¿Cuáles son las secuelas más frecuentes que puede tener una persona que padece un ictus?

Las alteraciones del lenguaje y de la movilidad son habituales, y condicionan en gran medida la vida del paciente

Por Pilar Hernán

Lo primero que hay que poner sobre la mesa son los datos: solo en España, según confirmaba la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 110.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% fallecen y, entre los supervivientes, en torno a un 30% queda en situación de dependencia funcional. Así, se estima que, a nivel mundial, más de 110 millones de personas que ha sobrevivido a un ictus viven con discapacidad. Tanto es así que en España, la primera causa de discapacidad tanto en hombres como en mujeres: más de 350.000 personas presentan alguna limitación en su capacidad funcional como consecuencia de esta enfermedad.

“El ictus se produce como consecuencia de la alteración del flujo sanguíneo que llega al cerebro. En más del 80% de los casos, la causa es la obstrucción de alguno de los vasos que suministran sangre al cerebro, generalmente por un coágulo: es lo que se denomina ictus isquémico. Pero también puede producirse por la rotura en alguno de estos vasos: es lo que llamamos ictus hemorrágico”, explica la Dra. Mar Castellanos, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “No obstante, independientemente del tipo de ictus que se padezca, siempre estaremos hablando de una urgencia médica, porque cuanto más tiempo pase sin flujo sanguíneo una zona de nuestro cerebro, mayores serán las consecuencias”.

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Secuelas físicas

Y precisamente en esas consecuencias, en esas secuelas que deja el ictus hemos querido profundizar. “Hay distintas secuelas: una de ellas es la alteración del lenguaje, hace que no puedas expresarte o no puedas entender, o bien ambas cosas. También nos podemos encontrar con que no puedes ver por una por una parte de la vista. O no puedes mover el brazo o la pierna, o ninguno de los dos, o no puedes sentir, pierdes la sensibilidad. Y a veces nos encontramos con una combinación de ellos, o todos juntos”, nos comenta la doctora Dra. Mar Freijo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, en cuya opinión el más limitante es la pérdida de fuerza en el brazo o la pierna, así como las alteraciones del lenguaje.

“La comunicación es fundamental. Si una persona no puede entender, no puede expresarse, pues es algo que la limita totalmente. Obviamente también el tema de la pérdida de la fuerza en el brazo a la pierna, que hace que no puedas caminar, aunque en este caso puedes recurrir a medios para poder movilizarte, una silla de ruedas, un bastón, un andador… Pero la afasia, el no poder comunicarte, te limita absolutamente todo”, añade la doctora.

Depende, claro está, del grado de severidad del ictus. “Si el ictus es más severo, es más grave. Por ejemplo, la consecuencia es que puedes no mover un brazo absolutamente nada o bien puedes moverlo un poco. Se te caen las cosas, pero tú lo puedes levantar. Es decir, que dependiendo de la severidad, la afectación de esas funciones es mayor o menor”, comenta la doctora Freijo.

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Secuelas psicológicas

Sin duda, las secuelas más evidentes son las físicas, pero también puede verse muy afectado el estado anímico de la persona, aparece, por ejemplo, el miedo a que sea algo que nos vuelva a suceder. “Hay un porcentaje de pacientes que tienen una afectación, una alteración del ánimo, y no solo por lo que podamos pensar, al pasarte una cosa así, cuando es normal que tengas una reacción de tristeza y de preocupación, sino que hasta el propio ictus también te puede te puede producir la depresión, algo que se da en algunos casos”, nos explica la doctora, que hace mención al vínculo, cada vez más comprobado, entre algunas enfermedades neurológicas y la depresión.

La importancia de actuar con rapidez

Teniendo en cuenta cuáles son las secuelas más frecuentes que puede padecer una persona afectada por un ictus, los expertos insisten en la importancia de actuar con rapidez cuando se produce este accidente cerebrovascular. Y es que las consecuencias son más graves cuando el tiempo de actuación ante una emergencia como lo es un ictus, se demora. “Insistimos mucho en este mensaje, pero es que es importante, ya que cambia muchísimo la situación. Tenemos un tiempo limitado para actuar, porque además, conforme va pasando el tiempo en el que no le llega la sangre a esa zona del cerebro, que eso es lo que es el ictus, el cerebro se va dañando cada vez más. Por eso, realizar una actuación lo más rápido posible es la mejor acción para que las secuelas sean menores dentro de lo posible”, explica la coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.

¿Es posible recuperarse de las secuelas?

Una vez que una persona padece un ictus, toca ponerse manos a la obra para tratar de reducir el número de secuelas. Y le preguntamos a la doctora si una persona puede llegar a recuperarse y a volver a tener calidad de vida y una vida relativamente normal.

“Hay personas que se recuperan totalmente. Pero claro, hay diferentes estadios, y alrededor de un tercio de ellos, que es mucho, se queda limitado. Hay otro porcentaje que tiene  algún tipo de secuela, pero luego hay otra proporción que se quedan sin ningún tipo de secuela. Es decir, a día de hoy tenemos muchos pacientes que salen y que por suerte se van de alta y se van bien, mientras que otros vienen a las consultas a los seis meses y  han evolucionado bien y están asintomáticos, sin ningún tipo de síntoma.  Pero insisto en que son los pacientes que llegan pronto al hospital y en los que que se han podido aplicar tratamientos que son relativamente novedosos”, nos cuenta.

Avances en el abordaje del ictus

La doctora Freijo también apunta a cómo se ha avanzado en el diagnóstico y tratamiento del ictus, en los últimos 10 o 15 años. Y habla especialmente de cómo han cambiado el abordaje de la enfermedad con las unidades de ictus, que están específicamente diseñadas y cuentan con personal específico para tratar y para y para cuidar a estos pacientes. En cuanto a los tratamientos también hay avances. “Están los tratamientos que se ponen por suero, que lo que hacen es eliminar la obstrucción del vaso que se ha cerrado. Y las técnicas que son mediante cateterismo, con el que se llega a la obstrucción y se desobstruye la arteria. Esto ha sido relativamente reciente y ha supuesto un cambio importantísimo. Ha disminuido el porcentaje de pacientes que se quedaban con algún tipo de secuela. Y lo que espero es que los pacientes vayan llegando cada vez antes y sean más conscientes de la prevención. Hay que ser optimistas”, cuenta la doctora, que insisten en la importancia de transmitir este mensaje para que todo el mundo sea consciente de la importancia de cuidar los hábitos de vida y el control de factores de riesgo para prevenir el ictus.

“Cuando una persona tenga síntomas, que vaya urgentemente, que no espere nada porque cambia totalmente el panorama: de quedarse sin secuelas a, si llegas tarde, poder tener que vivir en una silla de ruedas”, explica y añade que por eso, “es importante que si notamos algo así, como que de repente no puedo mover el brazo, la pierna o no podemos hablar, entender, es mejor ir directamente a urgencias o llamar a emergencias, porque se activa un protocolo, que se ha diseñado ya desde hace muchos años, lo que llamamos el protocolo ictus”. ¿En qué consiste? “En ese momento se pone toda la cadena de todos los implicados en marcha y rápidamente viene la ambulancia, se conecta con el hospital, donde nos están esperando…  Está todo el circuito montado, con lo cual hace que vaya todo mucho más rápido. Entonces, si alguien en algún momento nota un síntoma que puede ser sospechoso de tener un ictus, lo mejor es llamar a emergencias o si tienes cerca el servicio de urgencias de un hospital ir rápidamente”, detalla. El papel del médico rehabilitador también es fundamental. Y de hecho, empieza a tratar al paciente desde las primeras horas, desde las primeras veinticuatro horas. “Ya dentro de la unidad de ictus el rehabilitador valora al paciente y empieza a hacer el tratamiento que se pueda en ese momento, que esté indicado”, cuenta la doctora.

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La vida después del ictus

La doctora apunta a que una vez que la persona es dada de alta, hay que insistir mucho en la importancia de la adherencia al tratamiento pautado. Si se sigue, poco a poco, el riesgo de que el accidente cerebrovascular se repita va disminuyendo. Y el paciente, poco a poco, va recuperando su día a día, en función de las limitaciones que le hayan quedado. “Hay pacientes que se encuentran bien, sin ningún tipo de síntomas y pueden integrarse perfectamente en su vida previa. En el resto existe muchas veces eso el miedo a que se repita, es algo que está ahí. Hay que insistir en que no tiene por qué volver a pasar si se toma la medicación y sigue uno un control. Mientras, en el caso de que haya unas secuelas mayores, la rehabilitación también puede ayudar mucho. Hay que pensar también en los apoyos sociales que tenemos. Es importante que todas las personas y los familiares  tengan la información de los recursos que puede que puede haber. Y es que no podemos olvidar que esta puede ser una enfermedad muy limitante en algunos casos, que no solo afecta al paciente, sino también a la familia, y realmente a veces desestructura mucho la cuenta la unidad familiar, porque son personas que pasan a depender de un cuidador para todo. Tenemos una obligación toda la sociedad en apoyarlos”, concluye la doctora.