Descubre por qué hablan los loros y cómo enseñarle a ‘pronunciar’

El cerebro de los loros es uno de los más complejos cuando nos referimos a aves, desean hablar para socializar con nosotros, y enseñarles será muy fácil siempre que tengamos en cuenta algunas cuestiones.

Por David Navarro

Los loros son uno de los tipos de aves más sociables, les gusta mucho la interacción con humanos y sienten mucha gratificación al verse incluídos en la rutina familiar. Por eso, lo más importante a tener en cuenta cuando un loro llega a la casa es que debe estar integrado con el resto de la familia, les gusta que su jaula esté donde pueda veros y escucharos, sintiéndose partícipe de vuestra vida. También, son aves cálidas, por lo que para que se sienta a gusto es importante que el emplazamiento que le des esté en una zona de la casa que permanezca caliente de forma habitual.

Al igual que los gatos con el maullido, los loros han desarrollado la facultad de hablar como parte de su comunicación con humanos, sin embargo en el caso de estas aves el sonido se produce de forma mucho más compleja que en el caso de los felinos y, como habrás escuchado, el resultado es muy sorprendente.

Capaces de imitar casi cualquier sonido

No tienen cuerdas vocales, no pueden ejecutar los fonemas que nosotros expresamos de la misma forma, sin embargo tienen un sistema respiratorio formado por un órgano llamado siringe, en la tráquea, que está diseñado para producir sonidos muy complejos, no solo la voz humana, sino cualquier otro sonido que ellos puedan imaginar. La imitación es muy importante, están preparados para poder imitar el entorno en el que viven, bien sea la voz humana o el gruñido de cualquier máquina o animal. Cuando en los hogares los teléfonos fijos sonaban de forma habitual, ese era uno de los sonidos más emitidos por los loros.

Es importante que para que un loro tenga la intención de imitar el sonido de la voz humana, el animal debe estar correctamente socializado desde muy pequeño. Por eso los loros que no han desarrollado esta facultad en su edad más temprana es probable que posteriormente no lo consigan, pues se trata de un proceso cerebral complejo que debe desarrollarse con su crecimiento.

También se ha demostrado que el cerebro de los loros dispone de una zona específicamente destinada a esta facultad, y que es muy compleja. Este hecho ha sido descubierto recientemente por investigadores de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (Estados Unidos) y también se ha dado con la consecuencia de que estas mismas áreas cerebrales son las que les hacen bailar cuando el ritmo que escuchan tiene unas cadencias melódicas atrayentes para ellos.

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Comienza el entrenamiento

Como ocurre con otros animales, bien sean perros o gatos, realizar una fuerte asociación entre un momento concreto del día que se repite y un sonido es una buena forma de educar al animal. En este caso, no sólo asociará un sonido a un instante diario, sino que se esforzará en repetirlo. De esta manera, si cada vez que llegas a casa le dices “Hola”, él asociará este sonido con tu llegada.

Que un loro esté constantemente inmerso en el diálogo del hogar es muy necesario para que sienta la intención de ponerse manos a la obra y empezar a hablar. Es necesario cultivar su oído, y que instintivamente comprenda que hablar es un rasgo importante para nosotros. Una de las razones primordiales por las que los loros hablen es que comprenden que se trata de un método de comunicación y que este tipo de sonidos tan extraños que nosotros hacemos tienen gran valor para nuestra socialización. Sin embargo, si vives solo y si en tu casa casi no escucha la voz humana, no llegarán a esa conclusión y permanecerán silenciosos.

Igualmente, puedes trabajar con el loro la asociación de palabras respecto a alimentos que él consume. Si le das un trocito de plátano, pronúncialo. Al principio no surtirá ningún efecto, hará falta mucha repetición, pero poco a poco descubrirás que una vez que este proceso de resultados será imparable, y cada vez aprenderá y expresará más palabras. Así, cuando el loro esté comienzo un trozo de manzana dirá “¡manzana!”, podrás responderle desde el otro lado del salón “¡Que aproveche!”, y con el pasar de los días cuando seas tú el que coma una manzana y se lo digas será él quien te lo diga: “¡Que aproveche!”. De la misma forma, puedes introducir en su vocabulario conceptos como “Quiero pera” o “Delicioso”.

Como en todo adiestramiento, premiar al animal es básico y muy relevante para el proceso de educación. Sobre todo al principio, cada vez que el loro cumpla con el resultado que queremos implantar debemos darle un premio, bien sea en forma de alimento como de atención. Recuerda que hablar es un gesto social, y premiar su esfuerzo con tu cercanía puede ser suficiente gratificación.

Ten en cuenta que cuando a veces pronunciamos palabras que para nosotros tienen un significado negativo, estamos utilizando un tono diferente: puede que más bajo de lo normal, y con mayor efusividad. Los loros captan que esas palabras son especiales para nosotros y que, por alguna razón, sobresalen del resto. Por ese motivo, es común que los loros identifiquen cuáles son los tacos o los insultos que proferimos en un entorno de intimidad, y se pueden afanar en imitarlos para repetirlos, no por molestar, sino porque quieren decir aquellas palabras que para nosotros sean importantes.

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