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Adolescentes

¿Por qué mienten los adolescentes?

La mentira tiene muchas caras y puede presentarse de muchas maneras. Cuando hablamos de las mentiras en los adolescentes, en primer lugar, los padres debemos asumir que nuestros hijos ya no son tan niños y que existen muchas circunstancias y se enfrentan a nuevas situaciones que les llevan a actuar de una forma u otra.

Según los profesionales las mentiras son “algo natural” en el proceso de convertirnos en adultos y los motivos por los que se mienten durante la adolescencia pueden ser muy diversos: “Las personas adolescentes suelen mentir porque sienten vergüenza, culpa, porque tienen miedo a decepcionar a su familia, para proteger a una amistad, porque sienten inseguridad, porque creen que si dicen la verdad no serán aceptadas en un grupo… Lo que suele subyacer es la intención de cubrir una necesidad y de evitar el malestar emocional al mismo tiempo. No es algo que hagan de forma premeditada o porque quieran manipular a nadie, es una forma de resolver una situación que les genera malestar emocional, una estrategia para adaptarse a su entorno”, nos cuenta Sara Desirée Ruiz, educadora social experta en adolescencia (@adolescencia.sara.desiree.ruiz).


Cómo destaparle una mentira (y que no sea un drama)

Sabemos que la adolescencia no es una etapa fácil ni para los jóvenes ni para los padres y, por eso mismo, es fundamental saber acompañarles en el proceso. Lo que los expertos recomiendan siempre es tener confianza en ellos, ceder en algunas cosas y saber llegar a acuerdos fructuosos por ambas partes. Pero hay situaciones que se presentan más complicadas como puede ser destapar una mentira a tu hijo. Enterarte de que te ha mentido en algo que sabe que no podía hacer, puede ser uno un duro golpe para la confianza de los padres.

¿Qué hacer cuando pasa esto? Según nos cuenta Sara Desirée, en primer lugar: “Explorar lo que ha podido motivar la necesidad de mentir y valorar si realmente esa mentira es algo que debamos tratar. Si decidimos que la situación merece ser tratada porque la mentira provoca o supone algo importante, entonces debemos gestionar el tema con naturalidad”, aconseja. Y en segundo lugar: “Sugiero aprovechar un día en el que la persona adolescente esté lo más tranquila posible, teniendo siempre presentes las características de la etapa, y abordar el tema desde la necesidad de comprender la mentira y encontrar una solución. Esto supone analizar con la persona adolescente, sin juzgarla, cómo se ha llegado hasta la mentira. Repasar la secuencia de acontecimientos previa a la mentira y verbalizar el proceso mediante el cual la persona adolescente ha llegado a mentir”, explica.

¿Cómo puede ser su reacción y cómo gestionarla?

Las respuestas a nuestra “acusación” pueden ser muy diversas por eso, sobre todo, lo más importante es cómo transmitamos y tratemos la situación. La experta nos explica que, si se comienza la exposición de una forma autoritaria, lo más probable es que niegue que ha mentido y que su reacción sea ofensiva.

Nuestro primer pensamiento puede que sea el castigo, pero hay que tener en cuenta que: “Si le retiramos privilegios o la castigamos, lo que suele suceder es que estamos propiciando que mientan más y que oculten mejor sus mentiras, que no se sientan comprendidos y que pierdan la confianza en la persona adulta que tienen delante. A mayor malestar emocional, mayores las conductas de riesgo y las posibilidades de que se produzcan consecuencias desagradables, por eso el acompañamiento que se necesita en esta etapa tiene que estar basado en el control de riesgos a través del acompañamiento del malestar emocional”, comenta la experta.

“Los castigos nunca son una buena idea. Los castigos no educan y no nos enseñan a responsabilizarnos de nuestras decisiones y de nuestras acciones. Muchas personas adultas se quejan de las personas adolescentes de su vida no confíen en ella y, cuando analizas la situación de cerca, lo que suele pasar es que están ejerciendo su poder adulto de forma autoritaria constantemente castigando y aleccionando. ¿Cómo van a confiar en nosotras y explicarnos sus cosas si se sienten juzgadas constantemente? Educar no se basa en penalizar, se basa en dejar vivir, dejar experimentar, y generar espacios de reflexión sobre la experiencia vivida para mejorar habilidades y estrategias para afrontar las diferentes situaciones de la vida. Si castigamos, adiestramos y enseñamos a obedecer”, añade.

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¿Qué pasa si las mentiras se convierten en compulsivas?

Como todo en la vida, los extremos nunca son buenos, por lo que si vemos que este problema se convierte en algo asiduo en nuestros hijos debemos activar las alarmas y ver qué puede estar ocurriendo detrás de este comportamiento. “Hay que valorar cada caso adecuadamente, pero si hay mentiras constantes en todo y para todo, no está de más dejarse acompañar por profesionales para que puedan valorar las características particulares de la familia y de la persona adolescente en cuestión. Pedir ayuda siempre es buena idea cuando los indicadores de riesgo aparecen. Si las mentiras constantes se suman a otro tipo de conductas, puede esconderse detrás un malestar emocional que haya que atender”, puntualiza.


 

Consejos para “sobrellevar” la adolescencia

Lo principal a la hora de saber gestionar esta etapa que puede resultar tan complicada para algunas familias es informarse. Ver a los jóvenes como “personas en desarrollo que necesitan más que nunca de nuestro acompañamiento, aunque no lo parezca muchas veces, y que merecen toda nuestra atención”, afirma la educadora social. Y además, añade los siguientes consejos para “sobrellevar” esta etapa de la vida de nuestros hijos de la mejor forma posible:

  • La adolescencia merece una atención específica: a pesar de que muchas conductas adolescentes pueden ser molestas o parecernos inapropiadas a las personas adultas, lo cierto es que esta etapa de transición entre nuestra infancia y nuestra vida adulta es absolutamente determinante.
  • Mejorar la comunicación 
  • Ayudarles a poner límites 
  • Ayudarles a desarrollar sus habilidades
  • Acompañarles en las experiencias con sus primeras relaciones
  • Ayudarles a transitar sus emociones
  • Ayudarles a descubrir sus intereses y a dibujar un horizonte laboral

“Si no hacemos eso y muchas cosas más necesarias en la etapa, podemos cometer errores que tengan consecuencias graves en su desarrollo”, concluye la experta.

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