Niño sentado en la cama tocándose las rodillas©AdobeStock

Salud

¿A tu hijo le duelen las piernas? Pueden ser dolores de crecimiento

Muchos niños se quejan de molestias en las piernas que, incluso, puede despertarlos a media noche. Puede tratarse de dolores de crecimiento, que son benignos, pero conviene saber distinguirlos bien y saber cuándo hay que consultar con el especialista.

Los dolores de crecimiento pueden aparecer durante toda la infancia, desde los dos a los doce años, aunque son más frecuentes entre los cuatro y los seis. El niño se queja de molestias importantes en las piernas que no están causadas por ningún golpe o traumatismo ni por ninguna caída. Sin embargo, hay sensaciones dolorosas que refiere de forma nítida.

Ese dolor se produce en las piernas y puede extenderse hasta la cara posterior de las rodillas, aunque en algunas ocasiones sube también hasta los muslos, tal como indica el Dr. Juan Cabello Blanco, traumatólogo infantil del Hospital Ruber Internacional, de Madrid. Es una situación que puede preocupar a los padres, que no saben identificar la causa. Así, resultan especialmente alarmantes cuando los dolores se repiten, e incluso despiertan al niño del sueño por la noche.

¿Por qué aparecen los dolores de crecimiento?

En la mayoría de las ocasiones, los dolores de crecimiento afectan a las dos piernas; es decir, son bilaterales. Solo hay un 15% de niños en los que se presentan de forma unilateral, en solo una pierna. Además, lo más común es que su presentación sea irregular: unos días sí y otro no.

“Parecen ocurrir más intensamente los días de actividad física. Son dolores que aparecen por la tarde, que no han limitado la actividad del niño durante el día, pero que se vuelven vivos a la hora de acostarse”, explica el traumatólogo.

Aparte del nivel de actividad, en el origen de este cuadro puede tener cierta influencia la fatiga muscular acumulada. Sin embargo: “No se ha demostrado que los pies planos o las alteraciones rotacionales de la marcha influyan”, detalla.

En todo caso, no hay una causa única conocida para que aparezcan y pueden deberse a distintos factores que, por el momento, no están del todo claros.

Médico explorando las piernas de una niña©AdobeStock

¿Cuándo hay que consultar con el traumatólogo?

Los dolores de crecimiento, aunque alarmen por el malestar que siente el niño, son siempre benignos (no se deben a nada grave), y acaban desapareciendo por sí solos al pasar un tiempo. Sin embargo, conviene consultar con el médico en las siguientes situaciones, según detalla el especialista del Hospital Ruber Internacional:

  • Aparecen con más frecuencia de lo que era habitual.
  • Se vuelven diarios.
  • Limitan la actividad física del niño.
  • Lo despiertan varios días seguidos.
  • Es un dolor claramente localizado.
  • Afecta a solo una pierna (es unilateral).

En estos casos conviene consultar con un traumatólogo y, de forma general, siempre que los padres tengan dudas de si está ocurriendo algo más.


¿Cómo se hace el diagnóstico de los dolores de crecimiento?

“El diagnóstico de dolores benignos del crecimiento es un diagnóstico de exclusión. Esto significa que hay que jugar al ‘quien es quien”, indica el Dr. Cabello. En la exploración, el médico deberá descartar que no se trata de una infección, ni de una artritis, ni de un tumor, ni una alteración mecánica en ejes ni tampoco se debe a un síndrome inflamatorio, entre otros.

Es decir, hay muchas patologías que pueden manifestarse con dolores similares a los de crecimiento . “Cuando las pruebas para descartarlas son negativas es cuando podemos realmente diagnosticar de dolores benignos de crecimiento”, aclara el traumatólogo.

Sin embargo, no es tarea fácil, tal como comenta: “En nuestro día a día es prácticamente imposible cumplir con ello, ya que es un motivo de consulta frecuente y para descartar lo previo tendríamos que hacer radiografías a cada hueso, resonancia de cada articulación, analítica completa y gammagrafía”.

Si pensamos que para hacer una resonancia magnética a un niño hace falta una sedación, queda claro la dificultad de este diagnóstico mediante pruebas que descarten las alteraciones antes descritas.

Por este motivo, cuando a la consulta llega un niño con síntomas compatibles con los dolores de crecimiento “en la práctica habitual les exploramos en detalle y en los que nos dejan una mínima duda realizamos radiografías y analíticas. Ocasionalmente necesitamos sedarles para una resonancia o pedir pruebas de medicina nuclear”, comenta.

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