Cuando, gracias a su mente más razonadora, descubrieron que realmente no existían y nos preguntaron, les dijimos la verdad y recalcando, no solo sobre este tema, sino sobre todas las ideas religiosas, que las creencias de los demás son sagradas, un valor que cultivamos todo el año. Algunas lo recibieron con mucha alegría y gratitud, otras con tristeza porque realmente no existieran, otras con aceptación de algo que ya sabían hacía mucho. Y, en todo caso, pudo seguir existiendo magia, vínculo y conexión gracias a todos esos rituales, y, a día de hoy, en la adolescencia, seguimos jugando y continúan haciendo el ritual de escribir cartas, dejar notitas y comida y bebida para los seres mágicos.
Por supuesto que es posible conciliar el respeto por la infancia, cuidar las historias que les ofrecemos y, además, participar de esta magia. Lo que sí es importante es hacerlo con el mayor respeto y honestidad posible, para muchas personas esto implica tres cosas: la primera es no amenazar o chantajear a las infancias para controlarlas, especialmente en esta época del año tan especial para ellos y ellas. La segunda es que, llegado el momento de la pregunta, contestemos con honestidad, haciéndonos cargo de que hemos podido herir de algún modo y, a la vez, validando y construyendo una narrativa en la que podamos poner de manifiesto tanto su derecho a estar molestos, enfadados, frustrados o tristes, como nuestra intención positiva. La tercera suele ser cocrear tradiciones que permanezcan cuando las tradiciones de Papá Noel y Reyes Magos dejen de ocupar tanto espacio.
¿Hay tradiciones de la Navidad que se hayan adaptado en Montessori (por ejemplo, la simbología del árbol de Navidad o la transición al año nuevo)?
De nuevo, desde que nació la Dra. Montessori (1870) hasta la actualidad han pasado más de 150 años, y aunque sus teorías forman el núcleo central de la pedagogía Montessori, también lo es su máxima “sigue al niño”, que cada escuela ha ido adaptando, creando su propia cultura de infancia.
Algo así sucede con el árbol de Navidad, que a ella le parecía algo bonito pero que distraía del objetivo espiritual y religioso de la Navidad, en sus propias palabras:
“Más tarde, llegó otra costumbre del noroeste de Europa, una hermosa costumbre, de tener un árbol iluminado con regalos debajo. Esto es muy bonito, pero los regalos y el árbol no transmiten una idea religiosa. Es un placer ordinario (…). Pero esto está muy lejos de la celebración de nuestra iglesia y de nuestras imágenes de Jesús y de todo nuestro sentimiento religioso. Una es una fiesta religiosa y la otra es una fiesta mundana, si se confunden las dos, o hay un orden claro: por orden y claridad es necesario separarlas. Si las mezclas, algo faltará. El sentimiento que proviene de algo grande no estará allí. Se puede hacer la fiesta con el árbol de Navidad y los regalos y todos los amigos y parientes que llegan, pero no hay que confundirlo con la fiesta de Nochebuena… cuando todas las personas se reúnen en la iglesia para la gran celebración del nacimiento del niño”.
Ahora sabemos que, para las tradiciones nórdicas, los árboles tenían un significado muy en línea con el significado de la Navidad , sus hojas verdes simbolizaban la vida eterna y al terminar las fiestas se quemaban. Esta tradición se sigue manteniendo en muchos pueblos de España, los quintos reparten las brasas para que todas las personas puedan calentarse. Podemos investigar con los niños cuándo dejaron de quemarse y para qué y qué relación tiene con la fe cristiana y la vida de Jesús.
De nuevo, ahora no solo las personas creyentes celebran la Navidad, y es una buena oportunidad para descubrir otras realidades, otras religiones, nuestra historia pasada (como la celebración celta de Yule o las Saturnales y Sol Invictus de los romanos), sobre los ritmos de la naturaleza y el solsticio de invierno.
Si no somos creyentes, el Adviento, que es la preparación espiritual para recibir a Jesús, puede asimilarse a esta preparación de la llegada del nuevo sol que, para mí, sobre todo, simboliza esperanza, y que, se centra en la idea de que, después de tiempos de oscuridad, siempre llega la luz.
O incluso podemos adaptar una celebración que se lleva a cabo en las escuelas Montessori, la celebración de la vida, para honrar la vida de las personas en su cumpleaños, a las festividades de Nochevieja y honrar con gratitud el año que está a punto de terminar y recibir con alegría y esperanza el que llega.
Para mí, aunque para la Dra. Montessori se circunscribía al ámbito religioso, su método ha traspasado cualquier frontera y es aplicable a entornos laicos o de otras religiones. La Navidad puede ser una gran oportunidad de conexión. Montessori es sinónimo de respeto mutuo y toda actividad o propuesta que cumpla esta premisa desde la coherencia, es bienvenida.