Niña con sus padres, nueva pareja en la familia, ¿se llevarán bien?©Istock

Psicología

La convivencia de mis hijos con mi nueva pareja, ¿funcionará?

Es un cambio importante que puede darse de manera pacífica o generar bastantes conflictos. Te damos los mejores consejos para llegar a una buena relación y entendimiento.

La llegada de una nueva persona al círculo más cercano y familiar puede causar, en ocasiones, bastantes problemas de convivencia que influyen, tanto en la relación de los miembros del hogar como en la que mantiene esa persona que entra con ellos. Si además, esta persona se encuentra dentro del plano amoroso de uno de los progenitores, la situación puede agravarse. La pareja puede no encajar con tu familia o al revés, generando una serie de situaciones un tanto incómodas ante las que hay que saber reaccionar.

“La integración de una pareja a la familia supone siempre una adaptación en la que ambas partes se dan tiempo para conocerse y reconfigurar los roles que existían previamente”, nos explica Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer deTherapyChat. Muchas veces, esta adaptación transcurre sin problemas y la relación se basa en el cariño y respeto mutuo, pero otras veces no es así. De hecho, un estudio psicológico realizado en Finlandia asegura que “en esta etapa, es común que surjan desavenencias y conflictos”. Unos problemas que, por lo general, no están causados por un único factor. Además, “no se puede juzgar una reacción como normal o anormal solo por el tipo de reacción que sea”, sino que es conveniente ver cuál es el detonante y qué lo ha producido para poder emitir una valoración.

Los celos, los grandes protagonistas

Los problemas entre la pareja nueva y la familia suelen derivarse, nos explica la experta, “por la confluencia de situaciones que propician una relación tensa en casa”. Una de las causas más comunes son las diferencias ideológicas y culturales que, a menudo, definen distintas formas de ver y comprender la vida, impidiendo una convivencia armónica. Sin embargo, nos apunta, “son los celos los grandes detonadores de esta guerra, abierta o encubierta, que puede darse en casa”. Esto es porque:

  • Por un lado, están los familiares, que pueden pensar que ya no ocupan un lugar tan importante en la vida de esa persona.
  • Por otro, la pareja, que puede creer que se le concede demasiado tiempo a la familia y se antepone siempre a la propia relación con ella.

Ambas situaciones, nos explica, “no solo afectarán a la configuración de la relación entre ellos, sino que la propia madre o padre que ha querido incluir a su pareja en su hogar tendrá un importante desgaste psicológico que, en el peor de los casos, puede acabar desgastando el vínculo que se tenía, o bien con la familia, o bien con la pareja”. Por último, la reacción del menor va mediada siempre por otro de los factores clave: la personalidad.

 

Cuando hay niños o adolescentes de por medio

La aparición de una nueva pareja supone un cambio en la estructura familiar que genera nuevas situaciones a las que los niños se ven obligados a adaptarse y no suele ser fácil para ellos. Y uno de los factores críticos es la edad que tengan los niños. “Los distintos psicólogos que han examinado las reacciones de los niños y sus características en función de la edad coinciden en que las necesidades van variando a lo largo del tiempo al atravesar distintas etapas madurativas”, nos explica la psicóloga.

Así, “es en las primeras etapas del desarrollo donde los niños aprenden a establecer vínculos con las otras personas y donde la familia tiene un papel fundamental en brindar las condiciones necesarias para que estos se generen de manera segunda, en ese momento y a futuro”, nos explica la psicóloga. Por ello, es importante brindarles no solo alimento y cuidados físicos, sino también afecto y seguridad. Si en estos primeros momentos aparece la nueva pareja, “será más fácil que el vínculo se pueda producir con él o ella, siempre y cuando sea percibida como una figura de apego que les transmita seguridad”. Ahora bien, puede vivirlo también como un abandono o rechazo debido al nuevo protagonismo de la pareja.

En este último caso, “lo más frecuente es que los niños manifiesten comportamientos desadaptativos para expresar su confusión o pérdida de seguridad, con enfados, alteraciones en la conducta alimentaria, problemas en el sueño o falta de concentración”.

Si es en la etapa de la adolescencia cuando aparece una nueva pareja, “el adolescente podría interpretarlo como una amenaza al pensar que ha perdido la exclusividad del cariño del progenitor, que podrían pasar menos tiempo juntos o sentirse desplazado o desorientado, ya que puede ver a ese nuevo integrante como un sustituto del padre o madre o, directamente, no entiende cuál es el papel que tiene con respecto a él”. Es un momento conflictivo y es normal, ya que ellos también están pasando por una serie de cambios madurativos y hormonales mientras construyen su identidad. Como ya saben expresarse verbalmente, los conflictos aparecerán en forma de discusiones.

 

La separación previa de los padres, ¿ha sido amistosa?

 

Además de la edad, otro de los factores que determinará cómo será la relación que se establezca con la nueva pareja es si la separación de los progenitores ha sido amistosa o no. Y es que, en una situación ideal el niño debe sentirse apoyado por ambos progenitores y tener la confianza de que van a cuidar de él. “Cuando las rupturas son conflictivas, este conflicto se traslada al niño, que sufre un dilema personal de tener que elegir a uno u otro y en la elección pierde a uno de sus progenitores”, nos explica. Por tanto, todo depende del tipo de apego que se ha establecido anteriormente, que adquiere una gran importancia aquí.

 

El apego se establece en los primeros meses de vida y permite establecer unos vínculos fuertes y una relación segura con los cuidadores principales. Esto le permitirá al niño sentirse seguro y protegido. Si el niño ve que sus necesidades están cubiertas, sentirá esa protección tan sumamente necesaria. No obstante, en ocasiones, “hay circunstancias que hacen que el niño tenga una inconsistencia con respecto a los cuidados recibidos, por ejemplo, cuando la separación de sus progenitores no ha sido amistosa”, nos explica la experta. En este caso, “los niños tienden a sufrir incertidumbre porque no saben a qué atenerse”. Esto puede causar un patrón de apego inseguro y generar miedo y angustia ante las separaciones, puesto que no saben cómo reaccionar. En este sentido, “si un niño tiene la sensación de haber sido abandonado por uno de sus padres, no querrá establecer una relación con la nueva pareja por el miedo a un nuevo abandono”.

Consejos para lidiar en medio del posible conflicto

Para poder hacer frente a la situación, en primer lugar, hay que comprender bien las causas que provocan esta situación y, una vez hecho, “tomar medidas antes de que sea demasiado tarde”, nos aconseja la experta. Entre ellas, nos propone:

Escucha las razones de todo el mundo

Negarte a entender las razones que llevan a tu pareja o a tu familia a mantener una relación difícil, “nos impedirá llegar a la raíz de la situación y, además, acentuará los problemas”. En cambio, nos dice, “si conseguimos mostrar una actitud más abierta y conciliadora y escuchamos las razones de ambas partes, podremos comprender mejor lo que está sucediendo para ponerle solución cuanto antes”. Este consejos sería el primero a poner en práctica.

Lo siguiente, sin duda, es aceptar todas las perspectivas. “Se trata de comprender que todos tienen sus razones y son tan válidas una como otra, son formas diferentes de ver la realidad”, nos comenta. Así, es importante que se involucre a todas las partes, porque “no se conseguirá nada si la pareja y la familia toman consciencia y ponen de su parte para acortar las distancias e intentar mejorar la relación”.

Explica que el amor no es excluyente

A veces, el motivo que se encuentra si sabemos escuchar a familia y pareja “es el miedo que tienen unos u otros a perder tu cariño”. Por ello, nos dice, “una buena manera para devolverles la confianza es explicarles que el amor que sientes por una u otra parte no es excluyente, sino que, por el contrario, ambos enriquecen tanto tu vida como la de quienes te rodean”.

 

Sinceridad y comprensión

Otra de las alternativas que tienes, nos cuenta la experta, es la de apelar a la sinceridad y la comprensión, haciéndoles ver, tanto a tu pareja como a tu familia que, a pesar de los problemas, sabes que todos quieren lo mejor para tí. Ahora bien, “es importante también hacerle saber cómo te sientes respecto a esta situación y pídeles que te ayuden a solucionar el problema que se está generando”.

Ahora bien, ten en cuenta que en toda familia existen temas espinosos en los que nadie se pone de acuerdo, pues los puntos de vista, por ejemplo, son contrarios. En estos casos, sacarlos a colación cada día “no hará más que generar discusiones y acentuar la brecha existente”, nos dice. Por ello, lo mejor es evitar estos temas controvertidos.

Ante todo, mucho respeto

Tanto si la situación se puede solucionar como si el tema es irreconciliable. Sin embargo, “esto no debe convertirse en un obstáculo para que tu pareja y tu familia mantengan una relación cordial, pues el respeto, en estos casos, debe ser el límite claro y conciso de la convivencia”, nos dice la experta.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.