Marta, la novia de los 76.000 seguidores que triunfó gracias al 'menos es más'

Su diseño, confeccionado por Sophie et Voilà, convenció por ser muy sencillo, pero con detalles que lo hacían inolvidables

Por Regina Navarro

Las novias tienen cada vez más claro que su vestido es un reflejo claro de su personalidad y gustos. "Lo más importante a la hora de elegir un vestido de novia es ser una misma. Suena a tópico, pero cada día me reafirmo más en ello. Un vestido de novia refleja, en gran parte, su personalidad, su carácter, sus gustos, etc. Por ello, pienso que cada vestido es perfecto para la novia que lo lleva", explica Marta Albert. Es posible que su nombre no te suene demasiado, pero si te gusta estar al día de las últimas tendencias nupciales y sueles buscar en las redes sociales inspiración tanto de novias como de invitadas, es posible que hayas reparado en su perfil en más de una ocasión, White Veils, en el que tiene más de 76.000 seguidores. Una cifra bastante elevada que no le supuso ninguna presión a la hora de elegir su vestido. "Como muchas otras cosas, siempre va a haber gente a la que le guste más y gente a la que le guste menos. Aunque sí que es verdad que, al principio, pensé en llevar los típicos detalles de una novia estándar. Pero cada persona es un mundo y, como he dicho antes, lo importante es sentirte tú misma y a la gente que te conoce y te quiere… ¡le encantará!"

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El bonito 'sí, quiero' de Marta y Juan Pablo en Alicante

Al final Marta se decantó por llevar un vestido confeccionado a medida, que reflejara fielmente su personalidad y sus gustos. Este diseño fue obra de Sofía Arribas, directora creativa de Sophie et Voilà, una firma española que cada vez cuenta con más relevancia a nivel internacional. Basta recordar que la actriz Janet Montgomery, conocida por sus papeles en series como New Amsterdam o This is Us, se decantó por un modelo de la firma para su gran día. Y es que, como explican desde la propia casa, sus diseños son sencillos, con un toque de modernidad y detalles que ayudan a hacer que un vestido minimalista resulte totalmente inolvidable. Por eso no sorprende que cuando Marta llegó a la conclusión de que buscaba un vestido de novia sencillo y elegante acudiera a la firma bilbaína, con ateliers en Bilbao y Madrid. Tenía muchas ideas en mente y la diseñadora le ayudó a ponerlas en orden.

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"Sofía me cautivó desde el minuto uno. Su sencillez, su profesionalidad y su manera de trabajar me transmitieron mucha confianza y seguridad. Desde el primer día conectamos muy bien. Ella se pone en tu piel, te entiende, da forma a tus ideas y aporta ese toque Sophie et Voilà que tanto gusta. Es curioso, ¡el boceto que diseñó el primer día resultó ser el vestido final! Además, cuenta con un equipo maravilloso con el que, además de aprender, te lo pasas muy bien". El vestido de Marta era muy sencillo, un diseño confeccionado en crepe, uno de los tejidos que más gusta a las novias de 2020, de manga larga. "Tenía una sobrecola de muselina de seda, con detalle de puños y cinto de encaje japonés. Y me define a la perfección: menos es más".

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Un look nupcial para triunfar en las redes

Ese menos es más que define a Marta no solo se coló en su vestido, también en el resto de detalles de su look nupcial. La novia se decantó por un peinado muy sencillo y favorecedor, una cola alta con ondas y sin ningún tipo de adorno. Prescindió del velo, de los tocados y de las horquillas que tanto gustas a las novias actuales. Lo que sí hizo fue dar un toque de color a su estilismo. "No soy muy partidaria de los zapatos blancos para novias y la verdad que no tenía ningún modelo en mente. Lo que sí tenía claro era que quería unos zapatos que luego me pudiese poner. Un día paseando por la calle vi unos tacones en tono azul empolvado que me gustaron mucho y pensé "¿y si llevo estos?". Entré y me los compré. ¡No me gusta dar muchas vueltas a las cosas!". Una vez que tuvo los zapatos eligió el resto de complementos en consonancia. El bonito ramo, elaborado con senecio, astilbe, hortensia, echinop y bombastic; los pendientes, de oro blanco con aguamarinas. "Además, nuestros sobrinos, vestidos de Levantelier, llevaban capa y capota azulonas, combinadas con un traje de lino blanco con mangas de vuelo, unas alpargatas y unos capacitos rellenos de paniculata. ¡Para comérselos!"

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Si algo dejó claro Marta con su elección es que, además de optar por un vestido muy sencillo, se decantó por un modelo que no seguía prácticamente ninguna de las tendencias más buscadas por las novias de 2020. No incorporaba mangas llenas de volumen, tampoco detalles de color dentro del propio diseño, ni estaba adornado con flores en 3D. Sí se sumó sin embargo a la moda de ceñir ligeramente la cintura, un truco de estilista para favorecer aún más la silueta. "Las tendencias van y vienen… Lo importante es saber qué es lo que te favorece, qué cosas puedes resaltar de ti y ser fiel a uno mismo". Además, al contrario que muchas otras chicas, Marta no se cambió de vestido ni eligió un diseño que evolucionara a lo largo de la ceremonia. "Siempre había pensado en un único vestido para el día de mi boda, y lo diseñamos de manera que fuese acorde a todos los momentos de ese día".

Una boda de otoño en Alicante

Pero Marta no es la única protagonista de esta historia. Juan Pablo y ella se conocieron en un viaje a Berlín con familia y amigos. O más bien, se redescubrieron. "Allí vimos en el otro algo diferente y especial pero no fue hasta meses después, en Madrid, cuando empezamos a quedar. Organizábamos partidos de pádel casi todos los días con la excusa de vernos. ¡Es la época de nuestra vida que más deporte hemos hecho!", bromea Marta. Llevaban saliendo juntos un año y medio cuando llegó la petición de matrimonio y, nueve meses después, se convirtieron en marido y mujer. Tenían tantas ganas que no podían esperar más.

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Su historia de amor se selló en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia de Alicante, en un día de mediados de septiembre en el que la lluvia dio tregua y la temperatura fue maravillosa. "Quisimos cuidar al detalle la ceremonia. Fue muy solemne, presidida por un sacerdote amigo nuestro, que fue partícipe de nuestra historia desde el principio y nos hacía mucha ilusión que nos casara él. Y concelebró un sacerdote conocido de nuestras familias desde hace muchos años. De la música se encargó una coral formada por 70 personas que nos mantuvo emocionados durante toda la misa", apunta Marta.

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Después llegó la celebración y todo salió como habían planeado. Aunque Marta se declara fan de las wedding planner, no contó con la ayuda de ninguna para su gran día. "Un día me senté, estructuré todo y sólo había que ponerse manos a la obra. Mi marido y mis padres me ayudaron bastante. Como la boda era en Alicante, cada vez que iba allí adelantábamos mucho. Nunca me olvidaré de las tardes en la playa con mi madre y nuestras interminables listas de cosas por hacer". Un día lleno de felicidad que recordarán siempre.

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