Chiara Ferragni y Olivia Palermo: cuando moda y tecnología son sinónimo de éxito

Ambas han sabido utilizar los avances digitales para convertirse en dos de las mujeres más relevantes en su industria

Por Paula Callejo

Aunque hace no tanto el término influencer nos sonaba a algo lejano, imposible y desconocido, hoy en día estamos más que acostumbrados a convivir con él y hemos normalizado totalmente que se trate de una profesión más, la cual demuestra cómo la tecnología facilita incluso el nacimiento de nuevas empresas que llegan a facturar millones de euros anuales. Si hablamos de un perfil de éxito nacido en internet que ha logrado desvirtualizarse y ser reconocido a nivel mundial, es imposible no pensar en Chiara Ferragni. La italiana, que comenzó con un pequeño blog a modo de diversión, convierte en oro todo lo que toca, y es hoy en día una de las mujeres más poderosas de la industria de la moda. Algo similar ocurre con Olivia Palermo, otro ejemplo de cómo ir ganando popularidad y prestigio poco a poco a través de internet y acabar dirigiendo varias empresas. Analizamos cómo ambas han sabido utilizar los avances digitales de la última década para asentar las bases de una profesión que ya se les queda pequeña.

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El inicio de 'La ensalada rubia'

En 2009, Chiara Ferragni, una estudiante más de derecho en la universidad Bocconi de Milán, comenzó un blog cuando nadie pensaba en la proyección de este tipo de plataformas. Ya había tonteado con Flickr y decidió probar un nuevo soporte que le permitiera compartir más fotografías y textos. Lo hizo por diversión, haciendo gala de la naturalidad que le caracteriza, y precisamente ahí reside la clave de su éxito. Por aquel entonces, la italiana compartía imágenes de sus looks del día a día, instantáneas cuidadas pero sin retoques, filtros o las artificialidades que acostumbramos a ver hoy en redes: solo ella y su ropa. Decidió bautizar el blog The Blonde Salad: lo de ensalada venía por la mezcla de estilos que mostraba, algo que sigue siendo su seña de identidad, y lo de rubia por reírse del cliché de 'rubia tonta', y vaya si se ha reído.

Tan solo un año después, abrió su perfil de Instagram, demostrando su capacidad para adaptar el contenido a cada diferente medio. Sin dejar TBS de lado, comenzó a alimentar esta nueva red social que, hace doce años, nadie pensaba que pudiera llegar a convertirse en el gigante que es hoy ni que fuera a mover la cantidad de dinero que mueve. 

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Poco a poco, el nombre de Chiara empezó a sonar tanto en la blogosfera como fuera de ella, y llegaron las primeras colaboraciones y contratos. Aunque muchos profesionales de la industria de la moda se mostraron recelosos y no entendían qué estaba ocurriendo con este nuevo rostro salido de internet, otros tantos supieron captar su potencial y aprovechar a desarrollar a través de la italiana su presencia digital. No todo fue un camino de rosas ya que recibió muchos 'noes', pero Chiara persiguió su sueño y fue creando su propio camino improvisando sobre la marcha, sin saber siquiera hacia donde se dirigía, haciendo las cosas por impulso y por pasión. De esta forma, llegó a sentarse en primera fila de un desfile junto a Anna Wintour, una imagen que ahora pasaría desapercibida pero que, hace diez años, era algo totalmente chocante. 

Chiara no fue la primera ni la única influencer de aquella época, pero sí la que más lejos llegó, y basta con echar un vistazo a su perfil para entender el éxito. A día de hoy, con más de 28 millones de seguidores solo en Instagram, mantiene la naturalidad y la cercanía de esos primeros años, lo que hace que la gente empatice con ella. La italiana lo muestra todo, no solo su faceta como embajadora de moda, sino también su parte empresarial, los entresijos de su trabajo y, por supuesto, su vida personal, que genera gran curiosidad y fascinación. Chiara comparte lo que le gusta, se hace una foto y la sube sin retoque, se ríe de sí misma, de su marido y no duda en enseñar también los malos momentos. Tal es así que no es raro que en un mismo día publique cinco o seis carruseles de fotos y otras tantas historias efímeras, algo que muy pocas celebrities hacen. Porque sí, Chiara Ferragni ha dado el paso de influencer, término que se le queda más que corto, a celebrity internacional. Ella ha sabido pasar de promocionar marcas a convertirse en su propia marca

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El paso a empresaria

En 2013, cuando ya había colaborado con las firmas más prestigiosas de moda y belleza del mundo, decidió lanzar su propia empresa, Chiara Ferragni Collection, que nació, como no podía ser de otra forma, de manera digital pero ahora se vende en más de 400 establecimientos en todo el mundo y factura más de 30 millones de euros anuales según la revista Forbes, quien ha nombrado a la italiana, por cierto, como la influencer de moda más poderosa del mundo. A modo de curiosidad, en 2015 su caso se convirtió en objeto de estudio en la universidad de Harvard, el primero que se realizaba de un perfil similar.

Hoy, Chiara es directora ejecutiva y presidenta de TBS Crew Srl, la empresa generada a raíz de The Blonde Salad, así como presidenta de Chiara Ferragni Collection. Además, el año pasado entró a formar parte de la junta directiva de la firma de calzado de lujo Tod’s y, simplemente gracias al comunicado de prensa en el que se anunciaba, consiguió que las acciones de la compañía subiesen un 14% en la bolsa de Milán, equivalente a unos 100 millones de euros según Forbes.

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A todo esto hay que sumarle su trabajo como embajadora de firmas de moda y belleza, en el que continúa muy activa, y el lanzamiento de su propia docuserie. Tras ser presentado en el Festival de Cine de Venecia, a finales de 2021 se estrenó en Amazon Prime la primera temporada de Chiara Ferragni Unposted, en el cual buscaba mostrar su faceta más humana, tratando temas como la ansiedad, las visitas al psicólogo, las discusiones de pareja con su marido y las rabietas de sus hijos. De esta forma, a pesar de su fama, su éxito y dinero, logra empatizar con una legión de fans que quieren ver que, al final del día, es una persona normal, y lo hace, de nuevo, por medio de una plataforma de streaming que se encuentra en pleno auge, dejando claro que tiene más que claro dónde tiene que moverse y cómo tiene que ir avanzando a medida que la tecnología lo hace

Como decimos, Chiara ha mostrado siempre los detalles de su vida y de su familia, por lo que si la sigues seguro que conoces a todos los 'Ferragnez'. De hecho, como ocurriera con las Kardashian, el 'fenómeno Chiara' ha arrastrado a su madre y a sus hermanas, que también trabajan como influencers. Aunque Francesca compagina su oficio de odontóloga con alguna colaboración en redes, Valentina, la pequeña de la familia, quien atesora ya más de 4 millones y medio de seguidores, se dedica enteramente al negocio de la moda, y ha lanzado también su propia empresa, una firma de joyería homónima. 

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El caso Olivia Palermo

Prácticamente a la vez que Chiara empezaba en el mundo de la moda la neoyorkina Olivia Palermo y, aunque ambas representan el éxito de su generación y sus caminos se han cruzado en numerosas ocasiones, los inicios fueron diferentes. Olivia comenzó a ser conocida por el reality The City, y por su trabajo como estilista en revistas desde 2007. Poco a poco, su estilo elegante y de tendencia llamó la atención, y fotógrafos de moda como Patrick McMullan capturaron sus looks en fiestas del sector. Puede que empezara a destacar de manera analógica, pero su boom estuvo totalmente vinculado al ámbito digital, ya que abrió un blog que posteriormente transformaría en una web homónima en la que mostraba, además de sus conjuntos, trucos y consejos sobre moda y belleza.

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Aunque las cifras de Olivia son más modestas que las de Chiara, no dejan de ser absolutamente impresionantes, ya que su fortuna, según Forbes, supera los 10 millones de euros. En su caso, ha preferido mantener un perfil más discreto, con menor número de publicaciones en redes, no tanta exposición familiar (aunque su marido, el modelo Johannes Huebl, suele ir con ella a los eventos) y una actitud algo más distante.

Solo hay que comparar las bodas de ambas para entender sus diferentes estrategias: mientras que los 'Ferragnez' montaron una espectacular fiesta con cuatro vestidos de novia, decoración por doquier, un jardín de rosas, techo de microluces y un parque de atracciones con fuegos artificiales para sus cientos de invitados, celebración que retransmitieron en directo y de la que hicieron partícipes a todos sus seguidores, Olivia y Johannes se dieron el 'sí, quiero' en secreto en un enlace íntimo sin apenas invitados y con un único look nupcial (el cual, por cierto, inició la tendencia de los zapatos azules para novias).

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Su estrategia: sin prisa, pero sin pausa

Sin embargo, esa intencionada y elegante discreción no le ha impedido a esta neoyorkina crear su propio imperio. Tras más de una década siendo uno de los rostros más emblemáticos en cada edición de la Semana de la Moda de Milán, París, Londres y Nueva York y colaborando con firmas exclusivas de la industria, en 2020 decidió ir un paso más allá. Como ella misma explicaba, después de haber diseñado varias colecciones de la mano de otras marcas y años de experiencia dándole vueltas al proyecto, el paso natural era lanzarse a la piscina y crear su propia firma de moda. En febrero de 2020, a las puertas de la pandemia, nace Olivia Palermo Collection, que plasma a la perfección su estilo sofisticado, atemporal y femenino. Un año más tarde, en vista del éxito de su proyecto de moda, decide probar suerte también en el de la cosmética y surge Olivia Palermo Beauty.

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De nuevo, ambas firmas nacen en el entorno digital, y, poco a poco, han dado el salto a puntos de venta físicos. Actualmente, Olivia compagina la dirección creativa de ambas con su papel como directora comercial de la empresa Olivia Palermo Group, es embajadora de Dress for Success y sigue trabajando activamente con otras marcas, pero queda más que claro que, como ocurre con Chiara Ferragni, la mejor marca es ella misma.

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