Stuart Weitzman, el diseñador de zapatos de las 'celebrities', nos descubre su exposición en La Coruña

Por primera vez, la muestra de su colección personal 'Walk This Way' viaja fuera de Estados Unidos

Por Amaia León

No son muchos los diseñadores que atesoran en su portfolio una pieza icónica y, sin embargo, disponer de ella es el requisito número uno para que su nombre pase a la historia. Christian Dior lo logró con la silueta New Look de 1947, Yves Saint Laurent con sus chaquetas de esmoquin de los años 60, Jean Paul Gaultier gracias a un corsé rosa satinado (y a Madonna) en 1990... Y la lista se ampliaba hace una década debido a unas sandalias de tacón y tiras tan finas que su creador tuvo el ojo de bautizar como Nudist. Elegantes, atemporales y cómodas a pesar de sus 12 centímetros de altura, es el zapato más repetido en las alfombras rojas de Hollywood, donde, aparición tras aparición, se ha hecho inconfundible. "Es como el bolso guateado de Chanel", compara el hombre que las diseñó, Stuart Weitzman. Desde Estados Unidos, el famoso zapatero que adoran las celebrities nos explica el nuevo proyecto que lo vincula con España, país que adora y en el que produce desde sus inicios.

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"Antes de empezar con tus preguntas, tengo yo una: ¿vas a visitar la exposición?". Así comienza la charla con Stuart Weitzman, una entrevista vía teléfonica pactada para hablar sobre Walk This Way, la muestra de más de un centenar de pares de zapatos pertenecientes a su colección privada de calzado histórico que, hasta el 7 de enero de 2024, puede verse en la Fundación Barrié en La Coruña. Pero, lejos de centrarse solo en la exhibición, nuestra media hora de conversación es suficiente para recorrer, además, su carrera, sus diseños más famosos y algunas anécdotas como el origen de las botas con liga que diseñó para Taylor Swift. Son solo las ocho de la mañana en California, pero ni el madrugón ni llevar casi seis décadas diseñando zapatos le impiden hablar -en un español casi perfecto- del calzado con una pasión que traspasa el altavoz.

¡HOLA!: ¿Por qué elegiste España para exponer tu colección por primera vez fuera de España?

Antes, tengo yo una pregunta: ¿vas a visitar el museo donde tenemos la exposición? Esta en una zona muy bonita de España y el museo es muy bueno. Es quizá el séptimo que me ha pedido exponerla. Yo viví 46 años en la zona de Alicante, donde tenía las 11 fábricas para trasladar mis ideas a zapatos. Algunas veces digo que España fue mi segunda casa, otras digo que fue la primera. Algo relacionado con el mundo del calzado, como es esta exposición, debe visitar también España. El museo nos contactó y inmediatamente di el "ok" para exponerla allí unos meses.

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La exposición recorre más de siglo y medio de moda a través de piezas como las zapatillas de la Reina Victoria de Inglaterra de 1860, las mules peep-toe de Ginger Rogers de los años 50 o una réplica de tus “sandalias del millón de dólares” con 464 diamantes Kwiat que lució la actriz Laura Elena Harring en los Oscars de 2002 (imagen superior). ¿Cómo y por qué has escogido estos diseños?

No son solo zapatos, son historias. Es una reflexión de las distintas épocas de la sociedad y de cómo ha sido tratada la mujer en cada una. Los zapatos hablan de nuestra personalidad, nos dan alegría, nos cautivan... y también reflejan la sociedad. Y eso se puede ver en la exhibición. Mi colección personal, en realidad, fue acumulada por belleza, por historia, por "cosa rara" o por regalos que me dio mi esposa. Después de acumular cientos de artículos -creo que tenemos unos 300 y solo hay unos 150 en la exposición-, ordenándolos por épocas, se nota como el zapato ha seguido el cambio de la sociedad respecto a la mujer.

¿Cuál dirías que ha sido el momento más decisivo en esa historia del calzado y la mujer?

La relación es más evidente hace unos 150 años, cuando la mujer comenzó a pedir el derecho a votar en América. En aquella época no era aceptable mostrar los tobillos; era casi un crimen. Con la liberación iniciándose, las faldas y los vestidos subieron un poco y se comenzaron a ver las piernas. Pero eso fue demasiado radical y el calzado fue la protección de la moralidad en aquel momento: hicimos botines que nosotros en inglés llamamos high button shoes, zapatos que suben sobre el tobillo y se cierran con botones.

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Ese botín cubría el tobillo y así se pudo subir el largo de los vestidos. Después llegó más liberación y con ella los zapatos escotados. Y esto es solo un ejemplo. Otro es que, unos 50 años antes, los zapatos de las mujeres no tenían pie derecho y pie izquierdo, sino que eran iguales, rectos. Las mujeres tenían que forzar sus pies a una forma que no era natural. Era una manera de ahorrar dinero, decían, pero los hombres sí tenían zapato derecho y zapato izquierdo... ¿Y sabes por qué? Porque fueron diseñados por hombres, que tenían miedo de vosotras. En la universidad donde estudié solo un 2% de los estudiantes eran mujeres; ahora suman el 54%. Menos mal que el mundo ha cambiado. Ojalá un día los países estén dirigidos por vosotras, seguro que no tendremos guerras.

¿Cuál es el zapato más especial para ti de toda la exposición?

En la portada del libro hay un modelo con punta muy fina y tacón, un stiletto. Y este zapato es mi favorito por una razón personal: fue hecho antes de que yo empezara a diseñar, mucho antes, por mi padre. Él tenía una fábrica de zapatos en la zona de Boston, en Massachusetts, y lo fabricó cuando yo era un niño. Yo nunca lo había visto, pero en una visita a Seattle, en el oeste de América, mi familia lo encontró en una tienda de antigüedades. Lo reconocieron por la marca que tenía dentro, lo compraron y me lo regalaron en un cumpleaños. Y eso es algo... tener una cosa hecha por tu padre antes de nacer...

Además, es muy bonito: tengo una hija que es cantante, bastante conocida aquí en Estados Unidos, y ella lleva la moda en la sangre. Siempre he dicho que si ella elige modelos de mi nueva colección, van a triunfar porque es una fashionista. Ella me dijo: "papá, yo quiero llevar este modelo. Es bellísimo, es sexy, es fabuloso", refiriéndose al zapato de mi padre. Entonces, casi cien años después versioné ese zapato y fue un éxito.

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¿Y en quién o qué piensas al diseñar, aparte de en tu hija? 

En distintas mujeres. Una temporada lo conté: pienso en mis musas. La primera colección que desarrollé fue de zapatos de fiesta, de evento. El zapato para mujeres que están invitadas a los Oscars o fiestas así. Y la mujer en quien pensaba, a quien lógicamente no conocí porque murió, fue Marilyn Monroe. Empecé a diseñar y dibujar modelos y modelos y modelos, unos 80, y después de dos o tres páginas, los revisé y pensé: ¿cuáles llevaría Marilyn? Encontré dos que, en mi esperanza, hubiera llevado ella. Esa es la mejor manera de inspirarse, crear para una persona. Después pensé en Audrey Hepburn, en Jacqueline Kennedy... Y también pensé en una novia, y así gané mi primer premio en la industria, el premio al Mejor accesorio del matrimonio. Así es como se debe crear cualquier colección de moda, pensando para quién es.

¿Qué es lo que quieres que sienta una mujer cuando lleva uno de tus zapatos?

Generalmente, un zapato da algo a la mujer. Es increíble pero hay mujeres que me dicen que tienen 200 pares guardados y que nunca los tirarían. ¿Por qué? Porque quizás ha comprado el zapato para transmitir su personalidad, para darse fuerza... Un tacón alto hace que una pierna bonita se transforme en maravillosa; no se ha inventado nada que siente mejor. Pero un zapato plano, por otro lado, demuestra confianza. Hoy día, desde hace como cinco o diez años, la comodidad siempre es el número uno.

Yo tengo una sandalia muy famosa que se llama Nudist. Lo usan la mitad de las estrellas en las alfombras rojas, es increíble. Yo la diseñé para los eventos, con tacón de 15 centímetros y tiras muy finas, pero, de repente, vi a una chica de unos 18 años que la llevaba con vaqueros. Dije, "guau, espero que sea tan bueno como parece porque es fabuloso como lo llevas". Pensé que me iba a responder "lo compré porque es tan bonito, tan sexy", pero ¿sabes qué me dijo? "Es increíble lo cómodo que es". En mi estudio dedicamos la mitad del tiempo a la ingenieria del producto, y si no funciona, no me importa cuánto de bonito sea, ese zapto no entra en el mercado.

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Como decías, prácticamente todas las celebrities han llevado tus diseños. ¿Quién te ha sorprendido más?

Una de las últimas fue Taylor Swift, en su tour. Tiene cuatro pares que usa casi siempre, y uno de ellos es una bota a la altura del muslo. Aunque tiene un elástico, cuando ella bailaba y cantaba, se le caía un poco, como cinco centímetros, y se quejó. Me llamó y me dijo: "Quiero que mantenga donde está porque la distancia hasta mi falda es perfecta, ¿qué puedo hacer?". Entonces le puse una liga y cuando se miró al espejo dijo "guau, es tan sexy". Hasta se las puso en un anuncio de un banco americano que protagonizaba. Diseñé esa bota en 2008 y ahora, 15 años después, continúa siendo el modelo más icónico. Es increíble.

Tal vez sea porque tus modelos son atemporales y elegantes, no pasan de moda...

Bueno, algunos. Es como el bolso guateado de Chanel, ¿no? 70 años después y todavía cada mujer quiere uno.

La reina Letizia y la duquesa de Cambridge también han llevado tus zapatos...

Cuando Kate Middleton lleva mis zapatos, se agotan en una semana.

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¿Ves diferencias entre el estilo de las españolas y el de las mujeres de otros países?

En realidad no, la moda es mundial. Solo cambiamos la horma para cada mercado: en Estados Unidos, Europa y Medio Oriente es más estrecha que en Asia. 

Y volviendo al inicio, ¿por qué elegiste venir a España y producir aquí nada más terminar la carrera?

Quería un producto de lujo y solo hay dos opciones: Italia y España. Primero fui a Italia porque tenía la fama, pero me encontré con una huelga de cuatro horas para visitar una fábrica, una huelga de hoteles después, otra de trenes... Llamé a mi agente en España y le dije, "en vez de ir la semana que viene, voy mañana". Llegué al aeropuerto de Alicante a las doce y media, y a Elda hacia la una. Cuando visité la fábrica era la hora de la siesta, pero los empleados no pararon de trabajar hasta que salí. Dije, "esta es la colaboración a la que estoy acostumbrado viniendo de los Estados Unidos". Y así fue como mis mil millones de pares de zapatos se hicieron en España.