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Rebeca Cáceres, psicóloga© Rebeca Cáceres

Rebeca Cáceres, psicóloga: 'Sobreanalizar nos desconecta del presente y alimenta la sensación de estar atrapadas en un bucle sin salida'

Hablamos con la psicóloga sobre esta forma de pensamiento repetitivo que puede afectar negativamente a nuestro estado de ánimo, al descanso e incluso a la toma de decisiones


11 de junio de 2025 - 7:00 CEST

De repente te encuentras en un bucle de pensamientos sin fin, cuestionando cada detalle, anticipando posibles problemas, dando vueltas a la misma idea una y otra vez, sin llegar a una conclusión clara. Tal vez estás sobreanalizando, lo que implica, inevitablemente, que un pensamiento, una decisión o un problema ocupa más tiempo del necesario en tu mente.

Aunque reflexionar es útil, cuando se convierte en una espiral interminable, puede generarnos consecuencias en forma de estrés y, en muchos casos, una sensación de agotamiento mental.

Tal y como nos explica la doctora Rebeca Cáceres Alfonso, directora de Tribeca Psicólogos y Profesora de la Universidad Internacional de Valencia, sobreanalizar es una forma de pensamiento repetitivo con el objetivo de entender, controlar o anticipar algo que nos preocupa. “Sin embargo, resulta ser paradójico porque lejos de aclarar, este tipo de pensamientos generan más confusión, ansiedad y agotamiento mental. Es como intentar salir de un laberinto dándole vueltas al mismo pasillo”, comenta la experta.

Desde el punto de vista psicológico, la experta nos explica que "sobreanalizar nos desconecta del presente y alimenta la sensación de estar atrapadas en un bucle sin salida". Así, añade que esto no solo impacta nuestras emociones, sino también al cuerpo, ya que activa el sistema de alerta de forma casi continua. "Quienes tienen esta tendencia suelen vivir en un estado de hipervigilancia que afecta negativamente al estado de ánimo, al descanso, a la capacidad de disfrutar… e incluso a la toma de decisiones, porque entran en parálisis por análisis”, apunta.

Sobreanalizar no nos permite estar en el presente. Nos lleva a vivir más en la mente que en la experiencia de la propia vida. Dicho de otro modo, estar atrapados en el pensamiento nos lleva a alejarnos del aquí y el ahora

Rebeca Cáceres, psicóloga

Afecta a la toma de decisiones

Uno de los problemas que implica este hecho de sobreanalizar es que afecta de manera directa a nuestra capacidad para decidir. “Cuanto más sobreanalizamos algo, más difícil se va a volver tomar una decisión. La razón de esto es sencilla: estamos buscando la decisión perfecta y eso no es posible”, nos cuenta.  

Así, la experta nos explica que si caemos en esta búsqueda de la perfección y no tomamos una decisión, vamos a entrar en lo que se conoce como parálisis por análisis: damos tantas vueltas a una decisión que posponemos indefinidamente la acción. “Y cuanto más retrasamos tomar la decisión y pasar a la acción, más ansiedad vamos a sentir. Es un círculo vicioso que solo puede romperse pasando a la toma decisiones asumiendo el riesgo y el miedo que nos da equivocarnos”, argumenta Rebeca Cáceres.

Pero es que, además, el sobreanálisis puede interferir en nuestra capacidad de disfrutar el presente. “Sobreanalizar no nos permite estar en el presente. Nos lleva a vivir más en la mente que en la experiencia de la propia vida. Dicho de otro modo, estar atrapados en el pensamiento nos lleva a alejarnos del aquí y el ahora”, apunta la experta.

Emociones relacionadas con el sobreanálisis

Una de las dudas que le planteamos a la psicóloga es acerca de las emociones que predominan cuando te encuentras atrapado en el ciclo de sobreanálisis. Basándose en su experiencia, la emoción principal que sostiene este tipo de pensamientos es el miedo. “Miedo a equivocarse. Miedo a no estar a la altura. Miedo a lo que los demás puedan pensar. Miedo a no ser suficiente. Si hay una tendencia al sobreanálisis, y no es algo puntual, ese miedo suele estar relacionado más con causas internas de la persona como falta de seguridad o baja autoestima”, nos indica.

Pero es que, además, nos explica que desde el miedo se activa el bucle y entonces el miedo lleva al bloqueo y el bloqueo a la parálisis que impide actuar. “Al no actuar, comenzamos a sentir tristeza, ansiedad y frustración. Y ahí aparece la sensación de estar atrapados dentro de nuestra propia mente, dando la sensación de que pensar es una forma de resolver cuando en realidad es una forma de evitar”, indica.

Hay otra emoción que no podemos perder de vista. “Si la parálisis se mantiene, suele aparecer otra emoción que es la culpa (por no decidir, por no avanzar, por sentir que estamos “fallando”). La culpa, lejos de movilizarnos, nos va a paralizar más aún y eso va a afectar de manera negativa a nuestra autoestima, retroalimentando de nuevo el mismo ciclo: más miedo, más bloqueo, más tristeza”, nos explica.

La psicóloga nos da una recomendación: “Romper ese ciclo no es fácil, pero empieza por reconocerse el miedo y empezar a dar pequeños pasos. Lo importante es entender que no tienes que ser perfecto, sino que te tienes que mover para salir de la cárcel del pensamiento”.

mujer pensativa sentada sobre una mesa y mirando por la ventana© Getty Images

La relación del sobreanálisis con la ansiedad o el estrés

El sobreanálisis suele estar relacionado con la ansiedad y el estrés, aunque no siempre ni en todos los casos. Para Rebeca Cáceres es importante entenderlo como una forma de afrontamiento. “Lo que sí parece estar claro es que este tipo de pensamiento repetitivo se asocia con un mayor riesgo de desarrollar síntomas depresivos y ansiosos, especialmente cuando este pensamiento se vuelve automático ya que es difícil pararlo. En este sentido, sobreanalizar sería un intento de regulación emocional ante una situación que nos desborda y nos daría la falsa percepción de control”, nos indica la psicóloga.

También es importante decir que un problema asociado al sobreanálisis es fusionarse con los pensamientos. Es decir, tomarlos como verdades absolutas sin cuestionarlos. De nuevo, esto volvería a ser una forma de evitar sentir, de escapar del miedo, la duda o de la sensación de sentirse vulnerable.

“Por tanto, puede decirse que muchas personas sobreanalizan como respuesta al estrés, la ansiedad o a una baja autoestima y también hay personas que con altos niveles de control que sobreanalizan por su tendencia al perfeccionismo o a la necesidad de tener certezas”, nos cuenta.

Este tipo de pensamiento repetitivo se asocia con un mayor riesgo de desarrollar síntomas depresivos y ansiosos, especialmente cuando este pensamiento se vuelve automático ya que es difícil pararlo

Rebeca Cáceres, psicóloga

Personas que sobreanalizan más que otras

Lo que está claro es que no todas las personas entran en estas espirales de pensamiento. ¿Qué factores pueden influir en el hecho de que haya personas que tiendan más a sobreanalizar que otras? “Hay varios factores que pueden hacer que una persona tienda a pensar en exceso, y suelen estar relacionados con la historia de vida, la personalidad y el entorno emocional en el que ha crecido”, nos explica.

Entre los factores clave, según Rebeca Cáceres, están la autoestima y el autoconcepto. “Las personas que dudan constantemente de su criterio o que han aprendido a validarse en función de la aprobación externa suelen necesitar más certezas antes de actuar, y eso las lleva a sobreanalizar”, nos indica.

Otro factor que influye mucho para la psicóloga es el perfeccionismo: cuando sentimos que no podemos fallar o que todo tiene que estar bajo control, el pensamiento se convierte en una herramienta de vigilancia constante. “Lo mismo ocurre con aquellas personas que han vivido en entornos impredecibles o muy exigentes, donde aprendieron que “pensar mucho” era una forma de estar a salvo. También hay perfiles de personalidad que tienden a ser propensos al sobreanálisis”, nos cuenta.

Estrategias para no sobreanalizar

Teniendo todo esto en cuenta, nos planteamos qué estrategias pueden resultarnos útiles para afrontar ese hecho de pensar demasiado. “Lo primero de todo pasa por entender que no se trata de dejar de pensar apagando la mente, sino de mantener equilibrio entre la mente, el cuerpo y la emoción”, nos indica.

  • Una de las estrategias más efectivas es tomar conciencia del bucle. Darse cuenta de que estamos sobreanalizando es el primer paso para salir del piloto automático. Podemos preguntarnos: ¿Estoy resolviendo o solo estoy dando vueltas?
  • Otra herramienta clave es ir al cuerpo, sentirlo. Cuando la mente se acelera, tener una conciencia corporal de lo que estamos sintiendo nos ayuda a volver al presente. Respirar profundo, fijarnos en qué estamos sintiendo y en qué partes del cuerpo nos devuelve claridad.
  • También es útil pasar a la acción con la premisa básica de que va a ser imperfecta. Eso nos lleva a aceptar que la solución no está en seguir pensando, sino en actuar.
  • Otras estrategias que nos ayudan son escribir lo que pensamos durante tiempos determinados, practicar mindfulness o tratarse con más compasión. 
  • Una técnica que también funciona en estos casos es la de la prescripción paradójica del Dr. Giorgio Nardone. Esta técnica consiste en provocar voluntariamente el síntoma de forma controlada y ritualizada. Al hacer que la persona se relacione de forma distinta con su síntoma (desde la elección, no desde el miedo), cambia su efecto. Disminuye la tensión, se invierte la lógica del problema, y la persona recupera la sensación de control que en realidad es lo que le lleva al sobreanálisis.

Las personas que dudan constantemente de su criterio o que han aprendido a validarse en función de la aprobación externa suelen necesitar más certezas antes de actuar, y eso las lleva a sobreanalizar

Rebeca Cáceres, psicóloga

Un consejo útil si tiendes a sobreanalizar

Por último, le planteamos a la psicóloga si podría dar un consejo a alguien que sobreanaliza. “Diría que la tendencia a sobreanalizar no es algo irreparable, sino que hay que entender que es una forma de funcionar que suele estar al servicio de algo: protegerse, hacerlo bien, sentirse a salvo. Cuando entendemos ese para qué lo hacemos, podemos empezar a elegir otra forma de estar en el mundo más saludable y adaptada a nuestro presente que irá rebajando esa tendencia al sobreanálisis. Esto fomentará nuestra sensación de bienestar y de control sobre las situaciones porque no depende tanto de lo externo como de la confianza y seguridad que tengamos en nosotros mismos para el manejo de lo externo”, concluye.

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