El pomelo: una fruta de invierno

Es un auténtico regalo de la naturaleza, que nos ofrece numerosos beneficios para disfrutar de un invierno repleto de salud.

Por Cristina Soria

Cuando llega el invierno y nos proponemos introducir en nuestra dieta una dosis extra de vitamina C, lo primero que se nos viene a la cabeza es aumentar el consumo de naranjas, mandarinas y limones. En ese caso estamos dejando de lado una de las frutas estrellas del invierno, el pomelo, que no solo es rica en la vitamina C que buscamos, sino que tiene otros muchos beneficios que te harán adicta a ella. Puede que la razón de su menor consumo se deba a su peculiar sabor, más ácido que la naranja, más dulce que el limón, pero más amargo que ambas frutas. 

La primera gran virtud del pomelo es que el 86% de su contenido es agua, lo que la convierte en una fruta muy hidratante y diurética. Además es baja en calorías, lo que la convierte en una gran aliada cuando buscamos perder peso. Por si fuera poco, es una fruta repleta de vitaminas y minerales.

Una fruta llena de nutrientes

Si hablamos de la buscada vitamina C, un pomelo grande cubre por sí solo las necesidades diarias recomendadas. Aunque no ha podido demostrarse que esta vitamina sirva para prevenir los resfriados, sí nos ayuda a recuperarnos en el caso de padecer una infección como una gripe o un catarro.

También contiene vitaminas del grupo B. La B1, B2 y B3 ayudan a la asimilación de los azúcares que contiene el pomelo. Y destaca el aporte de vitamina B9 o ácido fólico, muy importante en la producción de glóbulos blancos y rojos, en el refuerzo del sistema inmunológico. El ácido fólico es imprescindible durante el embarazo para asegurar el correcto desarrollo del bebé.

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El pomelo contiene carotenoides (provitamina A y licopeno), especialmente la variedad de pulpa roja. Estos carotenoides ayudan a mantener nuestra piel y cabello en buen estado, además de cuidar de la vista, los huesos y el sistema inmunológico.

En cuanto a su contenido en minerales, el pomelo es rico en potasio y magnesio. El potasio es necesario para tener una correcta actividad muscular y para regular el equilibrio de agua en el organismo. El magnesio, por su parte, ayuda al correcto funcionamiento del intestino y a mantener el buen estado de huesos y dientes.

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Los beneficios del pomelo 

Gracias a su contenido en vitamina C, el pomelo ayuda a que nuestro organismo absorba correctamente el hierro que ingerimos a través de los vegetales. La fibra del pomelo también previene niveles elevados de colesterol, siempre que consumamos la pulpa de la fruta, que es rica en pectina, un tipo de fibra que ayuda a eliminar el exceso de colesterol.

Sus antioxidantes nos protegen contra los radicales libres y frenan el envejecimiento celular. Además, distintos estudios aseguran que ayudan a prevenir algunos tipos de cáncer, como el de pecho.

Además, los cítricos como el pomelo protegen nuestro sistema cardiovascular gracias a su contenido en flavonoides como la hesperidina y la naringina (responsable de su color anaranjado y amarillento).

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Formas de consumir el pomelo

La forma más conocida de consumir el pomelo es en un zumo por la mañana, antes del desayuno. Si te gusta esta forma de tomarlo, adelante, te ayudará a hidratarte y a eliminar toxinas nada más levantarte. Pero recuerda que puedes tomarlo en cualquier otro momento del día que te apetezca.

El pomelo también combina de maravilla para la elaboración de refrescantes ensaladas; para elaborar salsa que acompañen,por ejemplo, la carne del pollo; hace muy buena pareja con el salmón al horno y el salmón ahumado; y puedes utilizarlo para elaborar deliciosos postres, como una tarta de cítricos.

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