¿Se puede detectar una mentira solo con mirar a alguien? ¿Podemos fiarnos de una mirada huidiza o de un gesto nervioso para saber si nos están engañando? Esto es algo que muchos de nosotros nos preguntamos porque saber si nos están mintiendo podría ahorrarnos muchos disgustos. Pero no es tan fácil como parece. Así nos lo manifiesta Pilar Guerra, psicóloga clínica y coach ejecutiva: "el lenguaje corporal aporta información, pero no es una herramienta definitiva para descubrir a un mentiroso. Es solo una pieza del rompecabezas”, nos explica.
A menudo, recurrimos a la intuición para sospechar que algo no encaja en lo que nos dicen. Nos apoyamos en lo que vemos: un gesto raro, un cambio de postura, algún tic nervioso o no mirarnos a los ojos. Pero ¿hasta qué punto estas señales son fiables? Pilar Guerra nos ayuda a comprender mejor cómo funciona la comunicación no verbal cuando hay engaño de por medio.
El lenguaje corporal aporta información, pero no es una herramienta definitiva para descubrir a un mentiroso. Es solo una pieza del rompecabezas
¿Se puede detectar a un mentiroso observando su lenguaje corporal?
La respuesta corta es que no, no únicamente observando. Según explica Eva García, experta en sinergología, “para detectar una mentira es imprescindible interrogar, no basta con observar; necesitamos recoger señales tanto verbales como no verbales”.
La clave está en combinar lo que la persona dice con lo que su cuerpo comunica. Sin embargo, conviene ser prudente. “Hoy día, ninguna disciplina, ni siquiera el polígrafo, consigue un 100 % de acierto”, advierte. Incluso aplicando sinergología, la técnica más avanzada para el análisis corporal, siempre existe un margen de error.
Hoy día, ninguna disciplina, ni siquiera el polígrafo, consigue un 100 % de acierto
Las señales corporales que pueden delatar una mentira
Detectar una mentira no es cuestión de fijarse en un solo gesto aislado. “Hay una metodología específica para analizar verdad o mentira, pero además es fundamental conocer el diccionario corporal, compuesto por unos 1200 movimientos distintos”, explica Eva García. Esta herramienta permite, mientras se interroga, identificar zonas o momentos en los que puede haber información oculta, aunque no necesariamente mentiras.
Cuando se busca detectar una mentira concreta, las claves están claras: “Debemos observar la tensión corporal, la zona ocular, los cambios en el ritmo o la repetición de ciertos movimientos”, señala la experta. Si varias de estas señales se presentan simultáneamente, aumenta la probabilidad de que la persona esté mintiendo.
La incoherencia en el discurso o los gestos puede ser una señal
Otro de los signos que suelen llamar la atención es la incoherencia entre lo que alguien dice, su discurso, y la conducta.
Asimismo, movimientos como tocarse insistentemente la cara, frotarse la nariz, cruzar los brazos de forma repentina o mover los pies con excesiva frecuencia pueden interpretarse como signos de tensión. Sin embargo, Guerra insiste en que todos estos indicios, por sí solos, no son concluyentes. Por lo que no podemos decir que una persona que está haciendo gestos nerviosos nos está mintiendo. Pilar nos aclara por qué.
No todo nerviosismo es señal de mentira
Es fácil caer en la trampa de pensar que quien está nerviosa, miente. Pero las cosas no son tan simples. “Hay personas más ansiosas, más gesticuladoras o más introvertidas que otras. Por eso, el contexto y la línea base de comportamiento de cada persona son esenciales”, advierte Pilar Guerra. No podemos analizar una conducta sin tener en cuenta cómo actúa normalmente esa persona.
Esto es especialmente importante cuando se trata de identificar a alguien que miente. Lo que puede parecer sospechoso en una persona puede no serlo en otra. “Algunas personas son expresivas por naturaleza, otras no. Y esto no significa que estén ocultando algo”, señala Pilar.
Evitar la mirada puede deberse a timidez, incomodidad o incluso a motivos culturales. Y al contrario, hay mentirosos que mantienen la mirada fija como estrategia para parecer sinceros
¿No mirarte puede ser señal de que te están mintiendo?
El contacto visual es uno de los grandes mitos en la detección del engaño. Se dice que quien no mira a los ojos, miente. Pero Pilar Guerra desmonta esta creencia. “Evitar la mirada puede deberse a timidez, incomodidad, baja autoestima, o incluso a motivos culturales. Y al contrario, hay mentirosos que mantienen la mirada fija como estrategia para parecer sinceros”.
García, por su parte, es rotunda: “Es falso que quien no mira a los ojos mienta más. De hecho, las personas que mienten suelen fijar la mirada con más intensidad, parpadean menos y muestran una tensión corporal mucho mayor”. ¿La razón? “Mentir supone una carga cognitiva elevada: debes concentrarte en que el otro te crea y en no delatarte, lo que genera una tensión que se refleja en el cuerpo”, puntualiza.
Por tanto, no se trata de observar un solo gesto o una sola señal. La clave está en la coherencia del conjunto. ¿Lo que dice tiene lógica con lo que hace? ¿Su voz y su cuerpo van al mismo ritmo que sus palabras?
Fíjate en las microexpresiones faciales
Uno de los campos más interesantes dentro del análisis del lenguaje corporal son las microexpresiones. Se trata de reacciones faciales muy rápidas, involuntarias, que pueden revelar emociones ocultas. “Aunque son difíciles de detectar sin entrenamiento, las microexpresiones nos pueden dar pistas”, afirma Pilar.
Una sonrisa forzada, unas cejas fruncidas o un destello de sorpresa que desaparece en milésimas de segundo pueden delatar una emoción que no encaja con el discurso. Eso sí, la interpretación de estas señales requiere experiencia, y siempre deben analizarse junto al resto de la conducta.
Algunas personas desarrollan técnicas para intentar engañar sin ser descubiertas: imitan gestos del interlocutor para generar cercanía o apelan a emociones fuertes como la tristeza para desarmar a quien escucha
Mentirosas entrenadas y estrategias de distracción
¿Y si la persona que miente es consciente de lo que está haciendo y sabe cómo ocultarlo? Pilar Guerra reconoce que algunas personas desarrollan técnicas para intentar engañar sin ser descubiertas. Imitan gestos del interlocutor para generar cercanía, desvían la atención o incluso apelan a emociones fuertes como la tristeza para desarmar a quien escucha.
Estas técnicas no siempre son eficaces, pero demuestran que no se puede confiar únicamente en lo que vemos. De nuevo, la importancia de observar todo el conjunto vuelve a estar presente.
Se puede aprender a detectar el engaño, pero no es magia
Aunque no existe un manual infalible para detectar mentiras, Pilar Guerra asegura que sí se puede entrenar la capacidad de observación. Hay que fijarse en los detalles. Y para eso, lo mejor es practicar observando a las personas en diferentes situaciones.
Aprender cómo se comporta normalmente una persona es la mejor forma de detectar si algo cambia. Y ese cambio, en el contexto adecuado, puede ser una pista de que algo no se está diciendo con sinceridad.
La conclusión sobre si podemos detectar una mentira
Antes de analizar cualquier movimiento, resulta esencial identificar la llamada "línea base", es decir, cómo se comporta corporalmente la persona de manera habitual. “Hay personas que de forma natural se rascan la nariz, miran sin parpadear o se muestran tensas simplemente porque la situación les intimida”, comenta Eva García.
Estos gestos forman parte de lo que denomina “la estatua corporal de cada persona”, y no deben interpretarse como señales de engaño. “No puedo considerar sospechoso un gesto que la persona hace de manera habitual. De lo contrario, cometería errores graves de interpretación”, advierte la sinergóloga
Ver a alguien muy tenso en un juicio no significa necesariamente que esté mintiendo, puede ser el efecto normal de estar en un entorno desconocido y formal
Un ejemplo claro: “Ver a alguien muy tenso en un juicio no significa necesariamente que esté mintiendo; puede ser el efecto normal de estar en un entorno desconocido y formal”, explica. Por eso, concluye, “observar la línea de base, entender el contexto y comparar los cambios son pasos imprescindibles si queremos acercarnos de forma seria a la detección de la mentira”.
Así, detectar una mentira es más un ejercicio de interpretación que una ciencia exacta. Requiere conocimiento, atención, sensibilidad y, sobre todo, no caer en la trampa de prejuzgar por un gesto aislado.