¿Tienes exceso de empatía? Entonces probablemente carezcas de ella

La hiperempatía no es un don. De hecho, cuando las personas son excesivamente empáticas en realidad están ofreciendo respuestas exageradas que no ayudan

Por Nuria Safont

La empatía es necesaria para las relaciones humanas, ya que nos ayuda a conectar mejor con los demás y a establecer vínculos saludables y duraderos. Además, el hecho de contar con una persona empática a tu alrededor da confianza, porque sabes que puedes contar con ella y que recibirás el apoyo justo que necesitas. Pero hay personas que entienden mal esta cualidad y, de hecho, piensan que son 'demasiado' empáticas o sufren un exceso de empatía, cuando en realidad, según nos cuentan los psicólogos, dejan de tener este rasgo de la personalidad. Te invitamos a que averigües si es tu caso y te explicamos qué es realmente esta cualidad y por qué la hiperempatía no es saludable ni para ti ni para tu entorno. 

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¿Qué es la empatía?

"La empatía es la capacidad humana para detectar las necesidades relacionales de las personas con las que nos relacionamos y responder de manera coherente a ellas en la medida de nuestras posibilidades. Es decir, no es solo darnos cuenta de lo que le ocurre al otro sino también comunicarle que nos damos cuenta de lo que le ocurre o necesita y, de alguna manera, dárselo", nos cuenta Rafael San Román, psicólogo de iFeel.  

De este modo, un exceso de empatía sería tener una percepción exagerada de lo que le ocurre a la persona (por tanto, una percepción distorsionada) y ofrecerle una respuesta exagerada. En cierto sentido, "cuando sentimos una empatía excesiva o exagerada, dejamos de ser “empáticos”, porque en realidad no estamos captando adecuadamente las necesidades de la persona y, por tanto, no respondemos bien a ellas. Una empatía exagerada es un fallo dentro de la interacción con esa persona", apunta el experto. 

Por ejemplo, podemos transmitirle a alguien que necesitamos seguridad (una necesidad relacional básica), pero una cosa es que lo capte y se muestre protectora con nosotros y otra es que nos hiperproteja de manera asfixiante. "Ese exceso hace que deje de ser empática", aclara. 

Rafael San Román nos pone otra situación. Otro ejemplo sería contarle a alguien algo que nos importa, o que consideramos grave; la persona empática lo captará y, con sus palabras y sus gestos, se mostrará impactada, pero una persona excesivamente empática se pasará, le dará más importancia de la que le damos nosotros, empezará a hacer aspavientos… y eso ya no es ser empático.

Cuando le preguntamos al experto por la causa del exceso de empatía, nos explica que no es fácil responderlo con exactitud, pero que podría explicarse del siguiente modo: "Claramente, se producen fallos en la percepción e interpretación de lo que vemos en el otro y, por tanto, se producen fallos en la respuesta que damos a partir de ello. La persona no ha aprendido esa habilidad, quizá porque ha tenido malos ejemplos a lo largo de su desarrollo, o porque ese exceso de empatía es la única que ha incorporado a su repertorio de adaptarse en las relaciones…", señala. 

También añade que 

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¿Cómo reconocemos a una persona altamente empática? 

"Si por altamente empática entendemos muy empática o adecuadamente empática, esas personas nos hace sentir bien, comprendidos, acogidos. Sentimos que da en el clavo con nosotros cuando nos escucha o nos observa. Sabe captar cuándo hay que acercarse y cuándo no, cuándo impactarse por lo que le contamos y cuándo debe mostrarse más neutra, nos deja expresarnos tal cual somos, respeta nuestras emociones sin intentar calmarlas…".

En el caso de las personas con hiperempatía o con una empatía malentendida, como explicaba el experto, nos encontraremos con individuos que nos pueden hacer dudar, incluso, angustiarnos más por la situación y no nos ofrecen el apoyo o la ayuda que realmente necesitamos.

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Consecuencias del exceso de empatía

Una adecuada empatía indica una buena capacidad para relacionarnos con las personas de nuestro entorno, conectar con los demás de manera hábil, tener relaciones sanas, maduras y satisfactorias. Esto es un claro protector de la salud mental. 

"Un exceso de empatía sistemático indica una falta de habilidad social o interpersonal. No da seguridad ni confianza a las personas, puede resultar desconcertante, o invasiva y no contribuye a la satisfacción dentro de una relación". 

Como ves, si alguna vez has pensado que la razón por la que sufres tanto por lo que les ocurre a los demás es debido a tu excesiva empatía, probablemente, hayas estado equivocada. 

Rafael San Román también apunta a que el exceso de empatía no se puede confundir con tener una personalidad altamente sensible. De hecho, comenta que "no es un diagnóstico psicológico oficial y creo que no se debe emplear ni tener en cuenta como si fuera algo riguroso y aceptado. No lo tendría en cuenta a la hora de hablar seriamente sobre cuestiones psicológicas".

Y concluye añadiendo que "si somos nosotros los demasiado empáticos, tenemos qué averiguar qué está fallando. Puede ser la intensidad con la que percibimos las necesidades del otro, puede ser la intensidad con que respondemos a ello (es decir, con que le comunicamos al otro lo que percibimos) o puede ser una mezcla de ambas cosas. Falta afinar la interpretación que hacemos de lo que el otro nos cuenta sobre sí mismo, para no sobrerreaccionar, no darle una importancia que el otro no le está dando. Si observamos/escuchamos más reposadamente al otro, interpretraremos mejor y ajustaremos mejor nuestras reacciones (palabras, tono, gestos…)". 

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Como desarrollar una buena empatía 

La coach Ixi Ávila nos da algunos consejos para ser realmente empáticos: 

  1. Escuchar activamente: se trata de intentar entender pero dejando hablar a la otra persona, sin interrumpirla. Además, la empatía no significa aconsejar, interrogar, comparar o intentar solucionar. Ser empática es, sencillamente, escuchar. 
  2. No juzgues: la empatía no evalúa, escucha sin juzgar lo que nos están contando. 
  3. Ponte en su piel. ¿Qué sentirías tú si te ocurriera lo mismo? Es más fácil empatizar con algo con lo que te identificas. Pero aunque no lo hayas vivido o sentido, trata de pensar cómo actuarías. Quizá no lo harías del mismo modo, pero si puedes conectar con tu propia tristeza, puedes entender a la otra persona. 
  4. Da espacio y permiso para que la persona se exprese y pueda sentir todas las emociones, incluso las más incómodas. Practica simplemente acompañar y da lugar para sentir.
  5. Pregunta en vez de predecir: ¿Cómo te puedo apoyar en este momento? ¿Qué necesitas?