¿Y los rasgos de personalidad?
En los adultos con altas capacidades se dan tantas configuraciones de personalidad como en el resto de la población. Existe entre ellos gente tímida, pero también extravertida, gente con necesidad de logro y también sin ella, o personas abiertas a la estética o no tanto.
No obstante, por centrar el tema, si tomamos el modelo de la personalidad más aceptado en el mundo académico, el Big Five o Cinco Grandes -compuesto por los siguientes rasgos de la personalidad: neuroticismo, apertura, extraversión, responsabilidad y afabilidad- en la práctica clínica encontramos que las personas con sobredotación intelectual suelen dar alto en el rasgo neuroticismo (es decir, una emocionalidad elevada), en apertura a la novedad (principalmente en Ideas, para a menudo también en fantasía, sentimientos y valores) y bajo en gregarismo (un componente de la extraversión que señala que le gusta bastante estar también en soledad, que no busca demasiado los estímulos sociales).
En todo caso, es importante subrayar que, dado que la personalidad no es sino un patrón transituacional de comportamiento, pensamiento y emoción relativamente estable en el tiempo, que explica cómo percibimos la realidad, los juicios que hacemos de ella o la manera en que interactuamos con el medio; y puesto que la fuente del pensamiento, la emoción y la conducta es el propio cerebro, no es de extrañar que para las personas adultas con sobredotación intelectual su elevada inteligencia sea en realidad un eje central en torno al que pivota su personalidad. Es decir, perciben, piensa y sienten de manera diferente a la población normotípica.
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