¿Qué debemos hacer para intentar no llegar a ese límite?
La clave está, por lo tanto, en saber cómo debemos actuar llegados a este punto. “A nivel individual, poder ir desarrollando la conciencia corporal y la escucha interna. Puedo sentarme 5 minutos, cerrar los ojos e ir poniendo atención a cada parte de mi cuerpo, a lo que percibo a través de los sentidos, a cómo respiro. La respiración es la llave maestra que nos permite parar, y tomar conciencia, es nuestro gran recurso y el de todos los organismos vivos. Si hago una inspiración amplia y suelto todo el dióxido de carbono en la espiración, estaré oxigenando bien mi organismo y eso ya es mucho ganado. Además, es gratis y lo puedo hacer en cualquier lugar y en cualquier momento. De esta manera ya me estoy escuchando, puedo parar y ser cada vez más honesta conmigo en el ritmo que llevo para poder hacer ajustes y no llegar a ese límite”, recomienda la psicóloga.
Y añade que, por otro lado, a veces es complicado hacer esos ajustes y aquí viene la parte colectiva, donde podemos reflexionar cuánto nos facilita y cuánto nos dificulta el sistema social y económico en el que vivimos. “Parar es necesario y escuchar el cuerpo, pero si necesito tener tres trabajos para poder vivir, tenemos que hacer malabares para conciliar la vida personal con la laboral, atender las relaciones sociales, etc., a veces se hace complicado hacer esa pausa”, nos cuenta. Y explica que, por último, hay disciplinas psicocorporales como la Terapia Corporal Bioenergética, el Movimiento Consciente, el Yoga y otras que nos facilitan la toma de consciencia de nuestro cuerpo.