España atraviesa una edad de oro gastronómica: la cocina española se ha convertido en pasaporte cultural y carta de presentación ante el mundo. Y si hay una ciudad que concentra esa efervescencia, esa es Madrid. La capital deslumbra con una oferta tan amplia como atrevida: del vermut tirado en una barra de barrio a restaurantes que reinventan la huerta, la casquería o que están en lo más alto de la vanguardia. No importa el tipo de cocina ni el presupuesto: en Madrid siempre hay un restaurante, una terraza o una mesa dispuesta a sorprenderte. Y precisamente ese magnetismo culinario de nuestro país ha atrapado a Eva Longoria.
En 'Searching for Spain', su nueva docuserie para la CNN, la actriz se enfunda el delantal, agarra el tenedor –y la cámara– y se lanza a recorrer el país plato a plato. El episodio que transcurre en Madrid arranca en el bullicio de la capital y confirma todo lo que se dice de su escena foodie: Longoria se sumerge en tabernas centenarias, prueba una tortilla de patatas tan jugosa que la declara “sencilla, pero perfecta”, y se deja seducir por la creatividad irreverente de cocineros como Dabiz Muñoz y Javi Estévez. Entre un chicharrón de lengua de pato –que confunde con setas shiitake–, mezzes con acento mediterráneo en La Latina y un brindis de anís en la plaza de Chinchón, la actriz descubre que Madrid no solo alimenta, sino que cuenta historias: las de una ciudad que mezcla tradición y vanguardia con la misma naturalidad con la que sirve un vermut a media mañana.
Rendida a la tortilla española
El flechazo ocurre en cuanto le sirven una tortilla de patatas, dorada lo justo, cremosa hasta el centro, sin pretensiones de ningún tipo. Eva la prueba, suspira y sentencia, con los ojos chispeando: “Sencilla, pero perfecta”. Podría –confiesa– "desayunarla, comerla y cenarla". Ese idilio se convierte en el hilo conductor del capítulo: Madrid reverencia lo cotidiano, incluso en sus templos más vanguardistas, y nada lo demuestra mejor que una tortilla bien hecha.
Pero no todo es patata y huevo. En DiverXO (NH Eurobuilding, C. del Padre Damián, 23), el genio Dabiz Muñoz le sirve lengua de pato disfrazada de setas shiitake. Eva muerde, duda, y cuando el chef revela el ingrediente, estalla en risa: “¡No sabía ni que los patos tenían lengua!”.
En La Tasquería (C. Modesto Lafuente, 82), Javi Estévez ofrece su mítica cabeza de cochinillo frita: crujiente por fuera, delicada por dentro, pura irreverencia castiza. Longoria aplaude la osadía de convertir “despojos” en alta cocina con toda naturalidad. La casquería ha sido, es y será, de los platos más castizos e icónicos de Madrid.
La ruta sigue en Farah (Carrera de San Francisco, 12), el diminuto bistró de la chef sirio-palestina, Heba Kharouf. Entre mezzes de tahini y garbanzos, vermut de grifo y carcajadas de barra, Eva celebra “la mezcla tan castiza como cosmopolita” que late en La Latina.
Y, para bajar terminar, una escapada a Chinchón: paseo por su plaza porticada, tortas de aceite recién horneadas y un chupito de anís dulce. Longoria lo resume con una sonrisa pícara: “Pura sobremesa española en estado líquido”.
Con semejante carta de presentación, no es de extrañar que el paladar de Eva Longoria caiga rendido en su visita a Madrid.