Cuando un recién nacido llega al mundo, especialmente si sus padres son primerizos, todo son preguntas. El bebé solo se comunica mediante ruiditos o con el llanto y esto hace que muchas veces cueste interpretar lo que le sucede realmente. Este puede ser el caso de aquellos lactantes a los que les cuesta defecar en las primeras semanas de vida. Pero no hablamos de estreñimiento, sino de disquecia.

Para aclarnos en qué consiste este cuadro hemos consultado con la Dra. María Jesús Pascual, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Vithas Madrid Aravaca.

¿Por qué se produce la disquecia del lactante?

Lo primero que hay que saber es que la disquecia del lactante es un cuadro funcional. Esto significa que es un problema que afecta a la función, pero no a la anatomía ni a la estructura del órgano implicado en sí. Por tanto, suelen ser trastornos mucho menos graves.

La disquecia se presenta en bebés pequeños, debido a la inmadurez. “Algunos lactantes no coordinan bien el aumento de la presión que se produce dentro del abdomen previo a hacer la deposición y el esfínter, que tienen que relajar para que salga la misma”, explica la experta.

Así, puedes ver que tu recién nacido se muestra muy incómodo antes de hacer caca. El problema es que no puede expresar eso que está experimentando de otro modo que con gritos o llantos, pues no tiene otras posibilidades comunicativas. Además, su carita se puede enrojecer.

Las primeras veces que ocurre puede alarmar mucho a los padres, al pensar que sucede algo más serio, pero no es más que una desregulación en la coordinación necesaria de su sistema digestivo para que salgan las heces.

¿Cómo hay que actuar ante la disquecia del lactante?

“Realmente no hay que hacer nada, ya que el cuadro se suele resolver espontáneamente a las pocas semanas”, aconseja la Dra. Pascual. Es cierto que puede asustar mucho al comienzo, pero, una vez establecido el diagnóstico, es primordial estar tranquilos.

También puede dar buen resultado, tal como recomienda la pediatra, “intentar consolar al bebé, así como realizarle algún masaje en la tripa mientras se le pasa el episodio”. Hay que tener en cuenta que él tampoco sabe lo que sucede y puede mostrarse muy alterado.

Aunque la intención de ayudar en la defecación puede estar ahí, los expertos no lo aconsejan. “No se debe intentar resolver con laxantes ni con estimulación rectal para no interferir con el propio proceso madurativo de la coordinación del mecanismo defecatorio normal”, insiste la experta del Hospital Vithas Madrid Aravaca.

¿Cuál es la diferencia entre disquecia y estreñimiento en lactantes?

Hay un punto clave a la hora de distinguir entre la disquecia del lactante y el estreñimiento. En la disquecia, el bebé llora previamente, pero sus deposiciones luego son blandas.

La diferencia con el estreñimiento es que las heces son infrecuentes y duras, “causando dolor en el proceso de defecación”, apunta la especialista. Así, el bebé que tiene disquecia llorará y protestará antes de manchar el pañal, pero luego sus heces serán blandas, mientras que el bebé estreñido llorará mientras intenta defecar, porque las heces son duras (y, muy frecuentemente, secas).

Además, hay que recordar también que el patrón defecatorio es muy diferente, según la alimentación del niño. Así, los bebés que solo toman lactancia materna pueden estar varios días sin hacer caca, siendo esto totalmente normal, sin que se trate de estreñimiento.

De igual manera, la disquecia presenta síntomas diferentes a los cólicos del lactante, pues estos no están ligados únicamente al momento de manchar el pañal.

¿Puede conllevar la disquecia algún riesgo para el bebé?

La disquecia del lactante no supone un riesgo para el bebé, pero sí es importante que el diagnóstico esté bien hecho y se hayan descartado previamente otras causas. Hay que tener en cuenta que, si esto es así, la disquecia se resolverá por sí misma en unas pocas semanas cuando el sistema digestivo del bebé haya madurado totalmente.

En este sentido, la Dra. María Jesús Pascual aconseja que ante los síntomas de la disquecia, se “realice una adecuada historia clínica y una exploración del lactante para hacer un diagnóstico adecuado y así informar a los padres de la benignidad del cuadro y de que no es necesario realizar pruebas complementarias ni tratamientos innecesarios”.