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Si tienes cambios físicos o emocionales en la menopausia, estos trucos podrían mejorar tu manera de afrontarlos


La menopausia puede traer cambios que generan inquietud o inseguridad. Aun así, existe un enfoque sencillo, respaldado por especialistas, que puede ayudarte a afrontarlos con más calma y claridad.


Retrato de una mujer sentada en la terraza de un café, sosteniendo una taza de café con una leve sonrisa.© Getty Images
21 de noviembre de 2025 - 16:00 CET

Al comenzar esta etapa de transición, no me sentía preparada para afrontarla, y de repente empezaron a aparecer miedos. El miedo pasó a convertirse en parálisis. Durante años arrastré la dificultad de enfrentarme a situaciones o incluso a tareas sencillas que simplemente no podía realizar.  En una cultura obsesionada con la eterna juventud, muchas mujeres no solo tememos envejecer, sino también enfrentarnos a la menopausia, mal comprendida y aún más mal comunicada.

Aparece el miedo a lo desconocido, a que algunas acciones cotidianas se vuelvan de pronto impensables. Nunca antes me había ocurrido, pero en esta transición, ese sentimiento se agudizó. Así que comencé —con insistencia— a buscar métodos para superarlo, y descubrí que celebrar cada paso, por pequeño que fuera, se convertía en una forma poderosa de avanzar.

Cansancio en la menopausia© Getty Images

Muchas mujeres describen en esta etapa un miedo nuevo. No siempre tiene una forma clara: a veces es miedo al cambio físico, otras, al deterioro, a no estar a la altura, o a quedarse atrás.

Muchas mujeres describen en esta etapa un miedo nuevo. No siempre tiene una forma clara: a veces es miedo al cambio físico, otras, al deterioro, a no estar a la altura, o a quedarse atrás. Sin embargo, celebrar los logros personales —incluso los más pequeños— puede transformarse en una herramienta terapéutica que enseña al cuerpo a volver a la calma.

Mujer frustrada en la menopausia© Getty Images

¿Qué es el miedo y por qué se intensifica en la menopausia?

El miedo es una emoción primaria que protege la supervivencia. Nace en el sistema límbico, especialmente en la amígdala, y activa una respuesta neuroendocrina: el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) libera cortisol y adrenalina, preparando al cuerpo para la acción en condiciones normales.

Durante la transición menopáusica, uno de los factores clave que intensifica esta respuesta son los cambios en los neurotransmisores. La serotonina y la dopamina, implicadas en la regulación del estado de ánimo, la motivación y la sensación de recompensa, tienden a disminuir en disponibilidad y sensibilidad a nivel neuronal. 

A ello se suma una reducción del GABA, neurotransmisor inhibidor que contribuye a la calma; su descenso favorece una mayor excitabilidad y una sensación de ansiedad más frecuente o sostenida. 

Una mujer preocupada durante la menopausia© Getty Images

Cuando estos miedos se sostienen en el tiempo, pueden generar una hipersensibilidad transitoria: el cerebro interpreta como amenaza lo que antes no lo era, y emociones como la ansiedad, la irritabilidad o la inseguridad tienden a amplificarse.

Paralelamente, se ha observado una mayor reactividad de la amígdala, lo que amplifica las respuestas emocionales y la percepción de amenaza, incluso ante estímulos menores.

Una mujer preocupada durante la menopausia© Getty Images

Así afecta el miedo sostenido a las hormonas

Cuando estos miedos se sostienen en el tiempo, pueden generar una hipersensibilidad transitoria: el cerebro interpreta como amenaza lo que antes no lo era, y emociones como la ansiedad, la irritabilidad o la inseguridad tienden a amplificarse. Una de las posibles causas es la disminución temporal de la conectividad entre el sistema límbico y las áreas prefrontales, lo que dificulta la regulación consciente de las emociones intensas.

El cerebro, en su intento de adaptarse a un nuevo equilibrio, puede intensificar la percepción emocional ante situaciones sociales, médicas o existenciales que antes resultaban manejables. Esta etapa de recalibración neuroendocrina requiere acompañamiento con herramientas adecuadas para dar paso a una estabilidad más sabia y conectada.

A ello se suman los efectos del envejecimiento cerebral: con el tiempo, disminuye la plasticidad sináptica —la capacidad de las neuronas para adaptarse y crear nuevas conexiones—, y tanto los receptores hormonales como los neuronales pierden eficacia.

Una mujer preocupada durante la menopausia© Getty Images

El resultado es una disminución de la reserva hormonal y un aumento del malestar físico y emocional: fatiga, alteraciones del sueño, cambios de peso, inestabilidad en el estado de ánimo y una sensación constante de amenaza o desequilibrio

El miedo sostenido y la predisposición crónica a escondernos, luchar o huir interfieren directamente en la producción hormonal. Cuando el eje del estrés permanece activado, se prioriza la síntesis de cortisol y adrenalina, desviando recursos bioquímicos y bloqueando parcialmente la producción de hormonas sexuales como los estrógenos, la progesterona y los andrógenos.

Este fenómeno no es exclusivo de la menopausia: puede darse en cualquier etapa de la vida de la mujer. El resultado es una disminución de la reserva hormonal y un aumento del malestar físico y emocional: más fatiga, alteraciones del sueño, cambios de peso, inestabilidad en el estado de ánimo y una sensación interna constante de amenaza o desequilibrio.

Mujeres abrazándose mostrando sororidad y agradecimiento© Getty Images

Celebrar como acto de neuroplasticidad emocional

La neurociencia del bienestar muestra que prácticas que generan placer y seguridad —como la creatividad, la gratitud o la celebración— ayudan a recalibrar el eje del estrés, reduciendo los niveles de cortisol y favoreciendo la liberación de oxitocina, serotonina y dopamina.

Cada vez que celebramos un logro, por pequeño que sea, se activan los circuitos de recompensa dopaminérgica, como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal medial. Esta activación no solo produce placer momentáneo, sino que también refuerza la memoria emocional positiva, entrena al sistema nervioso para habitar la calma y fortalece la percepción de sentido, motivación y propósito.

La autocelebración en la menopausia es una auténtica terapia© Getty Images

Celebrar no es un gesto superficial, sino una herramienta terapéutica con gran potencial.

En la menopausia, etapa en la que la sensibilidad dopaminérgica tiende a disminuir, este tipo de autocelebración actúa como una verdadera rehabilitación emocional. Por eso, celebrar no es un gesto superficial, sino una herramienta terapéutica con gran potencial.

Y si quieres profundizar en cómo acompañar tus emociones —especialmente el miedo— con más conciencia y compasión, el libro Abiertos a sentir, del Dr. Sergi Rufi (Editorial Cúpula), es una lectura altamente recomendable. Aunque no está centrado en la menopausia, dedica un capítulo precioso al miedo como la emoción más antigua y poderosa de la humanidad, y ofrece herramientas muy útiles para aprender a reconocerlo, nombrarlo y atravesarlo. Porque muchas veces, lo que más necesitamos en esta etapa no es eliminar el miedo, sino aprender a estar con él sin perdernos a nosotras mismas.

Mujer con un pequeño ritual de relajación© Getty Images

Microcelebraciones para reconectar con el bienestar

  1. Reconoce tus logros sin juicio. Al comenzar el día, dedica unos segundos a recordar tres cosas que hiciste bien el día anterior. También puedes anotarlas: llevar un pequeño registro consolida redes neuronales asociadas a la autoeficacia y te ayuda a ver con más claridad tu propio camino.
  2. Crea rituales cotidianos de gratitud. Convierte gestos simples —como tomar un café, darte una ducha o cerrar el día con una respiración profunda— en actos conscientes. Dar sentido a lo cotidiano reduce el automatismo y fortalece la conexión con el presente.
  3. Celebra con el cuerpo. Bailar libremente, estirarte al despertar, caminar a tu ritmo o simplemente disfrutar de una canción que te emocione… todo ello envía señales de seguridad a tu sistema nervioso. El cuerpo también necesita celebrar.
  4. Agradece tu esfuerzo, no solo los resultados. Aunque el resultado no sea perfecto, reconocer que estás intentando, aprendiendo o resistiendo ya es suficiente. Cambiar frases como “tengo que” por “estoy haciendo lo que puedo” transforma el diálogo interno.
  5. Comparte tus avances con otras. Hablar con mujeres que también están en esta etapa multiplica los beneficios. La validación social activa el nervio vago ventral, reduce la sensación de amenaza y refuerza el sentimiento de pertenencia.
  6. Honra tu etapa vital. Nombrar el momento que estás viviendo como una transición —no como una pérdida— te permite mirarte con más ternura. Reconstruir tu energía, tu identidad y tu ritmo también es una forma profunda de celebración.

REFERENCIAS

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ISBN: 978-0593083114  

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