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Suelen ser alérgicos a la lactosa

El cine y los dibujos animados siempre nos han mostrado a los gatos se sedientos de leche, pero esa es solo una imagen popular, lo cierto es que los gatos domésticos no beben leche como alimento principal, ni mucho menos, pues realmente son alérgicos a la lactosa y ofrecerles leche sería en todo caso una muy mala idea. Es cierto que de cachorros sí se alimentan de esta, porque durante esa etapa de su vida desarrollan una enzima capaz de digerir la leche, pero una vez que llegan a la fase adulta dejan de contar con dicha enzima y la lactosa les produce problemas gastrointestinales que, si insistimos en que tomen leche, pueden desencadenar en trastornos digestivos más graves.

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Vivir con humanos ha cambiado su cerebro

Diversos estudios han indicado que el cerebro de los gatos domésticos ha disminuido desde que se empezó a domesticar por el ser humano, hace alrededor de 10.000 años. El cerebro del gato doméstico es más pequeño y se cree que esto atiende a que ha dejado de dedicar esfuerzos a la caza y a temer de su entorno, la desconfianza y los mecanismos de defensa ocupaban una parte importante de su mente y poco a poco su cerebro se ha ido amoldando a una nueva forma de pensar. Además, las conexiones sinápticas de los gatos domésticos se han fortalecido, pese a tener un cerebro más pequeño, son más inteligentes, pues la tranquilidad que les da el hogar junto a sentirse parte de una familia les permite dormir más y mejor, y eso ha reforzado su memoria y que sean capaces de tomar decisiones más elaboradas.

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Frotarse contigo es síntoma de posesión

Muchas veces cuando nuestro gato hace lo posible por rozarse con nuestras piernas, o con nuestras manos, o cara, podemos llegar a pensar que lo hace porque le gusta tanto nuestra compañía que quiere acariciarse con nosotros y darnos también un gesto de amor. Un gato no haría eso con quién no tenga o desee un vínculo estrecho, pensamos. Sin embargo esto no es del todo cierto. El motivo por el que los gatos se rozan y frotan con los humanos es para marcar con sus hormonas, no lo hacen de forma razonada o consciente, es un acto reflejo para el que están programados: marcar a aquellos seres que consideran suyos, para que otro gato no cometa el error de pretender acercarse a ti.

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Sus años de vida no son proporcionales

Cuando pensamos en nuestro gato en términos de edad en ocasiones sentimos la necesidad de sacar la calculadora para saber si vivimos con un adolescente o un anciano. ¿Cada año de un felino equivale a 4 de los humanos? Hay muchas cifras en el aire, pero la forma de contar debe tener en cuenta que durante los primeros dos años del gato el crecimiento de su cuerpo y mente es vertiginosa, no tiene nada que ver con el ser humano, que tiene un desarrollo enormemente lento. Cuando un gato cumple un año debemos considerar que ha alcanzado el equivalente a los 15 años de un ser humano. Y cuando llega a los dos años, su edad humana sería de 25 años. Desde ahí, se cuenta con que cada año felino sería equivalente a 7 años humanos.

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Sí, los datos pueden ver en color

¿Qué animal ve en blanco y negro, el gato o el perro? Existe algo de confusión sobre este tema, pero sí: los gatos ven en color: disponen de los conos receptores del color azul y del verde. Sin embargo no pueden ver el rojo y todos los colores intermedios que mantengan tonos cálidos asociados como el rosa o en naranja. Pero sí interpretan tonalidades amarillas y, por supuesto, verdes o azules.

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Eran casi sagrados en el antiguo Egipto

Allá donde ha habido una urbe humana los gatos han jugado un papel importante, que sean una mascota humana desde hace milenios no es casualidad. De hecho, que sean animales de compañía a los que dar y de los que recibir amor es una cuestión muy reciente. Los gatos han sido benefactores de los humanos porque han protegido a las comunidades de las plagas de ratas y de otros animales, y así es como se inició la relación humano-gato en el antiguo Egipto, los gatos se fueron aproximaron a las ciudades para saciar su apetito y a los egipcios esto les pareció providencial, tanto que consideraron a los gatos unos enviados divinos y con rango sagrado.

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No saborean el dulce

El azúcar es un veneno para muchas mascotas, perros y gatos deben permanecer al margen de cualquier alimento dulce. Además, los gatos ni siquiera pueden saborear el azúcar, no son nada golosos porque el dulce no forma parte de su escala de sabores, y esto se debe a que son objeto de una mutación genética que hizo que sus papilas gustativas se volvieran ciegas a este sabor, probablemente porque evolutivamente se encajó la pieza de que si lo dulce era malo para su salud lo más práctico sería eliminar el placer que puede producir ingerir alimentos de este tipo.

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Duermen todo lo que a ti te gustaría dormir

Si observas bien a tu gato, notarás que pese a ser un animal enérgico y muy curioso, si hay algo que hace bien es echarse una muy buena siesta y luego otra. Los gatos duermen alrededor de 16 horas al día, aunque lo hacen en siestas prolongadas a lo largo de toda la jornada, pero muy especialmente en las horas de sol, pues son animales nocturnos con biorritmos propensos a querer trasnochar e inspeccionar la casa en plena oscuridad. Se ha determinado que el tiempo que duerme un gato a lo largo del día ronda el 70% de este.

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Sus huellas dactilares están en su trufa

Cuando nacemos todos los mamíferos tenemos una o varias zonas de nuestro cuerpo que servirían para reconocernos inequívocamente entre un millón de especímenes. Se trata de los pliegues de nuestro cuerpo, que constituyen un código complejo, exacto e irrepetible. En el caso de los humanos las huellas dactilares son la clave para determinar esa marca única que nos define, pero también servirían las líneas de las palmas de nuestra mano (aunque varían un tanto con la edad), la posición y tamaño de nuestros dientes, o los surcos de la comisura de nuestros labios. En el caso de los gatos, la trufa es su huella ‘dactilar’ más clara, se trata de un dibujo generado durante su gestación que es irrepetible y que solo tiene un individuo.

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