Llegada de un bebé genera nuevos roles que obligan a la familia a adaptarse©AdobeStock

MATERNIDAD

¿Cómo afecta la maternidad a la pareja tras la llegada de un bebé?

Tener un hijo nos pone a prueba. Un bebé, con toda la logística que conlleva, pone en riesgo la solidez de cualquier pareja. Los nuevos roles como padres nos fuerzan a establecer unas bases para generar una nueva dinámica que ayude al sistema familiar.

La maternidad es esa época maravilla y agotadora que transforma nuestra vida y dinámicas para siempre. El escenario es el siguiente: un nuevo miembro entra a formar parte del sistema familiar, con toda la dedicación y cuidados que implica, y nosotros pasamos de ser una pareja a perder por un tiempo nuestra identidad para adaptarnos a las nuevas circunstancias. ¿Y cómo afecta eso a nuestra pareja? Nos preguntamos.

Se habla poco de cómo cambia la pareja tras tener hijos. Una realidad que, inevitablemente, se transforma y que, si no se cuida y atiende, puede desencadenar en una crisis de pareja. “Nunca vamos a recuperar lo que teníamos. La situación se ha transformado tras tener un bebé, pero no tiene por qué modificarse negativamente. Puede ser un cambio hacia mejor si se sale victorioso como equipo; esto fortalece a la pareja sin duda, aunque durante una época sea un bache inevitable que dependerá, en gran medida, de la bases que tenga establecida la pareja”, explica Tania Regueiro Sanmartín, psicóloga experta en crianza.

Pautas para sobrellevar una crisis de pareja©AdobeStock

Los cambios en la dinámica familiar

Una de las realidades que hay que asumir es que la dinámica familiar se modifica. Así lo asegura la experta: “Es inevitable que la dinámica de la pareja cambie al convertiros en mamá y papá. Se pasa de ser una pareja a tres, cuatro o los que sean... A este cambio se le suma el cansancio, la falta de sueño, de intimidad y una serie de condicionantes que hacen que la pareja se resienta, al menos en algunos aspectos. Después, por la presión del cuidado del bebé, es irremediable que surjan discrepancias o diferencias de opinión, no sólo con la pareja, sino con la familia entera”. Los condicionantes, en grandes rasgos son:

1. El rol de cada miembro de la pareja

“Cuando se tiene un hijo el cambio es significativo por todo lo que tiene que ver con los roles. Si nos fijamos, tenemos el rol de pareja, de hija, profesional, ama de casa, amiga... Todos ellos nos identifican como personas y determinan nuestra forma de ser, ya que todos sabemos qué es lo que se espera de nosotros. Además, en esos roles nos sentimos seguros y tranquilos, estamos muy acostumbrados a ese rol”, nos cuenta Regueiro Sanmartín.

En consecuencia, nos explica que los roles de cada miembro tienen que reajustarse para adaptarse a la llegada del nuevo miembro. “Sin embargo, con la llegada de un bebé todo es nuevo y no nos conocemos desempeñando esa función. Aparece, por tanto, un rol nuevo: el de mamá o el de papá. Es un rol que nos hace sentir inseguros porque no lo controlamos y hay muchas opiniones alrededor sobre cómo deberíamos desempeñar nuestras funciones. No sabes si lo estás haciendo bien o mal; es un rol que nos hace dejar el resto de roles de lado durante un tiempo y al que necesitamos acostumbrarnos”.

2. Menos tiempo, más tareas

Ser padres implica tener menos tiempo para todo. En consecuencia, nos produce malestar e impotencia. “Es un agobio y puede repercutir en la pareja porque todo es caótico y nos sentimos mal. Por tanto, si uno se siente así, ¿cómo va a estar bien con el de al lado? Se reflejará en el tiempo, ganas y calidad que se le puede dedicar a la otra persona, a la pareja”.

3. Falta de sueño

Es fundamental cubrir las propias necesidades de uno mismo para funcionar en nuestros días. La falta de sueño provoca estrés, irritabilidad, apatía, cambios de humor... son una serie de consecuencias que nos pasan factura en general. Si esto se da en cualquier escenario, imaginémonos entonces con un bebé: “Maslow creó su pirámide explicando una teoría en la que reparamos poco. Él estudiaba las necesidades y motivaciones del ser humano e ideó una pirámide en la que, en la base, creó las necesidades más esenciales y fisiológicas que podemos tener. Lo que vio es que, solo cuando se tienen cubiertas las necesidades más básicas se puede escalar para cubrir las de arriba. En la base de la pirámide aparece la necesidad de dormir y estar descansado. Por tanto, si esa faceta no está cubierta será imposible que cubrir otras como el afecto, la amistad, la intimidad sexual, el cariño...”.

4. Bajada de la líbido

En relación con el punto anterior, el cansancio o la falta de sueño provoca una bajada significativa de la líbido. La experta sostiene además que la lactancia aumenta los niveles de prolactina, que inhiben la producción de testosterona, progesterona y estrógenos. En definitiva, aquellos que nos van a provocar la líbido.

“El cuerpo y la naturaleza son extremadamente sabios y se encargan de que nos centremos en los cuidados del bebé. En ser sensible a su llanto, identificar qué le pasa... digamos que el cuerpo te prepara para la maternidad y por eso no apetece tanto tener relaciones sexuales. Es completamente normal”, advierte Tania Regueiro Sanmartín.

5. Interrupciones en momentos placenteros

Incluso cuando el encuentro sexual apetece se puede llegar a interrumpir por el llanto de un bebé. Pero también cuando estemos disfrutando de cualquier momento placentero en pareja, como puede ser ver una película, cenar juntos...

Pautas para sobrellevar una crisis de pareja tras la llegada de un hijo©AdobeStock

¿Cómo ponerle remedio?

1. Autoconocimiento y autocuidado propio personal

Hemos de tener en cuenta qué es lo que necesitamos, qué nos pasa, qué cosas nos hacen sentir bien... así podremos comunicarlo y compartirlo con nuestra pareja: “Dar un paseo por un parque, darme una ducha o poner música. Si no te conoces y no sabes qué cosas te hacen sentir bien es muy difícil que la otra persona, en este caso tu parea, pueda ayudarte”.

2. Comunicación asertiva

La experta en crianza lo recalca: las parejas no nos leen la mente ni son adivinas. “La única forma de tener las cosas que quieres es saberlas comunicar y, muchas veces, el problema está ahí. Discusiones siempre va a haber, es imposible no tenerlas. Es más, son buenas y necesarias para poder comunicar que no se está de acuerdo. Hay que discutir con respeto, enfocarse en buscar soluciones, sin reproches... comunicando nuestras necesidades y buscando soluciones para ellas. No es una competición, la pareja es un equipo. Por eso, la clave es tener una conversación abierta a concesiones y a que ambos estén bien y contentos”.

3. Reparto de tareas y responsabilidades

No se puede tener una pareja agotada pero cariñosa y, además, deseosa de tener relaciones sexuales. Es imposible. Por eso, la psicóloga propone un reparto de tareas equitativo que propicie que ambos estén más descansados y puedan delegar el uno en el otro para estar luego mejor en pareja.

4. Necesario dar espacio y tiempo a la pareja con el bebé

“Igual no lo hace igual que tú e igual contigo llora menos, pero si siempre lo haces tú todo porque consideras que lo haces más rápido y mejor no darás el espacio correspondiente a la otra persona para sentirse seguro en la paternidad. Hay que conocer al bebé, encontrar la propia manera de hacer las cosas... es la única forma de que la otra persona se responsabilice y relacione igual que tú”, asegura.


5. Establecer rutinas con la pareja

Las rutinas pueden hacer mucho por la pareja: “Dar un beso al llegar e irte de casa, hablar antes de irte a la cama... estas pequeñas rutinas ayudan cuando estamos desbordados y sin ganas de nada”.

Sin embargo, los expertos no siempre aconsejan las citas para reconectar. “Depende de si ambas partes quieren. Si ambos están de acuerdo puede ser maravilloso lo de tener tiempo en exclusiva para la pareja, intimidad que quizá no tendrías de otra manera... Pero, siempre y cuando apetezca ya que, si ese tiempo lo dedicas a pensar que tu hijo no está bien y estás agobiada y preocupada, realmente no vas a estar dispuesta a pasar tiempo con tu pareja, no va a ser un tiempo de calidad”, detalla la psicóloga. En cualquier caso, que no cunda el pánico: llegará un momento en que esa persona esté cómoda, ya sea a los pocos meses o a los años.

6. Buscar ayuda

Como última opción, y si todo lo anterior no funciona o si sientes que no llegas a todo y la pareja se resiente, la experta recomienda buscar ayuda. “Existen psicólogos maravillosos especializados en terapia de pareja que pueden ayudar a buscar unas bases de comunicación buena y a que la pareja funcione mejor”, concluye Tania Regueiro Sanmartín.

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