¿Te sientes incapaz de meditar? Este es el truco para que lo consigas

Te contamos cómo puedes iniciarte en esta práctica que ha demostrado científicamente tener tantos beneficios

Por Nuria Safont

Todo el mundo puede meditar. Y si piensas que la meditación no es para ti, desecha esta idea, ya que esta práctica ha demostrado científicamente mejorar tu cerebro, tu estado de ánimo e, incluso, la salud general. Por ello, comenzar a meditar es uno de los mejores propósitos de este año. Lo mejor, no tienes que invertir dinero. Solo tienes que reservar unos cinco, diez o quince minutos diarios (si puedes media hora, mucho mejor) Y, ¡ojo! La meditación no es dejar la mente en blanco. Esta creencia errónea es lo que hace que muchas personas no se animen a empezar. Con motivo del Día Europeo de la Meditación, que se celebra mañana sábado 21 de enero, te contamos cuál es la fórmula mágica para aprender a meditar y todos los beneficios que obtendrás con esta práctica. 

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¿Qué tengo que hacer para empezar a meditar?

Como decíamos, puedes pensar que la meditación no es para ti porque te ves incapar de imitar la imagen que tenemos todas de una persona meditando, es decir, sentada en el suelo, con las piernas cruzadas y los ojos entrecerrados. La realidad es que puedes meditar sentada en una silla, en la cama tumbada (sin dormirte, obviamente, porque ese no es el fin) o durante el trayecto al trabajo o casa si viajas en trasporte público. ¿Cómo hacerlo? 

En la medida de lo posible, comienza tu práctica de meditación sentada, con la espalda recta y apoyada en el respaldo de una silla o tu asiento en el metro y en el autobús y pon las manos sobre el regazo. Cierra los ojos aunque, si te mareas, puedes dejarlos entreabiertos. Lo único que tienes que hacer ahora es observar tu respiración. Presta atención a cómo entra el aire por tu nariz y cómo sale. Nota el cosquilleo. También puedes contar las respiraciones para que tu atención no se desvíe. Por ejemplo, para empezar, cuenta hasta cuatro en la inspiración, mantén un par de segundos y cuenta hasta seis en la exhalación. 

Los pensamientos acudirán a tu mente, pero únicamente tienes que dejarlos pasar. Obsérvalos como si estos fueran hojas en la superficie de un río y que pasan delante de ti con la corriente. Míralos y déjalos pasar sin enredarte en ellos. Con el foco en tu respiración y siendo consciente de que los pensamientos acudirán, pero tú los dejarás ir.

También puedes servirte de las diferentes apps que te proporcionan meditaciones guiadas. Con ellas, poco a poco, podrás lograrás dominar la práctica de la meditación y comenzarás a notar sus beneficios que, como señalábamos, están avalados por estudios médicos.

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La ciencia nos confirma que meditar mejora la salud 

En los últimos años, los centros de investigación más prestigiosos del mundo estudian cómo la observación de uno mismo y el control de la atención son capaces de esculpir nuestro cerebro, pero no es algo nuevo: en 1973 la Universidad de Harvard empezó a investigar qué pasa en el cerebro de las personas que meditan. Y la respuesta es que algunas zonas se hacen más gruesas y otras se reducen. De hecho, la Universidad de Birmingham ha demostrado que la parte frontal del cerebro, la más importante para la gestión del comportamiento, está más activa en los meditadores.

La Universidad de Texas también ha constatado que al meditar aumenta la corteza cingulada, el área que convierte lo inconsciente en consciente y que refuerza la toma de decisiones, y reduce una red cerebral que se activa cuando estamos distraídos y no vivimos el momento presente, una de las mayores fuentes de frustración.

Además, los meditadores tienen una inteligencia emocional mayor, a juicio de un estudio de las Universidades de Munich y Harvard, y se debe a una reducción de la amígdala, un núcleo cerebral implicado en la ansiedad, el miedo y el descontrol emocional.  En definitiva, y como se ha replicado en la mayoría de experimentos científicos, la práctica de la meditación produce bienestar.

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¿Cuánto tardaré en notar los efectos? 

No mucho. La Universidad de Texas ha demostrado que a los 5 días de empezar a meditar ya se producen cambios en el cerebro, y a las 8 semanas esos cambios son robustos.

Las últimas investigaciones aseguran que no hace falta ser un monje o pasarse el día meditando: basta media hora al día. “Es importante realizar también la práctica informal, es decir, intentar controlar la atención y traerla al presente mientras realicemos cualquier tarea”, explica Nazareth Castellanos, doctora en Neurociencia y colaboradora de la app de meditación Petit BamBou.