Montse Cazcarra, psicóloga y terapeuta de pareja, sobre elegir a nuestra pareja ideal: "Es cierto que los polos opuestos se atraen"
Esta especialista confirma uno de los mitos más extendidos en torno a elegir pareja. Sin embargo, también nos lanza algunas advertencias para no caer en dinámicas internas que no nos hagan bien
A la hora de buscar pareja, siempre intentamos encontrar la ideal, la media naranja, aquella que cumpla nuestras expectativas, esa con la que nos imaginamos una vida tranquila y, a la vez, repleta de emociones positivas. Ese es nuestro anhelo, nuestra ilusión. Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos si este concepto existe realmente, si es cierto que hay una persona 'diseñada para nosotros'.
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Por ello hemos hablado con la experta en relaciones Montse Cazcarra, psicóloga y autora de Amor sano, amor del bueno (Grijalbo, 2023). De entrada, nos responde que "no. No existe la pareja ideal. Pero sí existe una pareja con quienes somos más compatibles con respecto al funcionamiento interno, estilo de vinculación, nuestra forma de ver la vida y vivir las relaciones, nuestros valores y modelos relacionales", afirma. De ahí que la siguiente cuestión que le planteamos a la experta es si influye la personalidad en la elección y, sobre todo, si puede ser importante a la hora de mantener una relación sana y duradera.
"La personalidad es muy importante a la hora de elegir pareja. Hay rasgos como la estabilidad emocional, la capacidad de la persona para comprometerse (y no hablo solo de un futuro juntos, sino de estar ahí para el otro), y la amabilidad que han sido identificados como predictores de relaciones sanas", indica.
"Pero, añadiré, que el concepto personalidad, aunque es muy amplio, resulta reduccionista. Prefiero revisar aspectos como: cómo nos relacionamos con nuestras propias emociones y la incomodidad, qué tan cómodos nos sentimos con la cercanía o la distancia emocional (si podemos funcionar tan bien dentro de un vínculo como fuera del mismo), el impacto de nuestra historia de vida y la gestión que hacemos de nuestras heridas en la actualidad, cuál es nuestra relación con el conflicto y cómo lo gestionamos (si huimos, si lo evitamos, si lo abordamos de forma calmada…), cuál es nuestra relación con conceptos como abandono o rechazo…".
Además de hablar de cómo influye la personalidad a la hora de elegir y de mantener una buena salud relacional, también queremos confirmar (o desterrar) uno de los mitos más comunes: ¿se atraen los polos opuestos? "Los polos opuestos se atraen, pero no necesariamente garantizan un mayor éxito respecto al buen funcionamiento de dinámicas internas; sino que puede suponer mayor conflicto y agotamiento, pues pueden darse situaciones de asimetría, jerarquización y unidireccionalidad".
Montse Cazcarra nos aclara, por ejemplo, que se refiere a dinámicas del tipo ansioso-evasivo (un miembro de la pareja tiene una tendencia marcada hacia el apego ansioso mientras que el otro miembro de la pareja tiene una tendencia hacia el apego evitativo); o bien díadas del tipo: cuidador-cuidado o salvador-salvado, en las que una parte asume la responsabilidad sobre el otro, mientras que la otra parte se deja cuidar.
"Dinámicas como estas se mantienen porque, en cierta medida, funcionan: nos ofrecen control y otorgan beneficios secundarios a todas las partes. Pero no están exentas de agotamiento; además de acompañarse de un tasa mayor de conflicto y cansancio", subraya la experta en parejas.
Por tanto, ¿dónde se encuentra el punto en el que personalidades opuestas pueden mantener una buena relación?
"Aquello a lo que deberíamos aspirar es a relaciones simétricas donde tanto el poder como la responsabilidad quedan equitativamente repartidos entre los dos miembros; algo así como: yo te cuido, tú me cuidas; yo puedo tomar mis propias decisiones y tú, las tuyas; y respecto al vínculo, tomamos decisiones consensuadas".
¿Qué aspectos de nuestra personalidad deberíamos conocer antes de buscar pareja?
Este trabajo interior es muy importante a la hora de buscar pareja puesto que puede determinar el éxito o el fracaso. Y es que no siempre nos conocemos lo suficiente como para saber qué es lo que de verdad, lo que en el fondo queremos. Por ello, Montse Cazcarra nos recomienda explorar los siguientes aspectos:
Nuestro estilo de vinculación y tendencia de apego (ante qué situaciones conectamos con la necesidad de saber del otro, cuándo necesitamos tomar distancia para regularnos, cuál es nuestra relación con conceptos como cercanía y distancia emocional…)
Las heridas de infancia: si tenemos una historia con conceptos como abandono, rechazo, injusticia, traición o vergüenza/humillación. Aquí podríamos añadir sentimientos de inadecuación o de insuficiencia. Y, también, tendencia a la hiperindependencia.
Cuál es nuestra relación con emociones incómodas como el enfado o la tristeza; y, también, cuál es nuestra relación con la soledad o los conflictos para entender por qué actuamos como lo hacemos.
Por qué estrategias protectoras solemos apostar: por ejemplo, ante una situación que interpreto como un posible abandono, insisto para evitar que el otro me abandone; me voy yo, antes de que el abandono se produzca; dinamito y saboteo la relación para sentir que tengo el control y evitar conectar con la vulnerabilidad…
“El trabajo personal nos ofrece una visión más clara y consciente sobre cómo nos relacionamos con el otro y con nosotras mismas. Desde ahí, podemos tomar decisiones más conscientes y aprender a protegernos de forma sana”, explica la psicóloga. Y añade que, dentro de ese camino, la autocompasión juega un papel clave: “Nos ayuda a mirarnos con ternura, a hacernos cargo sin caer en el juicio ni el automachaque. Es un punto de partida esencial para construir relaciones desde un lugar más amable”.
Nuestra relación de pareja debe suponer un espacio de crecimiento, que nos saque de nuestra zona de confort.
Montse Cazcarra, psicóloga y terapeuta de parejas
Así influyen nuestros estilos de apego en la elección de pareja
"Si no somos conscientes de nuestra tendencia de apego, es posible que nos sintamos atraídas e iniciemos relaciones con personas cuyo funcionamiento interno supondrá un disparador constante", nos advierte la experta.
Por ello, nos aconseja que nuestra relación de pareja suponga un espacio de crecimiento, que nos saque de nuestra zona de confort. Y nos pone otro ejemplo. "Si nos cuesta mostrarnos vulnerables, una pareja que nos valida, que da la bienvenida a nuestra parte más emocional y que apoya nuestra sensibilidad nos ayudará a ir dejando atrás la desconexión emocional como estrategia de protección". Por otro lado, "una persona que está ahí, que sabemos que siempre responde y es alguien confiable, pero no nos contesta de inmediato, supondrá un salir de nuestra zona de confort al no calmar de forma inmediata la urgencia propia del miedo al abandono".
La exploración de nuevos territorios debe ir acompañada de seguridad para que nuestra experiencia sea satisfactoria e, importantísimo, reparadora (movernos más hacia una tendencia segura, dejando atrás los estilos inseguros).
"Sin embargo, alguien que es impredecible y poco confiable, aunque nos ofrece algo muy distinto a nuestra forma de funcionar, es demasiado confrontativo como para que salir de nuestra zona de confort y explorar algo que sea seguro. En este caso, la relación supondría un disparador constante que, en lugar de traducirse en una experiencia reparadora, contribuiría a algo así como exacerbar nuestras heridas", advierte.
¿Qué señales indican que una persona es emocionalmente compatible con nosotros?
En este sentido, la especialista nos lo deja muy claro:
Vemos y entendemos la vida y los vínculos de forma parecida
Tenemos un modelo relacional compatible
Nos relacionamos respecto a la cercanía y la distancia emocional de forma compatible
Vivimos los conflictos como una oportunidad de crecimiento y trata que el vínculo sea un lugar seguro, también, en estas situaciones
Es alguien emocionalmente disponible y confiable
Errores que podemos cometer a la hora de elegir a nuestra pareja ideal
A menudo escogemos aquello que nos resulta familiar, que nos ofrece una continuación de lo que ya conocemos porque es cómo funcionaba una o varias figuras cuidadoras en el pasado. Es el caso de personas frías, invalidantes y poco abiertas al mundo emocional; emocionalmente no disponibles, inaccesibles y ausentes. O bien, personas muy demandantes, que establecen vínculos de dependencia no sana, que se fusionan con el otro.
"Nuestro sistema nervioso interpreta como seguro aquello que le resulta familiar, solamente porque sabe cómo desenvolverse en determinadas situaciones (aprender nuevas formas de relacionarnos supone un mayor consumo de glucosa; y nuestro sistema nervioso está diseñado para garantizar la supervivencia, no para buscar la felicidad, la plenitud o la calma)".
Pero eso no quiere decir que estemos eligiendo a la pareja ideal. Y es que en ocasiones buscamos a algunas que no nos hacen bien por múltiples razones que tienen más que ver con nuestra historia emocional que con la lógica o el sentido común. No solo porque lo que nos ofrecen nos resulta familiar, también porque desde el sentimiento de falta de valía creemos que no merecemos algo mejor, o porque confiamos en que esta vez sí funcionará. También puede suceder que necesitemos que una relación, por fin, nos salga bien y nos aferremos a ella en lugar de descartarla y “correr el riesgo” de esperar a que aparezca otra. En otras ocasiones, actuamos desde la herida, con la esperanza de que esta vez nos escojan, en lugar de centrarnos en si somos nosotras quienes queremos escoger. Y, por último, hay quienes se lo toman como un reto personal: lograr que el otro cambie.
Desde la razón podemos saber que no tener pareja no nos hace menos válidos, pero desde lo emocional, la experiencia puede ser muy distinta, sobre todo cuando alrededor vemos parejas que avanzan, que se mudan juntas, que forman familias
Montse Cazcarra, psicóloga y terapeuta de parejas
La presión social y el miedo a la soledad puede condicionar la elección de pareja
La necesidad de pareja no siempre nace de un deseo genuino. A veces, viene marcada por la comparación constante con lo que observamos en nuestro entorno o por la sensación de estar quedándonos atrás.
“Desde la razón podemos saber que no tener pareja no nos hace menos válidos, pero desde lo emocional, la experiencia puede ser muy distinta, sobre todo cuando alrededor vemos parejas que avanzan, que se mudan juntas, que forman familias…”, señala Cazcarra.
Ese contraste entre lo que sabemos y lo que sentimos puede generar una sensación de insuficiencia. Y a ello se suma el mensaje, aún muy presente en la sociedad, de que todo está pensado para estar en pareja. “Incluso en lo más cotidiano, como compartir gastos, tomar decisiones importantes o planificar el futuro, la pareja aparece como estructura base. Por eso, quien no la tiene, puede conectar con una vivencia de carencia”.
Cazcarra también apunta que, en muchos casos, se interpreta la soltería como un fallo, cuando el verdadero error podría ser iniciar una relación por evitar el malestar emocional o permanecer en una que no nos hace bien.
“Lo que sí sería un fracaso es iniciar una relación solo por evitar conectar con sensaciones incómodas. O quedarnos en una relación que no nos hace bien por la misma razón”, matiza.
Además, insiste en quevivir la soltería como una elección consciente es una opción perfectamente válida. “Aunque ya se han producido muchos cambios, hay mensajes inconscientes que siguen muy presentes. Frases como ‘con lo mona que eres, cómo no tienes pareja’ siguen reforzando la idea de que estar en pareja nos sitúa en otro nivel. Y no es así”.
Las claves para descubrir qué tipo de pareja encaja mejor contigo
“Podemos explorar qué tipo de parejas hemos escogido y desde dónde las hemos escogido”, propone. No es lo mismo elegir desde la niña que necesita ser escogida, sentirse especial o evitar el abandono, que desde la adulta que sabe lo que quiere, lo que no, y se permite tomar decisiones que la cuidan, incluso con miedo.
También resulta revelador revisar si realmente fuimos nosotras quienes elegimos… o si, por el contrario, nos dejamos elegir por sentirnos poco válidas. “Si no me siento suficiente, no me puedo permitir el lujo de escoger. Y entonces ni siquiera me planteo si lo que el otro me ofrece encaja con lo que busco, necesito o deseo”.
Entre los ejemplos que menciona la psicóloga, encontramos a quienes han escogido parejas con un perfil muy atractivo socialmente (una gran carrera profesional, éxito, admiración externa), sin prestar atención a otras cuestiones esenciales. O bien, personas que necesitaban ser salvadas o cuidadas —lo que garantiza, en apariencia, que no nos abandonarán—, o figuras inaccesibles del tipo “malote”, a las que se intenta demostrar que con nosotras sí será diferente.
“También es muy útil explorar cómo nos hemos sentido en relaciones anteriores, qué deseamos que haya en las futuras y qué no queremos volver a repetir”, aconseja.
Y no menos importante: revisar las creencias que arrastramos. “Hay que cuestionar ideas muy arraigadas, como confundir mariposas con ansiedad, intensidad con conexión o atracción con compatibilidad”, explica.
Qué hacer para evitar idealizar a alguien cuando estamos conociendo a una nueva pareja
Iniciar una relación desde un lugar más consciente también implica aprender a identificar qué partes internas están actuando cuando nos sentimos atraídas por alguien. Según Cazcarra, cada persona tiene dentro diferentes “voces” o subpersonalidades que intervienen de forma más o menos automática en ese proceso.
“Es fundamental conocer muy bien nuestras partes internas, esas voces que se activan cuando estamos conociendo a alguien”, explica. Algunas de esas partes pueden ser:
La que idealiza desde el primer minuto.
La que se autoengaña para no ver lo que duele.
La que se protege del sentir elevando tanto los estándares que nadie los cumple.
La que se lanza sin medida porque quiere vivirlo todo intensamente.
La que boicotea el vínculo para no sentirse vulnerable y abandona antes de ser abandonada.
La que hace todo lo posible por agradar y ser escogida, incluso a costa de sí misma.
Observar estos patrones internos nos permite entender por qué sentimos lo que sentimos, por qué actuamos de determinada manera y cómo tomamos decisiones.
“Mirarnos desde ahí nos ayuda a entender la complejidad de nuestra realidad emocional. Y también a tratarnos con más compasión, a ver que hay muchas capas detrás de cada elección. A veces, elegir bien pasa primero por aprender a escucharnos mejor”, concluye.