Ubicada en la calle Barbieri, en pleno corazón de Chueca, Casa Salvador ha sido testigo de mil y una historias desde que abriese sus puertas en 1941. Con más de 80 años a sus espaldas, este templo de la cocina madrileña más auténtica ha sido el lugar elegido para ‘una cena de chicas’ organizada por Mario Vaquerizo junto a la actriz Elsa Pataky y la estilista Beatriz Matallana, como explica el cantante en su perfil de Instagram. Los tres compartieron mesa y mantel (inconfundible de cuadros rojos) en esta taberna taurina que sigue respirando ese aroma castizo y noctámbulo del Madrid más golfo.
La velada tuvo todos los ingredientes del lugar: buen ambiente, tradición y platos de los que dejan huella. No sabemos si el trío disfrutó de algunos de los grandes clásicos de la casa, como los callos a la madrileña (considerados por muchos como de los mejores de la capital), las famosas croquetas caseras y el guiso de rabo de toro, que se ha convertido en una auténtica institución entre los carnívoros madrileños. No faltaron tampoco las risas, los brindis y algún que otro selfie entre las paredes repletas de historia del local.
Famosos rendidos ante Casa Salvador
Hace unos meses, la actriz Cate Blanchett disfrutó de este clásico y se fotografiaba en la escalera para inmortalizar su visita a este local familiar que ha pasado ya a la tercera generación, con Ángeles Blázquez Gil al frente. Ángeles recuerda algunas anécdotas y los gustos de esos personajes ilustres: “muchos toreros pedían callos, albóndigas de merluza y pisto con huevo, y Hemingway no se resistía a repetir los buñuelos de bacalao y un plato de lentejas con chorizo, “como las de la abuela”.
Ahora, sumando nombres al firmamento de estrellas que han disfrutado de su cocina, se encuentran Elsa Pataky y Mario Vaquerizo (que es cliente habitual de la casa), dos figuras bien distintas pero unidas por su amor por lo castizo... y por una buena merluza a la romana.
La cocina de Casa Salvador
Casa Salvador sigue fiel a su esencia: cocina tradicional, producto de primera y ese sabor de hogar difícil de encontrar. Es un lugar especialmente recomendado para los que quieren comer como en casa, con platos sin artificios pero llenos de alma. ¿Lo mejor? Cenar rodeado de historia, con fotos en blanco y negro, recuerdos taurinos y un servicio que te hace sentir parte de la familia. Si le preguntamos a su dueña qué probar en una primera visita, no duda: los callos a la madrileña, el estofado de rabo de toro, la merluza a la romana, las croquetas de jamón y buñuelos de bacalao y de postre… una leche frita que conserva la receta original desde los años 40. “Aquí todo se hace como antes, con tiempo, con mimo y con buena materia prima”, explica su dueña.