El papel de los hombres en la paternidad actual©GettyImages

Paternidad

9 lecciones básicas para ‘ser mejor padre que tu padre’, por el psicólogo Máximo Peña

Cuando nace un hijo, no solo cambia la estructura familiar sino la de la pareja y la forma de estar en el mundo de cada uno de los progenitores. El periodista y psicólogo Máximo Peña reflexiona sobre ello en su libro.

Máximo Peña es periodista y psicólogo perinatal experto en paternidad. Acaba de publicar su primer libro Paternidad aquí y ahora (Arpa Editores), donde fundamenta cómo se han acercado tradicionalmente los hombres al hecho de tener un hijo y reflexiona sobre cómo es ese rol en la actualidad y hacia dónde debe avanzar. Y lo hace a través de 9 lecciones básicas para “ser mejor padre que tu padre”. Hemos charlado con él.

En el libro revelas “9 lecciones para ser mejor padre que tu padre”; ¿hay alguna que sea más importante que las demás?

Tal vez la lección que engloba a las demás tiene que ver con tomar consciencia de la transición social que vivimos, en la que la figura del padre ausente o ajeno a los cuidados, más o menos autoritario, ha entrado en crisis, dando paso a la aparición de hombres que se comprometen de forma responsable y amorosa con la crianza de los hijos. Cada vez son más los padres que asumen una paternidad consciente, lo que implica una presencia corporal atenta y cariñosa. El rol del padre proveedor, distante del día a día de los cuidados, está siendo sustituido por un padre presente, cercano, que comparte con la mujer en situación de equidad todas las responsabilidades inherentes a la crianza. El potencial de cuidados que reside en los varones ha sido desaprovechado durante mucho tiempo y va siendo hora de que cuidar sea una tarea de todos.

 

Reivindicas la inseguridad ante la paternidad como parte normal del proceso, ¿crees que es más acusada en los hombres que entre las mujeres?

Ante un evento vital de tanta importancia como tener hijos prefiero a las personas que tienen dudas a las que dan el paso sin pensarlo. Es probable que haya diferencias de género en cuanto a la inseguridad que provocan la maternidad y la paternidad. Para las mujeres, la reproducción sexual implica un gasto muy superior al de los hombres, pues es el cuerpo de ellas el escenario en el que todo ocurre (embarazo, parto y lactancia). En cambio, la inseguridad de los varones tiene que ver con otros aspectos, como la responsabilidad económica, la capacidad percibida para ofrecer cuidados, la pérdida de libertad y el posible deterioro de la relación de pareja.

 

¿Por qué “el hombre que se convierte en padre está en pañales respecto a cómo cuidar de un bebé”, como citas en tu obra? ¿Qué falla?

Falla un sistema machista que, a través de una educación no igualitaria, asigna a las mujeres las labores de cuidado, una función que es tarea de todos, hombres y mujeres por igual, respetando, eso sí, los procesos evolutivos de la infancia. A diferencia de la experiencia femenina, es probable que la mayoría de los hombres cuando sostienen a su bebé después del nacimiento sea la primera vez que cogen en brazos a una criatura. Debido a una socialización masculina que da la espalda a los cuidados, los varones nos convertimos en padres sin saber qué hacer, cuál es nuestra función, qué rol debemos desempeñar. La educación para los nuevos padres impulsada desde los organismos públicos es casi inexistente y nosotros poco nos preocupamos en informarnos sobre lo que se espera de un padre en el siglo XXI. La buena noticia es que esta incapacidad de los hombres para las tareas de cuidado es aprendida, y, por tanto, modificable.

Libro Paternidad aquí y ahora©Arpa

 

Después de investigar sobre ello, ¿crees que existe el instinto paternal?

Como mamíferos, es indudable que existe en los seres humanos una fuerza biológica que invita a la reproducción, y que probablemente sea más acusada en las mujeres debido a su papel exclusivo en la gestación. Pero el instinto materno o paterno no son suficientes para explicar por qué una persona desea ser madre o padre. Otros factores individuales, familiares y sociales influyen en la decisión de tener descendencia. Podemos decir que existe una predisposición biológica a reproducirnos, pero la conducta humana es compleja y otros elementos personales y contextuales intervienen en la voluntad y el deseo de traer hijos al mundo.

 

¿Cómo solventar la crisis que muchos hombres sufren durante el embarazo de sus parejas?

Buena parte de la crisis que sufren algunos hombres durante el embarazo de sus parejas tiene que ver con la incapacidad para asumir la pérdida de protagonismo y la no aceptación de los cambios que comienzan a ocurrir en la mujer y en la pareja. Creo que una buena forma de superar la crisis del hombre durante el embarazo de la pareja es reivindicando la importancia de su papel como acompañante y soporte emocional, un rol que bien desempeñado puede ser decisivo en el bienestar de la embarazada y del bebé. Para ello, es conveniente que el hombre se comprometa con el embarazo de su compañera desde un primer momento, acompañándola a las consultas médicas, asistiendo a las clases de preparación al parto, informándose, reduciendo el consumo de alcohol y de tabaco, ayudando en la “construcción del nido” e, incluso, iniciando un proceso de trabajo personal, con ayuda psicoterapéutica o no, para analizar la relación con la familia de origen y comenzar a desbastar las capas de machismo que todos tenemos.

Para las mujeres, tener hijos es una experiencia corporal en toda la plenitud de la palabra. Para los hombres, en cambio, se trata de una experiencia psicológica, una construcción cultural. No solo la embarazada debe adaptarse a la llegada de un hijo, el futuro padre tiene que realizar su propia adaptación. Aunque la expresión “estamos embarazados” es bastante inapropiada, podemos intentar dar un sentido que la revalorice: el hombre se está gestando a sí mismo como padre.

 

En muchas ocasiones, la pareja de la mujer no sabe qué lugar ocupar durante el parto, ¿qué se podría hacer al respecto?

El rol del padre en el parto nunca ha sido definido con exactitud. Su papel dependerá en gran medida de las necesidades de la parturienta, del acompañamiento que él sea capaz de ofrecer y del contexto donde ocurra el nacimiento. Pero podemos preguntarnos si el acompañamiento de la pareja en el parto es lo mejor para la mujer en todos los casos. La opinión de las madres es muy amplia, desde las que sostienen que la presencia del marido fue fundamental durante el parto, hasta las que afirman que no pudieron dar a luz hasta que el hombre salió de la habitación.

Aunque ahora son mayoría los varones que acompañan a sus parejas durante el parto, ni el personal sanitario, ni los cursos tradicionales de preparación al parto ni nadie les informa sobre qué hacer o cuál es la manera más adecuada de apoyar a la mujer, sintiéndose muchos de ellos en una especie de limbo durante el nacimiento de sus hijos. Como sociedad deberíamos plantearnos la necesidad de que los hombres que desean estar presentes durante el parto reciban la psicoeducación necesaria para ser verdaderamente útiles a sus compañeras.


Recalcas que, como padre, el papel fundamental del hombre en el posparto es sostener a la díada madre-hijo. Sin embargo, es habitual que surjan celos, incomprensión, exigencias... ¿Cómo revertirlo?

En ciertas épocas y contextos, las mujeres que se convertían en madres lo hacían con el respaldo de una matriz de apoyo que se encargaba de protegerlas a ellas y a las criaturas, satisfacer sus necesidades materiales y brindarles el respaldo psicoemocional que requiere una labor tan exigente. Ahora ese papel que antes correspondía a la tribu o a la familia extensa recae en su totalidad sobre una sola persona, el padre. La paternidad es un proceso en el cual el hombre pasa del yo al nosotros. En ese tránsito es natural que surjan desajustes. Muchos hombres, por ejemplo, entran en competencia con la madre en cuanto a los cuidados que se ofrecen al bebé o rivalizan con el recién nacido por la atención de la mujer.

Creo que es importante tener claro que el foco de la atención debe estar puesto en el bienestar del bebé. Hay una pregunta que puede acompañar a los hombres en esta etapa, y es la de si están reclamando cuidados para sí o si están asumiendo el nuevo rol de cuidadores. Algunos hombres pueden sentir frustración en el papel de actores secundarios porque durante las primeras semanas el bebé parece que solo necesita a la madre. En estos casos, las mejores herramientas son la paciencia, pues la paternidad se parece más a una maratón que a una carrera de cien metros lisos, y el reconocimiento de que la labor de apoyo del hombre en esta etapa es esencial para el bienestar de la diada mamá-bebé.

 

¿Qué deberían hacer los padres recientes para cuidar su salud mental (en el libro hablas de la depresión posparto paterna)?

Una de las cosas más importantes que puede hacer un hombre por su salud mental es la aceptación de la nueva realidad, el no pretender volver a una normalidad que nunca regresará. La vida en pareja después del nacimiento de los hijos cambia de manera sustancial, y mientras menos nos resistamos a ese cambio, mejor. En ese sentido, es conveniente aceptar las renuncias que acarrea la paternidad, dejando espacio a las nuevas vivencias, abriéndose a la calidez y a la ternura, en lugar de resistirse a la transformación del estilo de vida. Mientras más se involucre un hombre en el cuidado de las criaturas y en las labores del hogar, mayor será la calidad del vínculo que construya con sus hijos, lo que repercutirá en la salud mental de todo el sistema familiar.

Hay que recordar que los síntomas depresivos y ansiosos del padre tienen el peligro de manifestarse en forma de violencia contra la mujer. Una práctica que a las mujeres les ha venido muy bien y que los hombres podemos imitar es la de construir alianzas y vínculos con otras personas en situación de crianza, lo que tiene el potencial de ser un factor protector de la salud mental. Por último, si un hombre como consecuencia de la paternidad se siente abrumado y sobrepasado, que pida ayuda en su entorno de confianza o solicite apoyo psicológico profesional. Todos somos vulnerables, y mostrar vulnerabilidad no es un signo de debilidad sino de humanidad.


 

¿Qué aconsejarías a un hombre que se enfrenta por primera vez a la paternidad?

 

Que lo vea como lo que es: una oportunidad para nacer de nuevo, esta vez como padre. La paternidad es una experiencia vital trascendente, en la que los hombres, en la práctica cotidiana de ser papás, tienen la posibilidad de encarnar la igualdad con las mujeres a través de la corresponsabilidad en las labores del hogar y en los cuidados. Además, si la infancia se desarrolla en un entorno alejado del machismo, es más probable que ese modelo se extienda a las generaciones siguientes y seamos testigos de un cambio cultural.

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