Contiene hidratos de carbonos, grasas y proteínas en proporciones adecuadas para el organismo; aporta también vitaminas, especialmente A y C; es un alimento muy rico en sales minerales (especialmente calcio), por lo que resulta ideal en la dieta de niños y personas de la tercera edad; además, su cantidad de calorías no es muy elevada y, si se toma desnatada, puede ser incluida en regímenes hipocalóricos o en la dieta de quienes tienen los niveles de colesterol elevados. Una composición nutritiva realmente interesante que se suma a las grandes posibilidades de la leche en cocina. Pero antes de pasar a las recetas en sí (podrás encontrarlas más abajo) te contamos primero algunos pequeños trucos relacionados con este alimento universal.
- Si al cocerla no quieres que se salga, bastará con que metas una cucharilla o un platito de los de las tazas de café vuelto del revés para evitarlo.
- Si se te cortó la leche, no la tires, pásala por un filtro de papel de esos que hay para el café y deja que escurra el agua, así conseguirás un queso fresco muy sabroso.
- Para quitarle el mal sabor a una leche que se haya quemado, pon un paño húmedo sobre la cacerola, retuércelo y vuelve a empezar hasta que el olor haya desaparecido del todo.
- Para evitar que se pegue, aclara la cacerola donde vayas a ponerla a calentar y no la seques, vierte entonces dentro la leche y evitarás el problema.
- Añade una pizca de sal a la leche en polvo reconstituida, parecerá leche fresca.
- Recuerda que la leche cruda extendida con un trapo suave dará brillo al cuero y también dará excelentes resultados a la hora de limpiar objetos de paja o rafia.