Trucos para que tu perro no pida comida en la mesa

Tratar de comer y tener a tu perro rogándote y llorando puede hacer que te atragantes. Pocas situaciones son más molestas con tu can, sin embargo: él no sólo quiere tu comida, para él significa algo más.

Por David Navarro

Cuando nuestro perro demanda un trocito de comida de la mesa se genera un conflicto en el que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad. En primer lugar el perro lo hace de forma instintiva, para él es un reclamo común y no existe una barrera evidente que le haga comprender que no debe hacerlo, porque el perro se ve integrado en el hogar como un miembro más de la familia, y si todos comen surge en su mente la idea: yo también.

Las cuestiones fisiológicas más elementales como dormir, comer y defecar, son actos que el perro entiende como propias de la manada: todos nos apoyamos y nos cuidamos. Por eso entiende que dormir juntos es lo mejor (en la misma habitación o incluso en la cama). Por eso al defecar nos mira fijamente a los ojos: porque pide protección mientras está en esa posición, por eso nos acompaña al aseo (para vigilar a posibles intrusos), y por eso mismo quiere su parte del botín cuando ponemos comida encima de la mesa.

Sin embargo, todas estas cuestiones pueden ser educativas, pues los perros domésticos necesitan ser adiestrados bajo un mínimo de normas. De la misma forma que no pueden hacer sus necesidades en el rellano, tampoco pueden exigir comida en la mesa cuando nos sentamos a cenar. En este sentido, tanta responsabilidad tiene el perro por arrastrar sus instintos, como tú por no haber adiestrado correctamente a tu mascota para encauzar este problema.

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Así comienza el problema

Uno de los mayores problemas en el adiestramiento de un perro es no ser riguroso con las normas. Los perros son como esponjas, por eso se han convertido en el animal de compañía más elegido por personas de todo el mundo: son capaces de aceptar todas nuestras normas, de ayudarnos y de agudizar su esfuerzo para conseguir casi cualquier meta que le transmitamos. Si los perros son capaces de rescatar personas en un terremoto, encontrar droga en un aeropuerto o guiar a un invidente en plena urbe, ¿cómo no van a poder dejarte comer tranquilo si tú se lo pides? La regla de oro es: ser constantes.

Cuando a un  cachorro le empezamos a consentir ciertas excepciones, estamos dinamitando su educación. Las normas deben ser las mismas siempre. Porque el perro no sabe por qué hoy sí y mañana no. Muy a menudo cedemos más que él, y lo hacemos por nosotros mismos, no por él. Es decir: nos apetece tener un detalle (sentirnos generosos), o nos puede hacer gracia la situación de forma puntual, o necesitamos más cercanía porque nos sentimos sensibles. Y entonces traspasamos la línea roja que nosotros mismos hemos impuesto. Pero el perro no sabe porqué, así que mañana volverá a querer traspasar esa línea, y nosotros incluso nos enfadaremos, o creeremos que adiestrar a un perro es demasiado complejo porque van por libre.

En el caso concreto de la alimentación, la directriz de no darle comida al perro desde la mesa se hace más difícil de pautar y de mantener cuando los miembros de la familia son muchos, especialmente si hay niños en la casa. Siempre habrá quien sienta más afinidad por el perro, y en un acto de cariño le dé comida bajo la mesa: grave error, que además es muy difícil de identificar, porque no podremos controlar qué hace qué en todo momento. Para el perro, si alguien traspasa esa norma, la norma ya no existe.

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Trucos para revertir la situación

Cuando nos sentamos a comer, el perro sabe que estamos iniciando un ritual importante. La comida es un tiempo en el día que une a los miembros de la familia (como dormir), y no por ser un perro deja de valorarlo, es más: para él es muy importante. Es común que algunos perros lleven su propia comida, arrastrada del plato, a una zona cercana a la mesa donde comen los humanos para comer al unísono e integrarse en el grupo.

Por esa razón, si tu perro te pide comida de continuo y quieres acabar con esta situación, puedes ofrecerle su propia comida en un cuenco muy cerca de la mesa, para que se sienta integrado pero se alimente con su propia comida. Además, para hacerlo más interesante puedes incluir algún ingrediente que sepas que puede servir de motivación especial, que no coma de tu comida no significa que su alimentación no suponga un placer.

Que el perro sienta cierta saciedad mientras estáis comiendo podrá evitar que sea insistente en sus demandas de comida. Es cierto que los perros parecen pozos sin fondo y que si hay algo rico y oloroso cerca nunca le harán ascos, pero una forma de iniciar el proceso de adiestramiento y alejar al perro de la mesa es saciarlo antes de que la comida de humanos se lleve a cabo, entonces estará más calmado y no pondrá tanto énfasis en vuestra comida, probablemente se vaya voluntariamente a echarse una siesta.

El refuerzo negativo: más contraproducente que nunca

Nunca utilices el refuerzo negativo. Siempre es una pésima opción mostrar enfado con tu perro si su comportamiento no es el que esperas, y mucho peor si le gritas o le molestas físicamente. Pero cuando se trata de cuestiones primarias (comida, sueño o necesidades fisiológicas) el efecto que podemos conseguir con el animal mostrándole enfado puede ser especialmente negativo. 

Ten en cuenta que la comida es un acto de supervivencia, disfrute y cohesión del grupo, y si precisamente en una situación tan relevante como esta le expulsas o le demuestras tu irascibilidad, lo que estás haciendo es generar en su mente el refuerzo de que no le consideras un miembro de la manada, le estás fallando, y eso hará que a la larga el perro confíe menos el ti y puedas tener otros problemas de adiestramiento en cuestiones diversas e impredecibles. 

Por la misma razón, si habitualmente tenéis las puertas abiertas, tampoco es buena idea encerrarlo mientras coméis, ésta sería una estrategia poco sostenible, pues no le está adiestrando, sino que estarías escondiendo el problema debajo de la alfombra.

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