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Rebeca Cáceres, psicóloga, sobre el síndrome de la felicidad aplazada: "Tu vida empieza a parecer una lista interminable de condiciones para poder ser feliz"


La experta nos explica que hay quien vive en permanente 'modo espera', pensando que el bienestar se logrará en ese momento ideal que nunca llega


Rebeca Cáceres, psicóloga© Rebeca Cáceres
21 de octubre de 2025 - 18:00 CEST

Vivimos esperando el momento perfecto: ese trabajo mejor, esa pareja ideal, ese viaje soñado... Pero ¿qué pasa cuando ese instante llega y aún no nos sentimos plenos? Puede ser que nos encontremos en un bucle que nos lleva a afrontar el llamado síndrome de la felicidad aplazada, que nos hace creer que el bienestar está siempre un paso más allá. La doctora Rebeca Cáceres Alfonso, Directora de Tribeca Psicólogos y Profesora de la Universidad Internacional de Valencia, nos invita a reflexionar sobre cómo este patrón de pensamiento nos desconecta del presente, erosiona nuestra autoestima y nos lleva a vivir en modo espera constante. Y es que se trata de buscar nuestra felicidad en el ahora, no en el futuro.

¿Qué es lo que el síndrome de la felicidad aplazada?

La psicóloga nos explica que es la trampa de la mente de que lograremos el bienestar cuando suceda ese momento ideal que nunca llega. “Esperamos que la felicidad está detrás de ese ascenso, de ese momento en el que tenga pareja o cuando tenga una cantidad determinada de dinero. El problema es que quien vive permanente en ‘modo espera’, cuando consigue ese algo, ya pospone la felicidad a conseguir otro algo y así”, nos explica.

“Para las personas que viven de ese modo la felicidad es más bien efímera, ligada a la consecución de algo. Creen que la felicidad siempre es después”, argumenta.

Posibles señales de alerta

Teniendo esto en cuenta, nos preguntamos qué señales nos indican que estamos cayendo en el síndrome de la felicidad aplazada sin darnos cuenta. La psicóloga las resume en las siguientes:

  • La satisfacción nunca llega del todo. “Nunca es suficiente” es la creencia limitante que suelen tener personas que viven así en algún aspecto de su vida o en su vida en general.
  • Al alcanzar una meta, enseguida necesitas la siguiente.
  • Sientes culpa cuando descansas o crees que disfrutar es perder el tiempo.
  • Postergas decisiones importantes con frases como: “Cuando tenga tiempo”. “Cuando todo esté mejor”. “Cuando me sienta preparado".
  • Tu vida empieza a parecer una lista interminable de condiciones para poder ser feliz.

La satisfacción nunca llega del todo. “Nunca es suficiente” es la creencia limitante que suelen tener personas que viven así en algún aspecto de su vida o en su vida en general.

Rebeca Cáceres, psicóloga

Disfrutar el momento presente

Es cierto que en todo ello puede influir un hecho innegable: nos cuesta disfrutar del presente y tendemos a postergar la felicidad para “cuando logremos algo”. ¿La razón? Para Rebeca Cáceres vivimos en una cultura dopaminérgica: la del logro constante, la del deseo, la de la inmediatez en recibir placer. “En realidad, hemos confundido la felicidad con el deseo o con la obtención de algo. De hecho, la dopamina no es la hormona de la felicidad, aunque así se la conozca. Es más bien la hormona del placer y el placer no es sinónimo de felicidad”, nos cuenta.

Así, en su opinión, nos hemos acostumbrado a la característica principal de la dopamina que siempre es “más, más, más” y nunca es suficiente. Nuestro cerebro se ha acostumbrado a funcionar con la lógica de la anticipación —desear, perseguir, conseguir—, pero le cuesta quedarse a vivir en la calma de lo que ya es. En la regulación y el agradecimiento. 

“Este patrón suele aparecer con más fuerza en personas muy autoexigentes o con una historia de vida donde el reconocimiento externo ha sido la fuente principal de valor. También en personas que intentan tapar sus problemas o lo que no se atreven a afrontar de sus vidas con la consecución de metas”, explica.

mujer feliz saltando © Getty Images

Así actúan las hormonas de la felicidad

Hemos oído hablar mucho de ellas, pero ¿qué papel juegan las hormonas de la felicidad —como la dopamina, la serotonina o la oxitocina— en este patrón emocional? ¿Podemos “entrenarlas” para sentirnos más satisfechos en el presente? “La dopamina nos impulsa, la serotonina nos da calma, la oxitocina nos conecta con los demás y las endorfinas nos protegen del dolor y favorecen el bienestar. No se trata de forzarlas, sino de vivir de una manera sana. Algo que ayuda es el descanso, la meditación, el deporte, los abrazos, el contacto con la piel, la risa, el ejercicio o una conversación significativa”, nos explica. 

La influencia de las redes sociales

En esta ecuación juegan, sin duda, un papel fundamental las redes sociales, que han amplificado esta forma de pensar. “Las redes son un estímulo constante para el sistema de recompensa: likes, notificaciones, logros ajenos, metas alcanzadas. El resultado es que comparamos nuestra vida con los momentos más brillantes de los demás. Y ahí caemos en la trampa que nos hace ser profundamente infelices. De hecho, está estudiado que en la comparación siempre salimos perdiendo. Creemos que lo de los demás es mucho mejor de lo que en realidad es y tendemos a pensar que solo a nosotros nos suceden cosas negativas”, comenta la experta. 

Está estudiado que en la comparación siempre salimos perdiendo. Creemos que lo de los demás es mucho mejor de lo que en realidad es y tendemos a pensar que solo a nosotros nos suceden cosas negativas

Rebeca Cáceres, psicóloga

Vivir constantemente insatisfecho

Le planteamos a la psicóloga qué diferencia hay entre tener metas saludables y vivir en una constante insatisfacción y nos cuenta que la clave está en desde dónde lo hacemos. “Las metas saludables nacen del propósito que es nuestro centro de gravedad. Sin embargo, la insatisfacción constante nace de la carencia, del sinsentido de pensar que la valía va ligada al logro. Una vida con propósito es una vida con sentido. Conseguir metas de manera aleatoria sin propósito solo es la huida de sentirse vacío”, apunta. 

Cómo afecta a nuestra autoestima

Es importante tener presente que aplazar la felicidad tiene un coste sobre el bienestar generalizado porque en realidad nos desconecta de la vida que realmente queremos vivir. “Postergamos decisiones importantes esperando el momento perfecto, pero ese momento nunca llega. Nos convencemos de que ‘ya habrá tiempo’ para cambiar de trabajo, tener una conversación pendiente o atrevernos con lo que de verdad deseamos, y así vamos renunciando poco a poco a nosotros mismos”, detalla la psicóloga, que añade que en esas renuncias nuestra imagen de sí mismos se va erosionando. 

“Y cada vez nos vamos viendo menos capaces de vivir la vida que queremos y más vamos aplazando la felicidad. Es una rueda que se retroalimenta y que cuando miras hacia atrás te das cuenta que en realidad no aplazaste la felicidad, aplazaste tu propia vida”, nos explica. 

mujer pensativa apoyada en la pared© Adobe Stock

Cómo reconectar con el presente

¿Qué recomienda la experta para reconectar con el presente y cultivar una felicidad más inmediata? “La felicidad más inmediata se cultiva estando atento a las sensaciones y a las emociones del cuerpo. Sentir momento a momento que todo está bien, que estás en tu centro. Sentirse regulado emocionalmente para poder observar y sentir lo que pasa a tu alrededor que pareciera muchas veces lo hemos perdido entre pensamientos que dan vueltas”, nos explica. 

“Caminar por la vida con la sensación de agradecimiento, que no es lo mismo que dar las gracias, te cambia la vida. Y por supuesto no se trata de no tener metas ni objetivos, se trata de vivir la vida con sentido en el día a día. Solo esa conexión con el presente nos hace caminar de manera más sana por la vida, tomar decisiones alineadas con nuestros valores y ser más felices que no es más que sentir paz en el aquí y el ahora”, concluye.

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