Como un hilo invisible, conecta realidades cotidianas como son el cansancio crónico, el insomnio o incluso los problemas de fertilidad. Hablamos de la inflamación, un problema cada vez más presente en nuestras conversaciones, pero al que no siempre se le presta la atención que realmente merece. Por eso, en su nuevo libro, el doctor Enrique Esteve —considerado el mejor especialista en Medicina Interna de España— nos invita a mirar de frente este fenómeno tan complejo como cotidiano, y a reconciliarnos con él. ¿Su principal objetivo? Que descubramos lo que nuestro cuerpo lleva tiempo intentando decirnos.
Nos genera muchos problemas de salud… no es extraño que ya, desde el título, le pida a la inflamación que es deseable que ‘nos llevemos bien’, ¿no es así?
Exacto. La inflamación, es un mecanismo de defensa imprescindible que nos protege de infecciones, tumores, o repara heridas (por poner unos ejemplos). El problema aparece cuando la inflamación se mantiene en el tiempo y se cronifica sin un fin concreto. Entonces deja de ser un aliado y se convierte en un factor de riesgo para múltiples enfermedades. Por eso hablo de “llevarnos bien”: porque necesitamos aprender a convivir con ella, entendiendo su función y sabiendo cuándo puede volverse dañina.
En el libro habla incluso de “reconciliarnos con la inflamación”. ¿Por qué cree que es importante cambiar nuestra mirada sobre ella?
Porque actualmente existe un discurso agresivo y fuertemente peyorativo sobre este mecanismo básico de la fisiología humana (imprescindible en el funcionamiento de nuestro organismo). No se la puede concebir como un enemigo absoluto al que derrotar. Se trata de recuperar el equilibrio, de no vivir en una especie de “alerta permanente” que nos desgasta por dentro.
El problema aparece cuando la inflamación se mantiene en el tiempo y se cronifica sin un fin concreto. Entonces deja de ser un aliado y se convierte en un factor de riesgo para múltiples enfermedades
¿Qué le llevó a escribir este libro sobre la inflamación? ¿Hubo algún momento clave que te hizo ver que era necesario divulgar sobre este tema?
Como médico veo cada día pacientes cuya enfermedad tiene detrás un componente inflamatorio crónico. Desde problemas cardiovasculares hasta infertilidad o deterioro cognitivo. Y, sin embargo, la mayoría no son conscientes de ello. Por otro lado, quería complementar lo que habíamos explicado en el anterior libro "Inmunes", en el cual se veía nuestro sistema de defensa desde una perspectiva muy científica y técnica, y aterrizar con los problemas del día a día, con la cotidianidad de los trastornos inflamatorios.
Podríamos decir que es un enemigo silencioso, ¿podemos vivir años inflamados sin tener constancia de ello?
Me temo que sí. No tiene por qué doler o generar algún cambio físico evidente. En ocasiones puede lesionar órganos, sólo apreciándose en una leve alteración analítica o incluso detectarse en seguimientos de rutina.
Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, todo el mundo habla de ella. Pero, ¿tenemos o, mejor dicho, entendemos realmente toda la información para poder regularla?
Hemos de ser claros, ahora mismo vivimos en una era de bombardeo de información. Pero como bien sabéis, más cantidad no implica necesariamente más calidad. Cuesta saber el origen de una fuente, y en realidad, es muy habitual tener mensajes contradictorios de temas complejos, como son los relativos a la salud. Cada persona tendrá una propia lectura de su fisiología y desórdenes inflamatorios, y eso, siempre debe ser evaluado y "traducido" por un/a profesional del tema.
¿Qué hábitos diarios nos inflaman sin que lo sepamos, esos factores más comunes que desencadenan una inflamación persistente sin que nos demos cuenta?
Todos quedan resumidos en el estilo de vida actual que prepondera: alto nivel de estrés físico y mental, acompañado de mala calidad del sueño y sedentarismo, picos de azúcar por alimentos con alto índice glicémico y peores digestiones por consumo de ultraprocesados. Si a esto le añadimos tóxicos en la dieta y ambientales, disruptores endocrinos, aislamiento social, sobre exposición a pantallas...
El principal motor energético para ir implementando cambios es activar nuestro metabolismo y reparación de tejidos con el ejercicio físico. Y si puede ser de fuerza, mejor
En el libro relaciona la inflamación con temas como la fertilidad, el sueño o el deterioro cognitivo. ¿Cuál de estas conexiones te parece más desconocida para el público general?
Sin duda, la fertilidad. Hoy en día estamos viviendo un deterioro acelerado de la calidad de nuestras células germinales (óvulos y espermatozoides) muy influido por la inflamación crónica y los tóxicos del ambiente.
Cada capítulo incluye herramientas prácticas. ¿Cuál recomendaría como primer paso para alguien que sospecha que vive “inflamado”?
Bajo mi propia experiencia, el principal motor energético para ir implementando cambios es activar nuestro metabolismo y reparación de tejidos con el ejercicio físico. Y si puede ser de fuerza, mejor. Y de forma paralela alimentación y descanso nocturno. Todo va de la mano.
¿Es importante adoptar una rutina antiinflamatoria? ¿Cuáles serían sus claves?
Como decíamos anteriormente, instaurar un balance positivo de "me encuentro bien". Empezar con una combinación de ejercicio aeróbico y de fuerza, con una nutrición adecuada que priorice alimentos de proximidad sin excipientes ni azúcares innecesarios. Ser muy estricto/as con los horarios para adaptar nuestra rutina a los ritmos circadianos influidos por la luz natural (huir de luces artificiales que no sean imprescindibles). Generar un entorno social protector con quien puedas compartir las dificultades del día a día y así escapar de la rumiación y el mentismo ("deja de darle tantas vueltas a todo").
¿Tiene la inflamación también una dimensión emocional? ¿Cómo puede influir, por ejemplo, el estrés en este proceso?
Sí que la tiene. Al fin y al cabo las emociones van íntimamente ligadas a ejes hormonales como el del estrés o los circuitos cerebrales de miedo o recompensa. Todo esto está íntimamente ligado con los mecanismos inflamatorios y de control de la misma. Por poner un ejemplo, el estrés crónico activa ejes hormonales e inmunológicos que mantienen al sistema inmune en estado de alerta. Es un ejemplo perfecto de cómo lo emocional se traduce en lo biológico. El estrés no “solo” nos agota mentalmente, también inflama nuestro cuerpo.
¿Diría que estamos más inflamados que las generaciones anteriores a la nuestra debido a nuestro ritmo de vida y nuestros hábitos?
Sí, totalmente. Tenemos un estilo de vida donde se prepondera la productividad a toda costa, sin atender las red flags que aparecen en nuestro cuerpo cada día. La lista es larga: sedentarismo, tóxicos, mala alimentación, obesidad...
¿Cuál es el mensaje que le gustaría que se llevara una persona tenga su libro entre manos?
Me gustaría que no temiera a la inflamación ni a poder afrontarla con pleno conocimiento y buen ánimo. Se trata de conocer y abrazar el funcionamiento de nuestro organismo, y acompañarlo en la curación y equilibrio.