Cuando el bebé se encuentra aún en el vientre de la madre, y aproximadamente hasta el octavo mes de gestación, éste se encuentra totalmente cubierto de una especie de pelo muy fino y suave llamado lanugo, que a veces puede observarse en los niños prematuros.
Del primer mes al primer año de vida, el diámetro del pelo se duplica. El cabello comienza a crecer en la frente y después se va extendiendo hacia la nuca, aunque a los tres meses, se observa cierta caída al desaparecer parte de ese primer pelo.
En el periodo que va de los seis a los nueve meses es cuando el cabello está más claro. Y es que al nacer, puede verse mucho más oscuro debido a una influencia hormonal de la madre. A partir de los tres años, y a medida que se va desarrollando la melanina, el pelo comienza a oscurecer.
Durante la infancia en la cabeza se concentra una mezcla de pelo corto y fino, similar al vello, y de cabello terminal, lo que conocemos comúnmente como pelo. Al llegar a la adolescencia, sólo queda de este último, un proceso que coincide con la aparición de pelo en axilas, genitales, piernas y, en el caso de los varones, en el rostro y en el pecho.
Piojos: toda la familia en alerta
Especial cuidado hay que tener durante el periodo escolar, muy dado a los piojos. Pero no piense que los niños pueden ser los únicos afectados: los respaldos de los asientos, los cepillos, gorras y sombreros, coleteros, toallas y la ropa de cama pueden ser una vía de contagio, por lo que deben desinfectarse a conciencia.