Presta atención a estos síntomas: pueden indicar que tienes un problema de vesícula

Una de las complicaciones son las obstrucciones en los conductos que facilitan el paso de la bilis, que hacen que las digestiones se vuelvan más pesadas

Por Pilar Hernán

Estamos ante uno de los órganos de nuestro aparato digestivo, la vesícula billiar, que se sitúa, tal y como nos explica el doctor Carlos Marra-López Valenciano, por debajo del hígado. Y quien ha padecido un problema relacionado con este órgano, sabe bien cómo puede llegar a afectar a su calidad de vida. Si bien es cierto que la mayoría de las veces, los cálculos biliares no causan ningún síntoma y no requieren tratamiento, en el caso de que un cálculo biliar quede atrapado en un conducto de la vesícula biliar, puede causar un dolor abdominal intenso y constante que es el llamado cólico biliar. Si el cálculo biliar bloquea el flujo de bilis, puede desencadenar una sintomatología acompañada no solo de dolor intenso, sino también de fiebre, diarrea, ictericia o falta de apetito. 

Las vías biliares son los conductos que conectan el hígado con el intestino delgado y transportan la bilis que se produce en el hígado. “Su función es la de almacenar y transportar la bilis al intestino delgado para una mejor digestión y absorción de las grasas”, nos dice. En ocasiones, la vesícula falla y no realiza bien su cometido y nos hemos planteado cuáles son las señales que nos pueden alertar de que tenemos un problema de salud relacionado con este órgano. Hemos hablado sobre todo ello con el doctor, que nos ha dado las claves para afrontar dichas dolencias.

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¿Cuáles son los problemas más habituales que pueden afectar a nuestra vesícula?

La vesícula biliar puede provocar enfermedades, generalmente en las situaciones en las que se retrasa o se obstruye el flujo de la bilis. La enfermedad más frecuente de la vesícula es la colelitiasis, que consiste en la producción de cálculos de sales biliares que pueden obstruir la salida de bilis a la vía biliar.

Aquí el grado de obstrucción condicionará el tipo de patología. Una obstrucción intermitente puede derivar en cólicos, con dolores intermitentes después de las comidas sin asociar otros síntomas. Cuando la obstrucción además suponga una inflamación de las paredes de la vesícula, estaremos ante una colecistitis, que supone generalmente un dolor continuo asociado a náuseas, vómitos y fiebre.

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¿Los problemas en la vesícula dan señales de aviso o son asintomáticos?

Cuando existen obstrucciones en los conductos que facilitan el paso de la bilis, las digestiones se vuelven más pesadas y se pueden manifestar como una serie de síntomas inespecíficos.

¿Qué señales nos alertan de que podemos tener algún problema que afecte a la salud de nuestra vesícula?

Algunos síntomas son inespecíficos, es decir, pueden aparecer junto con otras enfermedades

  • Sensación de mala digestión, en forma de distensión y/o inflamación del abdomen y gases.
  • Dolor abdominal y pesadez, localizados por debajo del esternón y que se extienden hacia el lado derecho del abdomen o la espalda. Suele ser una molestia o dolor de inicio brusco, a veces intenso, que puede ser intermitente o duras varias horas.
  • Náuseas y/o vómitos.
  • Pérdida de apetito.
  • Mal aliento (halitosis).

Otros síntomas son más específicos y ayudan a orientar al médico en problemas de vesícula y/o hígado. Estos síntomas son:

  • Ictericia, es una coloración amarillenta de piel y mucosas por acumulación de bilirrubina en el organismo. La bilirrubina se produce en el hígado y sigue un “circuito” que pasa a través del conducto biliar hasta llegar al intestino, donde realiza su función digestiva, para finalmente ser excretado en heces en su mayor parte. Si el conducto biliar está obstruido por algún motivo, se elevará en sangre y se excretará a través de otras vías, habitualmente minoritarias, como la piel y mucosas o la orina.
  • Coluria, orina color “coca cola” como consecuencia de la presencia de bilirrubina en ella. Se produce cuando hay alguna enfermedad hepática u obstrucción de la vía biliar que impide la eliminación normal de la bilirrubina por el intestino.

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¿Son los cálculos biliares una de las patologías más frecuentes relacionadas con nuestra vesícula?

La enfermedad más frecuente de la vesícula es la colelitiasis, que consiste en la producción de cálculos de sales biliares que pueden obstruir la salida de bilis a la vía biliar.

¿Influye la alimentación en los problemas relacionados con la vesícula?

La dieta influye en muchos aspectos de la digestión, y el funcionamiento de la vesícula no es una excepción. Una dieta rica en grasas puede favorecer la producción de cálculos en la vesícula. Por otro lado, una dieta totalmente exenta de grasas producirá un acúmulo de bilis no utilizada en el interior de la vesícula. Por lo tanto, nos parece adecuado mandar un mensaje de equilibrio, apostando por una dieta saludable y variada.

Una alimentación saludable no eliminará las piedras, pero sí mejorará la salud general y reducirá la aparición de síntomas. Según la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD), las recomendaciones nutricionales para pacientes con cálculos biliares varía en función de si se trata de una colelitiasis sintomática o sin síntomas. Si no se sufren síntomas se puede comer de todo. Sin embargo, aconsejan no comer mucha cantidad de golpe de los siguientes alimentos.

No están prohibidos, solo que se tienen que comer con moderación, apuntan desde la FEAD.

  • Embutidos y carnes grasas (cordero, cerdo).
  • Leche entera, mantequilla, margarina, nata, crema, flan, chocolate, pasteles.
  • Huevos.
  • Aceitunas, frutos secos (nueces, avellanas, almendras, cacahuetes, etc.).
  • Aceite, sebo.
  • Comidas precocinadas.

Si se sufren síntomas, la dieta debe estar encaminada a evitar la estimulación de la vesícula y evitar el dolor. Estos son los consejos de nutrición para una colelitiasis sintomática:

  • Seguir una dieta saludable y variada, similar a la Pirámide de la Alimentación Saludable o plato de Harvard.
  • Evitar las comidas abundantes. Comer poca cantidad y varias veces al día; lo ideal es repartir las comidas en 5-6 tomas (desayuno, media mañana, comida, merienda, cena y algo antes de acostarse).
  • Comer despacio y en un ambiente tranquilo. Masticar bien.
  • Reposar sentado hasta media hora después de las comidas principales.
  • Tomar los líquidos y el agua en pequeñas cantidades (evite los zumos y las bebidas gaseosas), fuera de las comidas y en cantidad no inferior a 2 litros al día.
  • Realizar cocinados sencillos (hervidos, en su jugo, plancha, vapor, horno) y evitar los fritos, rebozados, empanados, salsas, guisos y en general todas aquellas cocciones que lleven muchas grasa y aceite.
  • Evitar alimentos estimulantes (café, refrescos de cola, alcohol).
  • Evitar los alimentos que no se toleren bien de forma repetida.
  • Las legumbres pueden producir “gases”. Para evitarlo cambiar el agua de cocción una vez hayan hervido 10 minutos y pasarlas por el pasapurés para mejorar su digestión. Si no se toleran los cereales integrales, sustituirlos por refinados.
  • En caso de obesidad, procurar perder peso; para ello se debe consultar con el médico y nutricionista.

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¿Cuál es el tratamiento de los principales problemas relacionados con nuestra vesícula?

La mayoría de las veces, los cálculos biliares no causan ningún síntoma y no requieren tratamiento. Sin embargo, si un cálculo biliar queda atrapado en un conducto de la vesícula biliar, puede causar un dolor abdominal intenso y constante que es el llamado cólico biliar. Si el cálculo biliar bloquea el flujo de bilis, puede desencadenar una sintomatología acompañada no solo de dolor intenso, sino también de fiebre, diarrea, ictericia o falta de apetito. En ocasiones, será necesario optar por una intervención quirúrgica.

La mayoría de las extirpaciones de vesícula se realizan por laparoscopia con instrumentos que se colocan en pequeñas incisiones en el abdomen. Este tipo de intervención también está indicada en el tratamiento de otras enfermedades de vesícula, como la colecistitis calculosa, los pólipos de vesícula o la vesícula de porcelana.

Este tipo de intervención es poco invasiva, muy frecuente y muy bien tolerada que implica menos dolor y menos riesgo de infecciones, permitiendo que el paciente salga antes del hospital y se pueda incorporar más precozmente a sus actividades habituales.