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¿Está vulnerable o quejoso? Probablemente esté enfermo

Por su aspecto podríamos creer que los hurones tal vez pertenecen a la familia de los roedores, sin embargo no tienen nada que ver. Tener un hurón en casa no se parece en nada a convivir con un hámster, pues el hurón es un mustélido y su principal peculiaridad es que son carnívoros, es decir: depredadores, en las antípodas de un hámster que es una presa omnívora. Esto marca mucho su comportamiento, el hurón es un animal ágil, activo y muy impetuoso, como lo son todas las especies que cazan y que no temen especialmente a ser cazadas. Esto marca también los síntomas que podemos apreciar cuando están enfermos, pues su estado de excitación baja enormemente, se muestran vulnerables, quejosos y algo más impredecibles.

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La calidad de su sueño es un indicador (también de la edad)

Los hurones viven entre 5 y 10 años, por lo que para tener en cuenta un posible cambio de ánimo relacionado con la enfermedad es necesario conocer su curva de vida, en lo que sería para él la más tierna infancia y adolescencia (hasta el año y medio) su carácter está marcado por el juego, el descubrimiento y la aventura. Posteriormente en la edad adulta su comportamiento se estabiliza en la caza, de forma muy similar a los gatos, el hurón necesita pasar muchas horas del día jugando a perseguir, escondiéndose y corriendo contra sí mismo. Su energía puede resultar molesta en ocasiones, pero por suerte duerme entre 14 y 18 horas, necesita descansar mucho para luego derrochar energía. Si tu hurón no duerme lo suficiente, o duerme más, podría ser el síntoma de que algo no va bien. En la última etapa de su vida dormirá más y será más calmado, incluso puede variar su alimentación y aceptar de mayor grado ciertos alimentos de origen vegetal.

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Las lesiones la principal causa de enfermedad en hurones

El síntoma más evidente de que un hurón está enfermo es la falta de interés por moverse y jugar. Precisamente a raíz de su inmenso ímpetu jugando es común que se lesione, una mala caída, un golpe contra un mueble o incluso un aplastamiento. El dolor es capaz de transformar completamente su comportamiento y de pedirle más quietud y reposo. Es poco común que un animal demuestre de forma evidente que algo le duele, pero los hurones sí se quejan. Al tocarlo será su reacción la que denote dónde está la zona afectada, si le acaricias y justo al “pulsar” una parte de su cuerpo el hurón se revuelve, trata de escapar o incluso se enfada, podemos comprender que es ahí donde tiene la lesión. Evidentemente lo primero que debes hacer es acudir al veterinario para que él descubra la envergadura del daño y proponga una cura o tratamiento.

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Un aparato digestivo más sensible que estando en libertad

Las afecciones del aparato digestivo de los hurones pueden producir vómitos, o intentos de vomitar, percibirás que tiene náuseas porque hace amago de vómito pero sin conseguirlo y producen una salivación excesiva que expulsará en forma de babas con cierta densidad, la cual está producida por su organismo para facilitar el vómito. A la vez, no es extraño que los problemas digestivos de los hurones produzcan diarrea. Aun siendo carnívoros carroñeros, que están preparados para aprovechar los cuerpos en descomposición de los animales muertos, lo cierto es que el hurón doméstico es mucho más vulnerable a las bacterias y a las malas digestiones que sus que los que viven en un entorno salvaje, porque en el hogar no han desarrollado su estómago para aquello para lo que originariamente están preparados, sino que viven en un entorno controlado, higiénico y con alimentos frescos, lo que en el fondo deja a su organismo varios escalones por debajo de lo ‘blindado’ que sería en un entorno silvestre.

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Pueden padecer la gripe y la COVID-19

Tal vez recordarás que durante la crisis de la COVID-19 se habló acerca de que los visones también podrían contraer esta enfermedad. Pues bien, los hurones y los visones comparten familia, ambos son mustélidos, y sí, los hurones también pueden padecer coronavirus además de todas enfermedades víricas similares, en concreto la gripe. Los síntomas son similares a los que padecemos los humanos, y en un hurón lo notarás enseguida por su comportamiento, que da un giro radical: apenas se mueven, quedan tristes y desorientados, con fiebre, sin ganas de comer y tos.

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Síntomas de la fiebre de un hurón

La escenificación de que tu hurón está siendo víctima de un proceso vírico y que, por tanto, está desarrollando fiebre, es tan visible que a poco que agudices la observación podrás comprenderlo. Los hurones no saben hablar, pero se quejan mucho cuando están mal, hacen un sonido apagado que se asemeja un tanto al llanto de los perros. Notarás que su nariz está caliente y más seca de lo normal, como consecuencia de la fiebre. Sus ojos brillan más, porque para refrescarse generan más lágrimas, pueden llegar a temblar, y muestran un nulo interés por comer, mientras duermen mucho más de lo habitual.

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El calor no es un buen aliado

En un entorno natural los hurones no padecerían demasiado los estragos del calor, son animales procedentes de los bosques europeos, les gusta la vegetación, vivir a la sombra de los árboles y en los túneles que ellos construyen, muy frescos y guarecidos del sol. Por eso mismo, no están preparados para vivir el calor de España, que a veces puede resultar excesivo para ellos. Más allá de 30ºC estaríamos hablando de un clima por encima de sus necesidades, lo que tiene como consecuencia una fuerte deshidratación y un cambio de humor importante. De nuevo, veremos como el hurón se aplaca y queda cansado y sin ganas de moverse, con la peculiaridad de que sus ojos se vuelven opacos. Debes darle agua, favorecer su hidratación quiera o no, y si es necesario darle de beber con una jeringa, pero con cuidado de que no se ahogue repeliendo el trago.

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El estrés también es un motivo de enfermedad

Aunque parezca que los hurones son animales todoterreno, lo cierto es que todas las especies necesitan cierta rutina, y que su entorno sea predecible. Lo contrario siempre es motivo de estrés y desencadena en el animal unos síntomas que primero se traducen en pérdida del sueño, nerviosismo y después incide en falta de energía, irritabilidad y puede incluso desencadenar fiebres, falta de apetito y déficit de nutrientes. Todo está relacionado con el entorno: si tu hogar deja de ser como habitualmente era percibido por el hurón, éste puede creer que nuevas amenazas han llegado: visitas constantes, un bebé, otras mascotas, una mudanza. Busca que cualquier cambio sea gradual.

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La castración puede salvar su vida

Tanto en hembras como en machos, sus celos se manifiestan desprendiendo un olor profundo. Tú serás el primero en darte cuenta y en padecerlo. Al igual que perros y gatos, están haciendo una llamada a especímenes de su propia raza para atraerlos a la reproducción, sin embargo el ser humano puede “comprender” este mensaje, pues el olor no permanece oculto para nosotros como en el caso de los perros. Esto te dará una pista de a qué se debe su irritabilidad, pues el segundo síntoma de que está en celo es que se vuelven mucho más irascibles y violentos. El gran problema del celo de los hurones es que una vez que entran en época de apareamiento, ésta no finaliza hasta que no se consuma, y este proceso absorbe mucha energía del animal, lo que puede conducirle a la muerte por anemia. Por todo ello, castrar al hurón es fundamental sin va a vivir en un hogar.

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