Estamos ante un tipo de cáncer cuya incidencia, tal y como indican en la Asociación Española Contra el Cáncer, ha ido aumentando en las últimas décadas. Afecta a un órgano esencial para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y, por ese motivo, su diagnóstico suele suponer un gran varapalo para quien lo padece y sus familiares. Por eso es tan importante la concienciación sobre este tipo de tumor, así como la investigación para ir consiguiendo avances. Sobre todo ello, para conocer más acerca de este cáncer, hemos hablado con el doctor Jesús Rodríguez Pascual, jefe de servicio de oncología médica de los Hospitales Universitarios Vithas Madrid La Milagrosa, Vithas Madrid Aravaca y Vithas Madrid Arturo Soria.
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¿Qué es el cáncer de hígado?
Se trata de un tumor maligno que procede inicialmente del propio hígado. Eso lo diferencia de las metástasis hepáticas, que surgen de otro órgano y pueden terminar alojándose en este órgano.
¿Hay diferentes tipos de cáncer hepático?
Sí. El hígado en sí tiene distintos tipos de tejido, con lo que pueden surgir distintos tipos de tumor. Pueden aparecer tumores de las vías biliares, de los vasos sanguíneos o del propio tejido hepático. En general, llamamos cáncer de hígado a este último por ser el más frecuente. Se le conoce como hepatocarcinoma.
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¿Es un cáncer que presenta síntomas? ¿Cuáles son esas señales que nos pueden alertar de este problema?
Cuando el tumor se encuentra en fases iniciales y es muy fácil de tratar, no da ningún síntoma. Una vez que crece y se disemina, altera ciertos análisis de sangre y produce cansancio, inapetencia, pérdida de peso o síntomas de mala función hepática, como hinchazón o tinte amarillo en la piel. Todo ello es tan inespecífico que es difícil señalar un signo o síntoma concreto para alertar de su presencia.
¿Es un tipo de cáncer muy frecuente? ¿Cuál es su prevalencia?
Lo es especialmente en países en vías de desarrollo, con exposición a tóxicos y sin programas de detección precoz, donde es uno de los tumores más importantes. Hablamos del sudeste asiático y del África subsahariana. En Europa es menos frecuente. España es un país con una frecuencia media, por encima de los países del norte de Europa. Se estiman unos 6.600 casos al año, esto lo sitúa como el número 8 en varones y el 15, en mujeres. Sin embargo, si miramos el subgrupo de personas con ciertas enfermedades hepáticas crónicas, su presencia se multiplica y en ellos sí supone un problema de primera magnitud.
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¿Hay personas con más riesgo de padecerlo?
En efecto. De hecho, es un tumor que virtualmente es inexistente en personas sanas. Por lo general, las personas en riesgo de padecerlo tienen una inflamación hepática crónica sobre la que asienta el hepatocarcinoma. Esto significa que individuos con cirrosis hepática por ingesta de alcohol o los pacientes con hepatitis víricas infecciosas, como la hepatitis C, son los que pueden desarrollarlo. Por desgracia, muchas de estas personas desconocen que tienen una inflamación crónica hepática porque no consultan al médico.
¿Influye la detección precoz en un mejor pronóstico de dicha enfermedad?
Sí, sin duda. Lo más importante, en realidad, es detectar que la personal sufre una enfermedad crónica hepática, como una hepatitis vírica o un daño al hígado causado por alcohol. El esfuerzo de prevención precoz no se hace en toda la población, solo en este subgrupo de personas a las que se les sigue habitualmente con pruebas analíticas y ecografías para "cazar" a tiempo los tumores hepáticos.
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¿Se puede prevenir esta enfermedad?
Sí, se puede. Lógicamente, suprimir la ingesta de alcohol es el factor más importante que podemos hacer de forma activa para evitar el daño al hígado. También la vacunación contra la hepatitis B en personas de riesgo de infección.
Es un problema de salud que causa un fuerte impacto en el momento del diagnóstico, ¿sigue siendo un tipo de cáncer especialmente complejo de abordar y de difícil pronóstico?
Lo es porque, a diferencia de otros tumores, este suele asentar sobre un hígado enfermo, lo cual complica sobremanera el problema. Muchas personas que podrían beneficiarse de una cirugía que erradique el tumor, por ejemplo, no pueden intervenirse porque carecen de suficiente función del hígado sano. Básicamente, porque no tienen hígado sano.
Una vez diagnosticado, ¿cuál es el proceso que se debe seguir? ¿Cómo se trata la enfermedad?
El mayor avance en los últimos años es la aparición de comités de expertos y grupos multidisciplinarios que aborden cada caso de forma individualizada. En los casos más precoces, necesitan de intervenciones por los equipos de cirugía digestiva, pero muchos otros son tratados por radiólogos intervencionistas mediante punciones y administración de radiofrecuencia o por oncólogos con tratamientos sistémicos... y un largo etcétera. En algunos muy concretos, incluso se plantea el trasplante hepático. En estos últimos diez años asistimos a mejoras en el tratamiento de estos tumores de tal magnitud que superan con creces lo andado en generaciones anteriores.
