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Clásico, pero sin ser aburrido; elegante al modo del Hollywood de los años dorados; luminoso como el brillo que desprenden sus tres Oscar; práctico como la Donna de ‘Mamma Mia!’; romántico como la escena final de ‘Los puentes de Madison’, sofisticado como si estuviese decorada por Prada; artístico ya que después de 40 años casada con un escultor, el arte corre por sus venas… Y todo ello, por supuesto, aderezado con unas notas étnicas que captan el espíritu de un continente como África. Porque el apartamento (aunque tiene 336 metros cuadrados) que Meryl Streep vende en la Gran Manzana por 21,4 millones de euros tiene mucho de las vidas (reales y ficticias) de la 'reina del cine'.

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Parte del encanto de este ático neoyorquino se encuentra en su capacidad para aunar las ventajas de un ‘loft’ con las de una vivienda unifamiliar y su sensación de hogar. Distribuido en una sola planta, se entra directamente del ascensor al hall, desde donde ya se vislumbran las (espectaculares) vistas, gracias a sus ventanales sin cortinas (solo hay un ático en el edificio). Paredes y carpintería crean un lienzo en blanco, donde los muebles de estilo clásico se combinan con piezas más actuales, como el aparador con el sobre de mármol.

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El comedor comparte espacio con el salón. Para otorgarle identidad propia, una gran alfombra viste la zona. Aquí, el arte se apropia de las paredes, facilitando su integración al resto de la vivienda. Ningún adorno embellece la mesa de comedor para ocho comensales, salvo, quizá, la preciosa lámpara de techo.

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En el salón, una moderna chimenea, presidida por un cuadro, crea una agradable zona de estar, con rincón de lectura incluido, en el que nos podemos imaginar a la actriz leyendo o cosiendo, dos de sus pasatiempos preferidos. La luz natural, que entra por los grandes ventanales, inunda todo de cierta magia, al mismo tiempo, que realza el suelo de madera de nogal brasileño.

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El interior se funde con el exterior, gracias a las ‘paredes’ de cristal que rodean toda la casa y que dan a una encantadora terraza (de 207 metros cuadrados), a la cual se accede por (casi) todas las estancias. Fuera se han seguido las mismas normas ‘deco’ que dentro, por lo que no hay separaciones entre las distintas zonas. No sabemos si la gran 'reina del cine' es una amante de nuestra siesta española, pero ese rincón al aire libre con la tumbona y la mesita auxiliar es perfecto para las largas tardes de verano.

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La cocina, abierta al resto de la casa es un verdadero paraíso para aquellos, como es el caso de la intérprete, a los que les gusta cocinar, ya que está perfectamente equipada con electrodomésticos de alta gama. La gran isla central, muy práctica para desayunos y comidas informales, permite, además, que los invitados acompañen al chef, mientras prepara los alimentos, integrándola aún más en la vida social de la vivienda. Los muebles de cocina blancos son de Varenna.

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La gran suite principal posee vistas tanto al norte como al oeste, lo que permitía a la actriz ver los barcos que surcan las aguas del río Hudson. Una mullida cama, situada estratégicamente mirando al exterior y vestida en colores claros, cálidos y confortables, es la protagonista del espacio, con permiso de la alfombra, que cubre casi todo el pavimento del dormitorio, y de esa butaca tapizada con descalzadora.  

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Esta sala de lectura o de estudio, un espacio que le hubiera resultado muy útil a la actriz cuando no pudo entrar en la Facultad de Derecho de Yale por quedarse dormida el día del examen de ingreso, tiene todo lo que una ‘oficina en casa’ debe tener: buena iluminación, una gran mesa de escritorio, una librería con cajones para almacenar, una buena silla y un rincón de relax, para desconectar del estrés y recargar las pilas.

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En otro de los cuatro dormitorios que tiene el ático de la actriz, una gran cama con dosel, romántica y soñadora, es la estrella. Como las vistas no son tan espectaculares en esta habitación, las ventanas se han vestido con cortinas.

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Las plantas se apoderan de uno de los baños de este espectacular ático, creando un verdadero rincón de relax, donde desconectar en su bañera exenta. El blanco se apodera de este espacio, donde solo un original mueble de madera con decoraciones en azul pone la nota cromática discordante.

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Aunque sabemos que la actriz no es una apasionada de la ropa, especialmente de las caras, este vestidor es perfecto para mantener bien organizada las prendas, trajes de fiesta, incluidos. Para sacar mayor partido al espacio las baldas llegan hasta el techo. Eso sí, reserva esa zona alta para las cosas y ropa que menos uses. Un broche de oro para este loft neoyorquino, que ha demostrado el buen olfato de Meryl Streep no solo para elegir papeles sino también para las inversiones, ya que adquirió esta casa en 2006 por 8,8 millones de euros y ahora la vende por casi el triple.

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