Salma Hayek, feliz y super integrada en el rodaje de ‘La chispa de la vida’ en Cartagena

"Cuando llego al hotel tengo que jugar con mi hija. Duermo una media de cuatro horas al día, lo cual no me viene mal porque en la película tengo que salir fea', asegura la actriz mexicana

Por hola.com

Después de tres semanas y media de rodaje en Cartagena de La chispa de la vida, Álex de la Iglesia reunió a su variopinto reparto formado por Salma Hayek, Jose Mota, Eduardo Casanova y Nerea Camacho, Fernando Tejero y Juan Luis Galiardo, entre otros, para hablar sobre los pormenores del rodaje que concluirá dentro de un mes.


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Tras una breve sesión de fotos en el Teatro Romano de Cartagena, tanto el director como los actores comparecieron en rueda de prensa para ofrecernos más detalles del filme. Salma Hayek, que para la ocasión lució un favorecedor vestido azul y botas negras, bromeó sobre su reaparición en una película española tras rodar hace once años La gran vida", junto a Carmelo Gómez, y comentó entre risas: “Llevaba años esperado a que este ‘desgraciado’ (en referencia a De la Iglesia) me ofreciera un buen papel".


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Después de noches enteras sin dormir ya que La chispa de la vida se rueda de noche, Hayek, que ha viajado a España en compañía de su hija, Valentina, asegura que lo de dormir poco no es algo que le preocupa: "Cuando llego al hotel tengo que jugar con mi hija. Duermo una media de cuatro horas al día, lo cual no me viene mal, porque en esta película tengo que salir fea". Quizá su mayor enemigo ha sido el frío durante la grabación de las tomas: “A mí me engañaron, me dijeron que España era un lugar muy cálido, pero en el hotel estoy con futbolistas daneses y noruegos e incluso ellos se quejan del frío".



Hayek interpreta a una mujer que conoció a su marido en Acapulco y que se enfrenta a una terrible situación: Su marido, Roberto (José Mota), un publicitario en paro que roza la desesperación, "no encuentra trabajo, le rechazan, le humillan y, desesperado, busca el hotel en Cartagena donde pasó su luna de miel" y, atónito, descubre que se ha convertido en un museo. Una vez dentro, observa que en los pasillos hay restos de un teatro romano. Asustado por el grito de un vigilante, tropieza y se le clava una barra de hierro en la cabeza. "Me conmovió el guión. Me hizo pensar en todas las mujeres, la mayoría esposas y madres, que son heroínas que no tienen espacio para deprimirse o llorar". El realizador confirmó que “es un homenaje a las mujeres”.