Con la llegada del calor, los helados, refrescos y aperitivos se cuelan en nuestro día a día casi sin darnos cuenta. Y aunque darse un capricho es parte del placer del verano, los expertos advierten: cuando los ultraprocesados se convierten en la norma, no solo peligra la línea, también lo hace el bienestar físico y emocional.
Ana Gloria Cantos Aguilar, dietista- nutricionista, nos cuenta que tomar un helado en la playa o un refresco en una terraza no supone un problema. Sin embargo, sí puede resultar preocupante cuando el verano entero se convierte en la excusa perfecta para abusar de los ultraprocesados. En esta categoría no solo entran los helados industriales y los refrescos que mencionamos sino también la bollería, los snacks o aperitivos salados, otras bebidas azucaradas y las salsas listas para usar.
Según la experta, "no solo pueden favorecer el aumento de peso sino también alterar el equilibrio interno" porque "además de azúcares, grasas trans y aditivos artificiales, contienen disruptores endocrinos". Ana Gloria los define como "compuestos presentes en envases plásticos, colorantes, edulcorantes y aceites refinados". "Estas sustancias pueden interferir en nuestras hormonas, afectando al metabolismo, al apetito e incluso al funcionamiento del sistema nervioso", afirma la nutricionista.
La dietista- nutricionista Paloma Quintana Ocaña, por su lado, nos dice que este tipo de alimentos tienen mucha carga glucémica (azúcar) y esto puede afectar incluso al estado de ánimo. Como indica Ana Gloria, "cuando abusamos de este tipo de alimentos, no solo digerimos peor o ganamos peso, también podemos sentirnos más irritables, con menos energía o más apáticos".
Nos explica que, en gran parte, esto tiene que ver con la serotonina, un neurotransmisor relacionado con el bienestar. "Si la alimentación es inflamatoria o pobre en nutrientes reales, el cuerpo no tiene con qué fabricarla... y eso, tarde o temprano, se nota", indica la dietista. "No se trata de controlar lo que comemos, sino de entender cómo nos afecta para poder decidir con mayor libertad y conciencia. A veces, pequeños cambios pueden tener un gran impacto", defiende. En este sentido, propone:
- Los helados artesanales o caseros, hechos con fruta congelada y yogur, pueden ser una alternativa más amable frente a los industriales.
- En lugar de refrescos azucarados, una opción más ligera y refrescante puede ser el agua con gas con rodajas de fruta, hierbas frescas o infusiones frías.
- Para picar algo entre horas, opciones como crudités con hummus, guacamole o dips caseros suelen resultar igual de apetecibles que las patatitas.
- Y a la hora de aderezar, los aliños naturales con aceite de oliva virgen extra, limón, vinagre o especias suman sabor sin restar salud.
Otros factores que favorecen el aumento de peso y el malhumor
En palabras de Paloma Quintana, cenar mucho también nos puede hacer estar de malhumor porque empeorara el sueño, lo que ya se esta viendo afectado por el calor. "Lo mismo pasa cuando cenamos tarde. Ahora, como el día se alarga, hay personas cenando a las nueve y las diez... y eso ya es muy tarde", dice Paloma. "Ya en 2020 cuando publiqué mis tips de pérdida de grasa, en el número 19 sugería cenar a las 19 horas. Yo siempre recomiendo cenar con sol. Es fundamental", agrega.
Paloma indica que el consumo de bebidas alcohólicas también afecta a nivel neurológico y nos hace estar de mal humor y ganar peso. Y recuerda que las deficiencias nutricionales también afectan negativamente al estado de ánimo. Por eso es indispensable trata de comer sano, aunque con sentido común y nunca desde la prohibición y la culpa.
En definitiva, como indica Ana Gloria, "no podemos ni debemos prohibirnos una comida puntual en el chiringuito con amigos". "Las tradiciones del verano también tienen su lugar y pueden ser muy placenteras", recuerda. Pero apunta que "el verano puede ser igual de rico y mucho más reparador si también integramos platos fresquitos, llenos de colores, apetecibles y hechos con alimentos reales. "En general, lo más saludable suele ser lo que no necesita etiqueta", afirma, desvelando un truco clarísimo. Porque, como ella misma dice "quizá ahí está la clave: en comer menos de lo que viene en bolsita... y más de lo que viene de la tierra".