Cristina, la novia sevillana del vestido sencillo con capa y el ramo de nardos

Su look de boda minimalista, realizado en bambula por un 'atelier' de la capital andaluza, se ha hecho muy viral en la red

Por Estrella Albendea

En el proceso que conlleva organizar una boda, todas las manos son pocas. Hay muchos detalles a tener en cuenta, incluso algunos de ellos en los que nunca se repara antes de lanzarse en primera persona a la celebración nupcial. Los novios, cuenten o no con wedding planner que les ayude, agradecen los consejos y el reparto de tareas entre su entorno, pues son muchos los preparativos a atender. Desde el sitio a elegir, hasta las flores, la decoración, el catering... En el caso de la novia, a esos aspectos hay que añadir el vestido, las joyas, el peinado, el ramo de flores y todo lo que rodea el look de novia final.

 Por suerte para Cristina, una novia sevillana que ha conquistado a expertos y apasionados de las bodas con su look sencillo formado por un vestido con capa y un bonito ramo de nardos, desde el primer momento todo fueron facilidades. “Mi marido me pidió matrimonio con muchas cosas adelantadas. Ya había hablado con el Padre, tenía la fecha, la iglesia… Lo puso todo muy fácil y organizar la boda me ha parecido muy divertido”, nos desvela ella misma. Además, su madre y su suegra se volcaron en facilitarles las cosas, especialmente cuando los novios estaban ocupados con su jornada laboral: “¡menos mal que las tengo!”, nos cuenta rememorando el gran día. 

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Un vestido especial

Con tantas buenas voluntades puestas sobre un mismo proyecto, el resultado no pudo ser otro que una boda inolvidable, repleta de matices y reflejando la propia personalidad de la pareja. Su enlace tuvo lugar a finales del pasado año, pero es ahora cuando el espectacular vestido de Cristina ha ganado popularidad en la red. “Nos casamos en la iglesia más antigua de Sevilla, la conocida catedral de Triana: Santa Ana”, nos explica.

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Y para un escenario con historia, nada mejor que un diseño con historia. Nuestra protagonista apostó por un look realizado a medida en un taller de Andalucía. Era de corte recto, con mangas francesas acabadas en volante y fruncido y con una capa multiposición, realizada en el mismo tejido plisado de las mangas. “Tenía muy clara la tela de la capa (bambula). Me encantan las telas con caída, vaporosas… Y en Carmen Maza supieron coger la idea a la perfección y hacer el traje que tenía en mente”, cuenta.

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El diseño no pasó desapercibido para la comunidad de amantes de las bodas que ha hecho de su estilismo un fenómeno más allá de nuestras fronteras. Un acierto que, sin duda, se debe a que Cristina fue fiel a sus gustos y perspectivas. “Siempre me habían dicho que era mejor que fuera a varios diseñadores para ver el feeling que tenía con cada uno o, incluso, que fuera a probarme trajes para ver cuál me sentaba mejor, pero tenía muy clara desde el principio la idea del traje y sabía que María y Ana, de Carmen Maza, que también le hicieron en su día el traje a una de mis hermanas y a quienes tengo un cariño especial, iban a saber plasmar a la perfección mi idea”, apunta.

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La magia de los accesorios

El triunfo de su estilo se plasmó también en los complementos que acompañaban al vestido. Los zapatos fueron unas plataformas realizadas por encargo en The Forest Shoes: “de hecho, me los sigo poniendo para bodas a las que voy de invitada y, después de lo que bailamos, ¡siguen vivos!”. Tampoco faltó ese ‘algo prestado’: unos pendientes que su hermana llevó en su gran día, de oro con zafiro. Además, se apuntó a la tendencia del momento, los piercings nupciales. “Llevaba dos pendientes con brillantes de la joyería Pilar Roman que me regalaron mis suegros y  de donde es también el anillo de pedida que llevaba. ¡Son impecables!”, comparte. 

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Un ramo con aroma propio

Como buena sevillana, Cristina quiso hacer un guiño a su tierra con el ramo de novia. La capital andaluza no solo tiene ‘un color especial’, también un característico aroma a base de azahar, dama de noche, jazmín, eucalipto y hierbas aromáticas como el romero. Pero es especialmente en primavera cuando ese perfume se acentúa y suma otros detalles, como el incienso de Semana Santa y todas las flores que acompañan sus salidas procesionales. “Elegí nardo porque es mi flor favorita. Me recuerda a Sevilla, a la Semana Santa, y mi marido siempre me ha regalado nardos en momentos especiales. Me encanta su color y su olor”.

Fue esta única flor la elegida por Cristina para un ramo de tallo largo en pleno otoño. “En la lazada del ramo llevaba mi cruz ‘JFV nunca caminarás sola’, de la que nunca me separo; la milagrosa que me regalaron mis amigas y una cruz que me regaló una íntima amiga de mi madre”, recuerda.

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Claves ‘beauty’

La guinda del pastel fue un look de belleza que llevaba meses estudiando. Cristina entendía que para estar radiante ese día, en su mejor versión, necesitaba meses de preparación y cuidado de la piel a su medida. “Preparé mi piel en la que considero la mejor clínica estética de Sevilla, con la Doctora Raquel García, gran profesional y mejor persona. Me hice un tratamiento específico para novias”, indica. Fue así como consiguió un rostro visiblemente más jugoso, suave y luminoso.

Para el maquillaje y la peluquería contó con Eva Romero, que también se encargó del look de belleza de sus hermanas y de su madre. “Teníamos la seguridad de que no nos íbamos a equivocar con ella. Tenía claro que no quería sentirme disfrazada ni con el peinado ni con el maquillaje, ni, por supuesto, con el traje de novia y Eva sacó lo mejor de mí”, dice. ¿El resultado? Un recogido bajo de bailarina y un maquillaje con notas de bronceado y labios oscuros.

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Decoración cuidada

El estilismo de Cristina fue tan solo uno de los muchos detalles que destacaron en su boda. Para la celebración, su marido y ella se decantaron por uno de los espacios más solicitados de la capital andaluza. “Nos casamos en la Hacienda La Soledad, reformada recientemente y que ofrece por sí misma entornos y recovecos llenos de personalidad y detalles”, nos explica. Precisamente por su belleza, la pareja contó con la justa y medida decoración. “La verdad que fue fácil terminar de darle nuestro toque personal de la mano de Cártamo Flores, que, además, se encargó del arreglo floral de la iglesia y del ramo de novia”, señala.

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Todas y cada una de esas acertadas decisiones, además de la felicidad de los novios, se reflejan en las fotografías de su gran día. Un enlace marcado por la emoción y la naturalidad de la pareja. Quizá por esa espontaneidad, Cristina guarda muchísimas escenas en su corazón de aquella jornada. “Realmente todo fue especial. Si tuviera que escoger varios momentos, escogería entrar en la iglesia de la mano de mi padre, compartir en casa mil momentos con la familia, el vals con mi marido y la suma de sonrisas de familiares y amigos”, concluye. Porque como expone una cita muy extendida de Eduardo Galeano: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí ‘un pajarito’ me contó que estamos hechos de historias”. Y Cristina ha podido experimentar esas que le acompañarán toda la vida.