Aunque muchas veces pasa desapercibida en sus primeras etapas, la escoliosis es una afección de la columna vertebral que puede tener un profundo impacto en la vida de quienes la padecen. Se trata de una curvatura anormal de la columna que, dependiendo de su gravedad, puede afectar no solo la postura, sino también la movilidad, la respiración y la calidad de vida. Detectarla a tiempo y entender sus implicaciones médicas, físicas y emocionales es clave para ofrecer a los pacientes las mejores oportunidades de tratamiento y bienestar.
Qué es la escoliosis
“La escoliosis es una desviación tridimensional de la columna vertebral, caracterizada por una curvatura lateral anormal con rotación de las vértebras. No se trata simplemente de una curva hacia un lado, sino de una deformación compleja que puede afectar también al equilibrio del tronco y la simetría corporal”, nos explica el doctor Ghassan Elgeadi, traumatólogo especializado en cirugías ultra mínimamente invasivas en Clínica Elgeadi (www.clinicaelgeadi.com).
El diagnóstico comienza con la exploración clínica, observando signos como hombros o caderas desiguales, prominencia de una escápula o asimetría del tronco al inclinarse hacia adelante
Cómo se diagnostica
Tal y como nos explica el experto, el diagnóstico comienza con la exploración clínica, observando signos como hombros o caderas desiguales, prominencia de una escápula o asimetría del tronco al inclinarse hacia adelante (test de Adams). “La confirmación se realiza mediante estudios de imagen, principalmente radiografías en proyección anteroposterior y lateral de toda la columna, que permiten medir el ángulo de Cobb, que cuantifica la magnitud de la curvatura”, apunta. Y remarca un dato importante: en niños y adolescentes, es fundamental un diagnóstico precoz para intervenir antes del cierre del cartílago de crecimiento. Ya en adultos, se evalúa tanto la progresión como el impacto funcional de la curva.
Causas de la escoliosis
En opinión del doctor, las causas de la escoliosis pueden clasificarse en distintos grupos:
- La más común la escoliosis idiopática, que representa entre el 80 y el 85 % de los casos. Este tipo aparece sin una causa clara y suele manifestarse durante la adolescencia, con mayor frecuencia en niñas.
- También existe la escoliosis congénita, que está presente desde el nacimiento y se debe a malformaciones vertebrales ocurridas durante el desarrollo embrionario.
- Por otro lado, encontramos la escoliosis neuromuscular o secundaria, que se produce como consecuencia de enfermedades que afectan al tono muscular o al control neurológico de la postura, como ocurre en la parálisis cerebral, algunas distrofias musculares o lesiones medulares.
Factores de riesgo de la escoliosis
Existen además factores de riesgo que pueden favorecer su aparición o progresión, como los antecedentes familiares, los periodos de crecimiento acelerado durante la pubertad, el sexo femenino —que se asocia a una mayor probabilidad de progresión—, y la presencia de determinadas patologías neuromusculares o genéticas.
Síntomas de la escoliosis
Le preguntamos al especialista qué síntomas suelen experimentar los pacientes con escoliosis y cómo varían según la gravedad de la curvatura. “En fases iniciales, la escoliosis puede ser asintomática, especialmente en niños”, nos explica el doctor, que detalla que a medida que la curvatura progresa, pueden aparecer:
- Dolor de espalda (más frecuente en adultos).
- Asimetría postural (hombros desiguales, prominencia de costillas, pelvis inclinada).
- Fatiga muscular, especialmente tras estar de pie o caminar por largos períodos.
“En casos más severos, se puede notar una afectación estética significativa y, eventualmente, disfunción respiratoria o dolor radicular si hay compromiso neurológico. La intensidad de los síntomas está estrechamente relacionada con el grado de curvatura y la rapidez de su progresión”, nos comenta el doctor.
La percepción de su imagen corporal puede verse alterada, lo que en algunos casos lleva al aislamiento social o a síntomas de ansiedad o depresión, sobre todo si la deformidad es visible y no se aborda adecuadamente
Cómo afecta la escoliosis al paciente
El impacto que puede tener la escoliosis en la calidad de vida de los pacientes, tanto física como emocionalmente, varía en función de cada caso. En líneas generales, el doctor nos explica que diariamente, la mayoría de las personas con escoliosis leve pueden llevar una vida completamente normal. “Sin embargo, cuando la curvatura es moderada o grave, es posible que aparezca dolor persistente en la espalda, limitación para realizar ejercicio o ciertas tareas laborales, así como una afectación importante en la autoestima”, nos comenta.
Mientras, en adolescentes especialmente, la percepción de su imagen corporal puede verse alterada, lo que en algunos casos lleva al aislamiento social o a síntomas de ansiedad o depresión, sobre todo si la deformidad es visible y no se aborda adecuadamente. “Por eso, es fundamental tratar la escoliosis de forma integral, teniendo en cuenta no solo el aspecto físico, sino también el impacto emocional que puede generar, e incluyendo apoyo psicológico cuando sea necesario para mejorar el bienestar general del paciente”, indica.
Problemas cuando la escoliosis es severa
En los casos de escoliosis severa, especialmente cuando la curvatura torácica supera los 60 o 70 grados, puede producirse una restricción mecánica del tórax que limita significativamente la capacidad pulmonar total. “Esto se traduce en una disminución del volumen de aire que se moviliza en cada respiración, una ventilación alveolar insuficiente y una mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias. En situaciones muy avanzadas, puede llegar a desarrollarse una insuficiencia respiratoria de tipo restrictivo. Estas complicaciones son particularmente frecuentes en escoliosis de inicio precoz, como las infantiles o juveniles, ya que la deformidad tiene más tiempo para progresar e interferir con el desarrollo normal del tórax”, nos cuenta el doctor.
En curvas leves, especialmente si no hay signos de progresión, puede bastar con una observación periódica, tanto en niños en crecimiento como en adultos cuya columna se mantiene estable
Cómo tratar la escoliosis
Hay que buscar, por lo tanto, la opción de tratamiento más adecuada para cada paciente. “El tratamiento de la escoliosis se adapta a cada paciente y depende de factores como la edad, el grado de curvatura, su evolución en el tiempo y el estado general de salud. En curvas leves, especialmente si no hay signos de progresión, puede bastar con una observación periódica, tanto en niños en crecimiento como en adultos cuya columna se mantiene estable”, nos explica.
Detalla, además, que cuando se busca intervenir sin recurrir a la cirugía, la fisioterapia específica, como el método Schroth, es una herramienta útil para fortalecer la musculatura, mejorar el control postural y aliviar molestias. En adolescentes con curvaturas moderadas —entre 20 y 40 grados— y aún en fase de crecimiento, el uso de un corsé ortopédico puede ser eficaz para frenar el avance de la deformidad. La cirugía se reserva para los casos más severos, con curvas que superan los 45 o 50 grados, especialmente si la deformidad sigue progresando o causa limitaciones importantes en la vida diaria.
“La elección del tratamiento requiere una evaluación integral por parte del especialista en columna, considerando no solo la radiología, sino también el impacto funcional y psicosocial”, nos explica.
Cuando se recomienda la cirugía
Como nos anticipaba el doctor, la cirugía se considera una opción cuando la curvatura supera los 45 o 50 grados y muestra una progresión rápida, o cuando el paciente presenta dolor severo, dificultades respiratorias o alteraciones neurológicas derivadas de la deformidad. “También puede estar indicada si la afectación estética es importante y repercute negativamente en el bienestar emocional, especialmente en adolescentes. La técnica más habitual es la fusión espinal con instrumentación, en la que se utilizan tornillos pediculares y barras para corregir y estabilizar la curvatura”, nos cuenta.
Como toda intervención de este tipo, el especialista nos explica que conlleva ciertos riesgos, entre ellos el sangrado abundante, infecciones, lesiones neurológicas —aunque poco frecuentes si se emplea monitorización intraoperatoria—, así como posibles fallos en los implantes o una fusión incompleta de las vértebras (pseudoartrosis). “A pesar de ello, la recuperación suele ser progresiva y, cuando se realiza en centros especializados, ofrece buenos resultados tanto en el plano funcional como en el estético”, apunta.
Así ayuda la fisioterapia
La fisioterapia desempeña un papel fundamental en el manejo de la escoliosis, especialmente en casos leves o moderados, así como en el proceso de recuperación tras una intervención quirúrgica. “Su objetivo principal es fortalecer la musculatura de la espalda y del tronco, mejorar la alineación corporal y ayudar a corregir los desequilibrios posturales que genera la curvatura. Además, puede contribuir significativamente a reducir el dolor y a enseñar al paciente hábitos de higiene postural y principios de ergonomía que previenen la progresión o la aparición de nuevas molestias”, indica el doctor Elgeadi.
Nos explica que existen métodos específicos, como Schroth, SEAS o BSPTS, que ofrecen programas de ejercicios personalizados enfocados en el control neuromuscular y la corrección activa de la curva. “A esto se pueden sumar otras disciplinas complementarias, como la natación, el pilates terapéutico o los ejercicios de elongación axial, siempre bajo supervisión profesional, para asegurar un enfoque global y seguro”, comenta.
La importancia de la detección temprana de la escoliosis
La detección temprana de la escoliosis es clave, especialmente durante la infancia y la adolescencia, etapas en las que el crecimiento rápido puede favorecer la aparición y progresión de la curvatura. “Para lograrlo, es fundamental realizar revisiones periódicas con el pediatra o el médico de familia, quienes pueden identificar signos iniciales como hombros a distinta altura, desviación del tronco o pérdida de la alineación de la columna al observar al niño de espaldas. Los programas escolares de detección precoz también resultan muy útiles, ya que permiten derivar a los pacientes a especialistas en un momento en el que todavía es posible intervenir con medidas conservadoras”, comenta el experto. Además, considera que es importante formar e informar a padres, profesores de educación física y entrenadores deportivos para que puedan reconocer estos signos de alerta en su entorno. Actuar a tiempo no solo mejora el pronóstico, sino que muchas veces evita la necesidad de un tratamiento quirúrgico en el futuro.