Ir al veterinario
A nadie le gusta ir al médico, pero para los gatos el veterinario es una “aventura” demasiado intensa. Primero porque se ven obligados a salir de su zona de confort: la casa, el rellano, el portal… Salir a la calle en transportín en principio no es algo que les apasione, pues generalmente los gatos domésticos no están habituados a salir al exterior, escuchar tantas personas, coches, olores muy diferentes y la imposibilidad de salir corriendo y explorarlo en libertad. Luego, al llegar a la consulta se verán como el centro de atención sin que les dé tiempo a habituarse y a generar la confianza suficiente, por mucho que el veterinario sea un encanto y ponga todo de su parte, el entorno de la consulta le resultará ajeno, el gato olerá a otros animales, se verá observado y no tendrá escapatoria: lo que él desearía es saltar de la camilla, esconderse, observar el entorno: pasar desapercibido.
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