Para algunas personas, es un gesto cotidiano sin mayor trascendencia. Pero hay quien lo repite de forma demasiado habitual. Mirarse al espejo una y otra vez puede ser mucho más que una cuestión estética: puede convertirse en un ritual cargado de inseguridad, ansiedad o necesidad de aprobación. ¿Cuándo deja de ser normal y qué podemos hacer para recuperar una relación sana con nuestro reflejo?
Tal y como anticipa Ángel Luis Guillén, psicólogo y director de la Clínica Psicopartner, mirarse al espejo con frecuencia puede tener diferentes lecturas según el contexto.
“El acto de mirarse al espejo de forma repetida puede estar ligado a la autoimagen y la aceptación. Para unos, un simple acto de vanidad, para otras personas podría ser un comportamiento impulsado por la inseguridad”, nos anticipa Beatriz Romero, fundadora y directora de Consulta Despertares.
Si la persona se mira al espejo con admiración y una clara sensación de superioridad, puede estar relacionado con una necesidad de reafirmar una autoimagen grandiosa
Búsqueda de seguridad o aprobación
En opinión del experto, a veces, es una forma de buscar seguridad o aprobación en la propia imagen, “especialmente cuando se atraviesan momentos de inseguridad o baja autoestima”.
Para la psicóloga, hay personas que buscan en su reflejo una confirmación de que su apariencia es aceptable, un intento de calmar la ansiedad sobre cómo son percibidos. “Este gesto puede convertirse en un ritual de comprobación, donde la persona analiza minuciosamente ‘defectos’ en un intento de control”, comenta Romero.
Preocupación excesiva por la imagen
Sin embargo, el psicólogo considera que cuando se convierte en una conducta repetitiva o genera malestar, puede estar relacionada con una preocupación excesiva por el aspecto físico o con trastornos como la dismorfia corporal.
De hecho, la especialista de Consulta Despertares nos confirma que en su versión más extrema y dolorosa, este comportamiento podría tratarse de un síntoma del Trastorno Dismórfico Corporal, una condición en la que la persona sufre una obsesión angustiante por fallos percibidos, reales o imaginarios, en su apariencia.
El objetivo es transformar ese espejo en un espacio de aceptación, no de juicio
Posibles rasgos narcisistas
No podemos perder de vista que, en otros casos, incluso se puede asociar a rasgos narcisistas. “Si la persona se mira al espejo con admiración y una clara sensación de superioridad, puede estar relacionado con una necesidad de reafirmar una autoimagen grandiosa”, apunta la psicóloga.
¿Qué se puede hacer desde el punto de vista de la psicología?
Desde la psicología, se debe buscar ayudar a la persona a reconectar con su cuerpo de una forma más amable y realista, poniendo el foco en lo que siente y no solo en lo que ve. “El objetivo es transformar ese espejo en un espacio de aceptación, no de juicio”, considera Ángel Luis Guillén.
Si mirarse al espejo deja de ser un gesto cotidiano para convertirse en una fuente de angustia, es momento de pedir ayuda. La psicología ofrece herramientas para transformar ese reflejo en un espacio de aceptación y no de juicio. Porque, al final, lo más importante no es cómo nos vemos, sino cómo nos sentimos.






